Esposa para el rey

Capitulo 33

Agusto lo miró analizando su rostro y sus movimientos. Al verlo recordó que efectivamente muchos de ellos aportaron cosas importantes en el largo camino de grandeza, pero sabía que ahora se necesitaban ciertos cambios, personas diferentes que aportaran frescura y la futura reina Eréndira sería la ideal para esto.

—Estoy muy agradecido por su servicio, no tengo duda de su lealtad mi lord.—Agusto seguía mirando a su acompañante. Era un hombre con muy poco cabello, lo tenía de color blanco a pesar de su juventud. Se decía que era un caso muy raro pero no imposible de ver. Su conflexion media, su piel morena, con unos ojos azules muy interesantes. Su nariz gruesa y su boca muy grande que para variar la usaba bastante bien para comunicarlo todo.—Estoy seguro que todos saldremos beneficiados de todo esto. Se viene una guerra más que lucharemos con nuestros aliados aquí presentes como puede verlos.

—¿Otra guerra? Mi señor ¿Por qué?

—Necesito contarlo en una reunión así que por favor debemos esperar a que todos los miembros del consejo y el resto de mis tropas estén en casa.—Se tomó el cabello en señal de desesperación.—Por ahora todo ha ido bien pero debemos movernos rápido de igual manera.

—Claro que sí mi señor. Los mensajeros ya fueron a donde nos indicó.—Dijo con su tono de voz barbero, queriendo conseguir halagos y méritos por lo que no hacía.—Envié personalmente por todos ellos, dentro de poco llegarán.

—Muy bien, esperaré por ellos.—Giró para mirar a uno de los miembros de su élite militar.—Pidan que se hagan un recuento de los daños así como el uso del material militar y de defensa. Necesitamos estar al cien.

El militar no habló pero con moverse inmediatamente daba por hecho que cumpliría sus órdenes.

—Señor hay algo más que le debo informar.—Interrumpió de nuevo Jaime, el miembro de la corte.—Se buscó por todo el perímetro al resto de los miembros de su familia pero no hubo suerte. Parece que escaparon antes de ser capturados, testigos afirman haberlos visto irse por la sección sur antes durante el asedio. Parece que encontraron una forma de escapar.

—Eso es malo ¡Maldición!—Exclamó Agusto después de escuchar las noticias.—Irán a informar directamente a sus castillos de esto, no podremos atacarlos por sorpresa.

—Lo siento mucho mi señor, estábamos capturados, poco pudimos hacer.—Jaime se disculpó mientras el resto escuchaba.—Si no tiene nada más para mí, me retiro. Iré a corroborar que el resto de acciones se cumplan mi señor.

—Ve Jaime por favor.

Agusto se centró en pensar cómo podía solucionar ese nuevo conflicto que llevaba a su mente. Tenía que acomodar sus piezas nuevamente pero justo cuando intentaba concentrarse una voz muy familiar lo interrumpió.

—¡Mi rey me enteré que ganamos!

Era el padre Jacinto quien entraba muy contento custodiado por un par de guardias.

—¡Jacinto que gusto verte hermano!—Gritó el rey contento aliviado de su tensión.—Si pudiera me levantaba a abrazarte.

—Parece que estás de muy buen humor.—Dijo riendo y corriendo hacia él.—Por eso mismo iré yo a abrazarte.

—Eres todo un militar ya. Un premio más a todo lo que has hecho en servicio de este reino.

—Si de premios se trata me tendrás que dar una extensión muy grande de tierra por esos servicios.—Continuaba riendo aún abrazando a su rey.

—Si yo te diera esas tierras, estoy seguro que las usarías en casas de beneficencia o catedrales.

—Por supuesto que no mi rey, eso ya corre por cuenta suya y de la iglesia. Yo pondría una granja y cientos de cantinas.

La risa y felicidad que estos dos derramaban servía para contagiar a todos lo que ahí estaban que durante mucho no habían visto a su rey así.El tiempo para que el poderoso reino del norte se levantara estaba llegando y con él, se esperaba el mayor éxito para todos en aquella misión. Los resultados habían sido muy buenos ese día, algo que sin duda debían celebrar a pesar de las circunstancias y Agusto lo entendía.Los sucesos avanzaban como lo había planeado el bando ganador. El castillo ahora era de ellos y ningún enemigo seguía en pie. Solo había unos cuantos capturados entre ellos el tío de Agusto quien aún lamentaba su derrota tras las rejas.

—¡Malditos traidores todos!—Gritaba con furia mientras agitaba las cadenas con fuerza.—¡Este es nuestro reino, son unos insolentes!

Los guardias que le custodiaban ya se habían hartado de escucharle tanto. En ocasiones así, optaban por silenciarlos a golpes o con castigos severos. Pero al ser un prisionero de alto rango prefirieron abstenerse para no ser reprendidos por su rey, quien actualmente era el encargado militar y de todos ellos pues los generales estaban con la aún desaparecida mitad del ejército. No deseaban ser juzgados por Agusto.Los demás soldados permanecían en silencio, sabían que en esos casos ser prisioneros de por vida era un castigo peor a morir y que la salvación estaba muy lejos por eso se mantenían serios.

—El prisionero es requerido en la sala del rey.—Un mensajero llegó interrumpiendo los gritos para satisfacción de los guardias.—Por favor llevenlo ante su presencia.

Los guardias hicieron caso de inmediato y no escatimaron en usar un poco de violencia contra él para levantarlo y sacarlo de ahí. Tres de ellos fueron los encargados de arrastrarlo fuera y comenzar a desplazarlo.

—Esperen.—Interrumpió nuevamente el vocero.—El rey también solicita la presencia del general enemigo.

Al escuchar esto el requerido general, levantó el rostro desanimado que tenía sobre el suelo. Él estaba igual de reflexivo que todos los demás solo que en esta ocasión decidió sentir la curiosidad por la razón al ser requerido. No se esperaba más que ser ejecutado, pero entendió que quizá el rey aún deseaba obtener información y este era el indicado para dársela.El general no opuso resistencia como si líder y fue guiado por solo dos hombres que lo tomaron de la espalda y lo llevaron caminando fuera de ahí.El recorrido fue muy largo, la distancia era mucha pero el tedio de todos les multiplicó el estrés. Los gritos del tío más el cansancio de estar parados cuidándolos, era muy grande.Para los prisioneros tampoco fue fácil, caminar con cadenas y a empujones no era lo ideal.Los pasillos y el patio por el que fueron trasladados mostraba un poco de daño por el combate anterior. Esto fue debido a que la batalla no llegó hasta el interior pero algunas de las rocas lanzadas por los inexpertos soldados del Surten, dañaron la estructura al caer ahí.El sol aún golpeaba con plenitud, el resto de soldados ya habían tomado posiciones en la zona mientras que algunos civiles caminaban por ahí tratando de retomar la fluidez del reino.Aún con todas esas personas por ahí, el gran reino se veía muy vacío gracias a su gran tamaño.Los prisioneros entraron para ser llevados por un pasillo final que conducía hasta el salón real donde Agusto y sus hombres le esperaban ya.La imponencia de mirar al rey hacia arriba en ese elegante trono era mucha, pero su tío no se contuvo ni por eso.



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Editado: 26.03.2025

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