¿Ahora sí deseas atacarme de frente? En el reino del sur lo hiciste desde las sombras.
—¡Eres un maldito con suerte! No sé cómo sobreviviste pero te mataré, ¡lo juro!
—No lo harás tío. En este momento cumpliré mi promesa con el rey de Olster. Serás enviado allí como prisionero y ellos te juzgarán por intentar matar a su hijo.
—No tienes pruebas de eso. Tú hiciste ese atentado por el deseo de vengarte, te quitó a tu prometida.—Estaba recuperando su cordura poco a poco.—Culparme a mí por tus crímenes, eso es caer bajo.
—Yo no necesito inculpar a nadie, por suerte eso ya fue aclarado. Ahora tú pagarás tus crímenes.—Agusto se agachó para mirarlo fijamente.—Da las gracias de esa promesa, si no te quedarías a vivir un infierno aquí por tus crímenes contra mi reino y el que fue de mi padre.
Su tío se enfureció aún más y escupió intentando darle, aunque su potencia fue insuficiente.
—Te traje ante mí para verte a los ojos una vez más antes de llevarte a tu destino.—Agusto puso nuevamente su espalda recta para seguir hablando.—Es una gran decepción verte así. Tienes que aprender a perder como hombre tío, porque has perdido.
Su tío se quedó callado al escuchar eso, sus palabras le llegaron y le hirieron profundamente. Le había matado su ego en aquel momento.
—Por favor llévenlo de nuevo a la prisión y esperen a los emisarios de Olster para su traslado. Ya han sido notificados.
Los soldados hicieron caso nuevamente y se llevaron al prisionero quien ya estaba en absoluto silencio. Al salir de ahí solo restaba conversar con el general enemigo quien no había dicho ni una sola palabra, se mantuvo quieto esperando su destino.
—General pase ante mí por favor.—El momento de ser juzgado había llegado.El general avanzó con mucha dignidad cargando en sus hombros. Levantó la mirada pero no lo hizo de forma retadora, fue más un ejemplo de respeto.
—¿Por qué decidió traicionar a mi tío?—Preguntó Agusto muy serio.
—No lo traicioné, solo lo entregué como usted lo demandó.—Le dijo con voz muy seria.
—Si no es traición entonces ¿Le sigue siendo leal?—Agusto era muy bueno en los juegos de palabras y para sacar información. Y esta vez lo hacía notar.
—Le soy leal a mi nación, a mis hombres y a mí mismo.—Dijo con voz fuerte y con el orgullo al máximo.—Considero que esa fue la mejor forma de salvar a lo que soy leal.
—Creo que es una excusa bastante buena pero sigue siendo una excusa al final de todo.—Agusto se estaba desilusionado de él.—Parece que usted no podrá cooperar conmigo, no desea salvar algo más que no sea su vida.
—Yo estoy dispuesto a dar mi vida por la de mis hombres.—Contestó molesto.—Lo tenía claro desde el primer momento que decidí rendirme. Estoy dispuesto a dar información siempre y cuando usted prometa respetar la vida de mis soldados y familia cuando vaya a casa con su venganza.
—No tienes por qué preocuparte de lo que yo haré.—Su mirada seguía fija en él.—No tienes porque pedir nada, tú mismo lo harás. Te voy a dejar ir y podrás proteger a quien tú desees.
—¿Me va dejar ir?—Preguntó sorprendido.
—¿Crees que me sirve de algo matarte aquí?—Preguntó Agusto con un poco de burla.—No puedo garantizarte la vida de los que me desafían. ¿En qué clase de batalla uno es tratado de asesinar pero no asesina? Es una guerra y si ellos se resisten caerán.
El general agachó la cabeza comprendiendo la idea de Agusto sobre el tema, sabía que tenía mucha razón en sus palabras y que no podía hacer nada más.
—Entonces ¿Mi información no le sirve?—Realizó un último intento para negociar algo.—Si le doy información le pido que respete la vida de mi familia.
—Hombre testarudo.—Dijo el rey con tono eufórico.—Te dejaré ir, te daré un caballo y sin tan preocupado estás por tu familia, tendrás tiempo de ir tú mismo a sacarlos de ahí a tiempo.
—Mi señor, eso sería enviar un informante al reino enemigo.—Interrumpió Jaime preocupado.
—No te preocupes, los que ya lograron escapar seguro lo informarán.—Le respondió Agusto ya muy estudiado de los temas.—La invasión ya no será ningún secreto así que no hay problema. Aquí solo estoy pagando una deuda a un hombre que hizo posible recuperar mi reino sin perder hombres.
—Es usted muy honorable, me hubiera gustado trabajar para usted en vez de su familia.—Dijo con voz triste pero sincera.—El honor es algo que ya no se ve en estos días.
—Nosotros no elegimos donde nacer pero si elegimos nuestras acciones.—Contestó el rey con sabiduría.—Estoy seguro que creciste bajo su influencia porque no conocías más, pero ahora sí lo haces.
—No le estoy entendiendo. ¿Qué quiere decir?—Estaba muy desconcertado por lo que le decía.
—Que ahora ya conoces a otro rey y otra forma de gobernar.—Agusto le dió una sonrisa en esta ocasión.—Puedes quedarte y trabajar para mí ahora.
El ruido de sorpresa y desaprobación se escuchó por toda la zona. Los miembros que escucharon no estaban de acuerdo con dicha proposición. El único que sonrió y apoyó a su rey fue Jacinto pero no digo nada, solo siguió observando todo.El general por su parte se sintió halagado pero no dijo ninguna respuesta. No era bien visto que esos cambios de bando ocurrieran pero sin duda el rey Agusto estaba más allá de eso.
—No creo que sea buena idea...—Dijo el general luchando contra el ruido que el resto hacía.
Agusto levantó la mano para que guardaran silencio.
—No te estoy diciendo que será así de fácil.—Le respondió sin rodeos.—Podrás tener un lugar en mi corte como jefe militar, solo si puedes comandar a tus soldados, reunirlos y hacer que luchen por mí.
—Yo no sé si sea capaz de hacer eso mi lord.—Dijo con humildad y bajando la cabeza nuevamente.—No puedo obligarnos a cambiar su lealtad y abandonar sus hogares.
—Si ellos te son leales a ti entonces no cambiarán. Seguirán siendo leales a ti y claro tú a mí—Se recargó en su respaldo como todo un buen negociador.—En cuanto a sus hogares, planeo tomar las tierras de mi familia de una vez por todas, así que ellos podrán quedarse ahí y vivir felices.