Esposa para el rey

Capitulo 42

Confío mucho en ti Job pero no debes estar aquí.—Continúo Agusto con las palabras a sus allegados.—Te pedí que marcharas al frente pero tienes que ir con tu sección. Somos muchos hombres así que deben haber líderes que los guíen y tú debes estar con tu grupo. Conoces el plan así que cualquier cosa ellos dependen de tí.

—Entiendo su majestad, me voy con los míos.—Job encontró la manera de sentirse útil e importante. Estar a cargo de un grupo era como un sueño cumplido para él así que supieron cómo llevarle.

Se retiró de ahí rápidamente e hizo lo posible por llevar esa responsabilidad con honor uniéndose al grupo que le fue asignado.

—Hacerlo cargo de los espías y vigías fue la opción más inteligente para mantenerlo ocupado.—Jacinto dijo con diversión a su rey.—Él se siente todo un general a cargo de un ejército.

—Bueno, los espías y exploradores son una parte importante para cualquier batalla.—Respondió Agusto sonriendo de igual forma.—No se me ocurrió alguien mejor para eso ni una opción más especial para Job ya que deseaba con tanto fervor unirse al ejército.

—Ya entiendo. Es verdad que tiene habilidades únicas en esa cuestión, recién fuimos salvados por ello.—Jacinto apoyó la decisión de su rey.—Y ahora con esa capacitación que tuvo, pasó de ser un chismoso de tabernas a un especialista en medir el terreno enemigo. Esa es una gran azaña en su vida.

—Sin hacer de menos el hecho de su puesto en el consejo.—Afirmó Agusto con seriedad.—Ese lugar no se lo quitaré por nada. A propósito.—Pausó para mirarlo.—Tú eres miembro del consejo también desde hace mucho pero siento que estás teniendo un estancamiento personal, dime ¿Qué puesto o grado te gustaría tener?, ¿un duque tal vez?

—Para nada mi señor. Esos puestos no son más que banales para el hombre.—Se sintió halagado por el ofrecimiento pero su respuesta fue sincera.—El único cargo que me importa es el que mi Dios me ha dado en su corte y es el que me interesa cuidar.

—Y ese puesto ¿No necesita ascensos?, ¿ser un papa o un obispo?

—Ciertamente esos rangos importan y dan mucha esperanza pero es algo que personalmente no me gustaría.—Miró al cielo como si sus ideas viajaran por ahí.—Pero sinceramente no me veo guiando a la iglesia, estoy bien así. Me gusta el cargo que tengo y el reino también.—Sonrió nuevamente para expresar su idea.—Pero si usted quiere premiarme, darme una catedral más grande y ponerle mi nombre a uno de los pueblos que conquistemos, sería muy agradable.

El rey y su sacerdote se rieron con esta conversación. Algo que necesitaban para relajarse en lo que sería un recorrido duro y estresante.
Agusto solo asintió con la cabeza pero de inmediato fueron interrumpidos por un par de sus generales que se acercaron a ellos.

—Mi señor antes de partir. ¿Dará el discurso tradicional a los soldados?

El monarca lo miró y entró nuevamente en la situación que le esperaba.

—Es así, por favor alineen a todos que en un momento daré unas palabras antes de partir.

Los generales hicieron caso y ordenaron sonar los tambores indicando que todos debían poner atención para las instrucciones del rey. Sonaron por un minuto, tiempo suficiente para que los más lejanos tomarán un formación que les permitiera escuchar dicho mensaje.
Agusto fue llevado en frente, guiado como siempre por su guardia personal quienes eran los encargados de moverlo.
La nueva silla de montar que le habían hecho, estaba mucho más equipada que la anterior. Ideal para la guerra y basada en un carro de guerra romano. Había un caballo que Agusto podía guiar en un caso de emergencia. Este caballo fue entrenado para recibir órdenes sin el uso de los pies y aunque era muy cómodo para los guardias sustituir sus manos por los fuertes lomos del caballo para mover al rey, solo sería usado en caso de emergencia y no como algo habitual.
El caballo era hermoso, era blanco, color favorito de Agusto por representar el orden y el mantenerse limpio. Incluso le puso un nombre; "Trueno"
Agusto se colocó en posición central para de ahí partir el discurso. Dos guardias lo acompañaron pero era su intención probar en una situación real a su caballo, así que se dejó llevar por el movimiento con su nuevo amigo Trueno.
"Queridos soldados, el momento ha llegado. Nos hemos estado preparando para luchar contra los que constantemente acosan nuestro hogar. Basta de buscar la defensa siempre, lo que necesitamos es pasar al ataque pues es la mejor forma de impedir que nos sigan atacando. Con su ayuda y con la de Dios, saldremos victoriosos y al final de la batalla podremos gritar: ¡Lo logramos!, ¡Somos libres de nuestros enemigos y del mal que nos hacen! Al finalizar todos ustedes se sentirán tranquilos y satisfechos por el trabajo que hemos logrado. Iremos pues a la guerra donde no solo obtendremos honor, iremos también por riquezas y nuevas tierras pues nuestro reino lo amerita. Les preguntaré si están listos para la victoria, ¿Están listos para conquistar?, ¿están listos para seguirme en esta encomienda?

—¡Siiii!—Se escuchó simultáneamente entre todos los soldados. Un gritó que hizo retumbar a todo el bosque y su existencia.

Agusto levantó la mano y comenzó a moverse sin ayuda de soldados, únicamente con su caballo al que podía mover por sí solo ahora. La satisfacción de hacerlo y sentir el aire frío corriendo en su dirección, recorriendo a todo un ejército que lucharía por su causa, le dió una satisfacción muy grande como ninguna otra.

—¡Avancen!—Gritó dirigiéndose a sus tropas.—¡Avancen, avancen!—Seguía gritando constantemente hasta que todos le siguieron.

La marcha había empezado y a pesar que el destino estaba claro, el temor por la temporada seguía.
Agusto había contemplado todo empezando por las rutas disponibles para llegar al reino que deseaban conquistar. Hacerlo requería de muchos hombres pues tenía que dejar una defensa sólida para evitar que su reino fuera tomado nuevamente en su ausencia. Para esta tarea ayudó a sus soldados con maquinaria pesada y con la construcción de nuevas defensas de las cuales él era el único que las conocía al cien por ciento. Estás defensas incluían trampas, nuevas torres de defensa, pasillos secretos, entre muchas más. Todas con la intención de convertirse en una fortaleza impenetrable para los enemigos actuales y los que vinieran en un futuro.
Además de considerar la defensa había otro factor importante que era obviamente el ataque. Para esto también se habían hecho las mejoras dichas anteriormente. Pero faltaba un punto que decía aplicarse una vez que el reino enemigo fuera tomado y era el dejar milicia ahí que resguardara el lugar, además de poner hombres de confianza para regir ahí o bien repartir las tierras entre los beneficiados.
En esta última cuestión tenían que lidiar con el descontento de los habitantes fieles al reino así que nada sería fácil aún después de ganar la guerra.
Agusto sabía todo esto y con su intelecto trató de hacer la mejor estrategia posible para ganar. En esta ocasión no contaba con el apoyo de Eréndira y sentía una gran necesidad de hacerlo. Ella había demostrado ser un gran complemento para él y tener un gran intelecto en lo que refiere a estrategias. En ocasiones sentía que necesitaba esa frescura además de pensamientos nuevos que no fueran del todo militares. Así que con ayuda de las cartas pudo comunicarse con ella y no solo por una cuestión amorosa o romántica, habían tocado estos temas.
El trayecto comenzó relajado como era de esperarse, gran parte del recorrido eran tierras conocidas así que a los soldados se les hizo fácil dirigirse por ahí. Los problemas llegaron con ciertas desviaciones y conforme se acercaran al territorio enemigo, ahí debían estar alertas ante posibles ataques o trampas. Esta vez era muy diferente, el enemigo sabía que irían hasta ahí.
El sol parecía que deseaba acompañarlos pero las nubes espesas le negaban aparecer del todo. Por ratos los soldados buscaban recibir sus rayos para controlar el frío. El marchar era cansado pero ayudaba en aliviar ese síntoma.
Agusto iba relajado, no conversaba solo se dejaba llevar por el andar de su nuevo carro con el que iba más rápido. Los guardias no se esforzaban tanto con esta nueva variante.
La mirada de todos estaba firme hacia su destino, la tierra se estaba ajustando con el paso de los soldados de manera que quedó muy plana.
La noche los alcanzó rápidamente, tendrías varios días de viaje así que acampar en lugares estratégicos era importante. Además de considerar que la noche llegaría necesitaban refugiarse con tiempo.
Aquí entró la importancia de la cartografía, pues con ayuda de los mapas podían analizar los lugares claves para acampar.
Cuando llegaban a un punto desconocido o que no estaba en los mapas, los exploradores entraban en acción. Se adelantaban por rondas para averiguar que había adelante.
A pesar que a muchos no se les hacía una profesión importante y muchas veces la discriminaban. Agusto comprendía la eficacia de los explorados pues gracias a ellos se podría encontrar algún peligro y ubicar el terreno para poder reaccionar a tiempo. Incluso para alertar si los enemigos estaban esperando o iniciando un ataque. Por eso los explorados eran los más forzados y quiénes realizaban el mayor trabajo físico durante los movimientos previos a la guerra.
La distancia se acortó cuando los días pasaron. Habían encontrado todo el camino con amplia tranquilidad y eso les generó varios pensamientos de alerta. Por un lado el silencio decía que tal vez los estaban esperando mientras que por otro les avisaba que pronto ocurriría algo. Es como entrar a una casa de sustos de la actualidad, caminas en suspenso sabiendo que en cualquier momento alguien hará algo en contra tuya para asustarte.
Este estrés lo cargaron todos durante todo el recorrido, los exploradores no habían encontrado nada. Era mucho más sencillo para todos saber que les esperaba y dónde.



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Editado: 26.03.2025

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