Capitulo 43

Mirlo y Kanser se alejaron de ahí dejando al rey solo y meditando sobre la estrategia que se llevaría a cabo. El monarca que intentaba restaurar el honor de su reino y cuyo orgullo de los aliados recaía en él, necesitaba lucirse en esta, la que sería su batalla final.
Era lo que había estado esperando y se tomó mucho tiempo para llevarlo a la realidad. Era como un sueño que al final se cumplía para él, uno que solo pasa una vez en la vida pero que depende de uno para llevarlo a cabo.
El campamento se hizo presente, a las pocas horas lograron establecerse y se veía impresionante desde cualquier punto de vista, el gran diámetro de las tiendas que se habían colocado para esta situación.
Como era de esperarse la mayoría de los líderes se encontraba en el centro, Agusto y los representantes del reino de Ricardo estaban ahí. Ambos como iguales aunque claramente el mando lo tenía el rey lisiado.
La noche llegó y con ella la intriga de los próximos movimientos, se montaron varios vigías para custodiar. Estos eran parte del ahora escuadrón de Job quien había salido para realizar una misión especial para su rey. Este escuadrón podía desvelarse y no sufrir efecto ya que ellos no lucharian en la guerra. Además estaban preparados para este tipo de misiones, tanto que uno de ellos pudo detectar la presencia del enemigo, capturarlo y presentarlo ante su rey.

—Mi señor, mi señor.—Dijo exaltado mientras corría a su tienda.—Por favor necesito informarle que encontramos exploradores enemigos y ellos han sido capturados. Necesita verlos.

Agusto abrió los ojos para atender ese nuevo acontecimiento y ver cómo sacarle provecho.
Parecía una muy buena noticia lo que estaba ocurriendo ahí. El hecho de capturar un explorador enemigo ocasionaba muchas cosas. Al estar tan cerca del reino enemigo eso hacía una gran ventaja para averiguar lo que pasaba.
Agusto se levantó y con ayuda de sus sirvientes estuvo listo rápidamente para ir a donde estaba el capturado.
En la parte central del campamento, estaban metidos tres hombres en una jaula de madera. Alumbrados con antorchas para no perderlos de vista, además de estar rodeados de muchos guardias que no les quitaban los ojos de encima.
Algunos de los militares de alto rango ya estaban para buscar información, no sé atrevieron a interrogar a los prisioneros pues querían esperar al rey y sus métodos para esto. Así que solo los registraron y analizaron.
Agusto no tardó en llegar ahí, fue llevado por sus guardias en la ya popular silla que incluso le hacía ver más imponente que en la anterior. Gran parte de esto fue gracias a la altura que le proporcionaba.
Los capturados vieron esto y se sintieron un poco atemorizados por el rey y su grandioso ejército.
Agusto los vió y de inmediato pidió una interacción con ellos. Los custodios tomaron a uno de ellos y lo arrastraron hasta su rey.

—Mi señor lo encontramos cerca del monte.—Comenzó a hablar el hombre que les encontró.—Desde ahí intentaban observarnos y buscar información de nosotros pero por suerte nos dimos cuenta y nos adelantamos a eso.

—¡Bien hecho! Como pueden ver la batalla ya ha comenzado y tuvimos suerte que nuestros explorados fueran más hábiles.—Agusto los miró con agradecimiento.—Han traído una gran victoria para esa batalla.

—¿Qué hacemos con ellos?—Preguntó uno de sus generales.—¿Podemos empezar a interrogar?

—Por supuesto, hagan que nos den la información.

Los militares llevaron a los tres hombres a una casa de campaña especial para esta situación, los metieron y los lanzaron rodeandolos para hablar.

—Son del reino Krimea ¿Verdad? Ese que es dominado por la familia del rey.—Comenzó el interrogatorio con voz sería por parte de todos.

—No sabemos nada de familias ni relaciones.—Dijo uno de ellos quien estaba ligeramente raspado del rostro.—Solo somos campesinos que caminábamos por ahí.

—¿Campesinos? Yo mismo los ví anotando y mirando a detalle nuestros movimientos.—Se interpuso uno de los hombres que le capturó, usó un tono molesto al escuchar esa versión.—¡No mientas!

—No es mentira mi señor, estábamos mirando su ejército por curiosidad.—Su tono era suave, cómo el de alguien asustado.—Nunca habíamos visto algo así, por ese motivo nos acercamos.

—Él tiene razón, no deben mentir.—El general se interpuso para hablar.—Podemos llegar a un buen acuerdo y ustedes serán libres.

—¿Por qué cree que mentimos?—Dijo el segundo capturado apoyando a su compañero.—¿Acaso tenemos facha de ser guerreros?

—No la tienen pero un explorador no necesita ser un guerrero.—El general se agachó para hablarle directo a la cara.—Sabemos que lo son porque usan instrumentos tales de un explorador capacitado. Además pudimos ver sus notas y en verdad lo son.

—Les recomiendo que no mientan más.—Intervino el segundo general.—Podrian sobrevivir, el reino por el que luchan está por caer, nuestro líder puede ser piadoso con ustedes.

Los tres hombres se miraron unos a otros intentando comunicarse de esta forma entre ellos. Con ese dato se habían dejado al descubierto y era evidente que sabían algunas cosas. Agusto observó esto y dejo que jugarán su carta.

—¿Qué nos ofrecen a cambio de la información?—Dijo el del centro quien fue el que se armó de valor para hablar.

—Les ofrecemos que se vayan de aquí y en libertad.—Respondió el general.—Claro, una vez que comprobemos que la información es verdadera.

—Es muy poco lo que ofrecen.—Respondieron estando los tres de acuerdo.—Nosotros necesitaríamos recibir más que eso… oro por ejemplo.

—Ustedes no están en condición de exigir las cosas y menos algo tan inaceptable.—El general se había indignado con dicha respuesta.—Esto es para hacerlo más sencillo pero si lo quieren por las malas, podemos torturarlos hasta que nos digan lo que queremos o en su defecto morir lentamente.

—Eso suena muy interesante, espero les dé tiempo de cumplirlo.—El prisionero sonrió macabramente.—Eso si no caen en la trampa primero. Nuestro ejército sabe que están aquí.