El plan era simple. Dividió al ejército en cuatro partes, la más grande se quedaría ahí pues no podían desplegar tantos hombres a un escenario donde no harían falta. Según los reportes de los exploradores, las defensas eran bajas en las torres así que desplegando mil hombres en cada grupo, sería suficiente para ganar a las defensas sin presentar tantas bajas.
Los generales de Agusto eran Elías, Moisés y Juan. Estos hombres experimentados y quiénes se atrevieron a poner los retos a Mirlo. Serían los encargados de traer esa primera victoria.
Se agruparon rápidamente y avanzaron hacia sus destinos que era el primer enfrentamiento del día.
Agusto se quedó atrás junto a los generales Mirlo y Kanser. También el sacerdote Jacinto estaba ahí con él. Todos ellos guardaron la posición y esperaron los resultados.
Como siempre y con una buena estrategia, Agusto desplegó a los exploradores hacia el centro del reino, donde se presumía estaba la defensa principal. Así que él se adelantó para estudiar la zona a fondo.
El ejército del general Moisés fue el encargado de dirigirse al extremo más alejado del lugar. La punta donde mayor nieve había.
Este general fue el que realizó una mayor inspección en contra de los prisioneros y quien proporcionó más energía e ideas para el plan.
Estaba moralmente muy elevado y deseoso de terminar aquella misión. Esto le traería grandes beneficios con su líder y sería alabado y proclamado como gran líder militar, tanto como para pensar en el retiro definitivo.
Se fue muy motivado y esta actitud deseaba pasarla a sus soldados.
En su ejército había varios arqueros, infantería, un poco de caballería y una máquina de asedio. También solicitó llevar zapadores para detectar trampas y poderlas quitar de su camino. Un par de exploradores también fueron requeridos para reducir los riesgos.
Una vez que llegaron lo bastante cerca, el general envió a sus dos exploradores hacia la misión.
El escenario era muy pequeño tal y como se les habían descrito anteriormente. Había una torre alta rodeada de un muro y al interior de esta había varios hombres encargados de su defensa. La habían construido idealmente para poder visualizar ejércitos enemigos acercándose por ahí. La conectaron con un gran camino que llevaba directo al reino por el cual les envían suministros y a su vez enviaban información.
A un costado de esta torre había un cuartel donde entrenaban los soldados, un pequeño establo para cuidar a sus caballos y un campo de tiro para entrenar.
El lugar no se veía muy amenazador. Ni siquiera era un obstáculo para el camino hacia la fortaleza principal, pero para basarse en la estrategia principal, era necesario capturarlo para evitar posibles sorpresas.
El general aguardó en una posición donde solicitó que sus tropas se escondieran. Vió muy pocos soldados pero aún así no se quiso confiar y esperó la señal de los exploradores.
Su par de hombres no tardaron en avanzar y colocarse en una zona con buena visibilidad. Se tenían que esconder de los arqueros de las torre quienes gracias a la bruma, tenían menos visibilidad.
En cuestión de minutos pudieron ver el interior de la torre y con ellos el número de enemigos que ahí habían. Comprobaron que no eran más de 50 hombres así que sería fácil someterlos para capturar el lugar.
Se acercaron de nuevo hacia su líder y le indicaron que podían atacar. El general Moisés les hizo caso y ordenó el ataque simultáneo de sus tropas contra el enemigo.
El primer ataque lo llevó a cabo la artillería, dieron un golpe certero con una pesada roca a la torre lo que provocó que esta se moviera desequilibrando a los arqueros y rompiendo parte de su estructura.
Tocó el turno de la infantería quienes se cubrieron con escudos para llegar hasta ahí y colocar escaleras para trepas. Los arqueros avanzaron en segundo plano para proteger a la infantería mientras esta intentaba subir. La caballería aguardó ahí hasta que lograran llegar a lo alto.
Todo parecía ir muy bien, el elemento sorpresa parecía funcionar y el ataque combinado estaba surtiendo efecto. Las tropas de Moisés se acercaron tanto que ya podían saborear la victoria.
Desafortunadamente para ellos, uno de los arqueros que defendían, lanzó una flecha con fuego incendiado casi todo a su alrededor. Les habían tendido una trampa, los estaban esperando y les habían llevado a donde querían para encender ese fuego.
No solo era esa la sorpresa que les tenían preparada. Desde lo alto de una montaña y saliendo entre los árboles, había varios arqueros que conocían el plan y comenzaron a atacar sin piedad.
Flechas cayeron una y otra vez sobre los enemigos que deseaban salir del fuego para evitar arder ahí.
No les fue posible, habían planeado tanto ese movimiento para ganar ventaja en aquella guerra en la que sus números eran menores. Así que tenían que aprovechar cualquier cosa a su favor y así lo hicieron.
La infantería atrapada intentó resistir bajo la dirección de Moisés quien ya estaba desesperado y muy decepcionado por aquello. Había estado pensado tanto en su gloria que no se percató que era una trampa. Pensó en pedir ayuda pero su orgullo se interpuso creyendo que sería el general más criticado y que incluso perdería su puesto. Pues él no olvidaba que todo aquello había sido su plan y ahora lo estaba pagando.
Después entendió que si vivía podía remediar aquello así que ordenó a la caballería salir corriendo de ahí para pedir refuerzos. Solo necesitaba que uno de ellos llegara ante su rey para prevenirlo de aquello así que esa fue su orden.
La caballería de inmediato dió la vuelta para huir de ahí pero se encontraron con un grupo de lanceros que les cerraba el paso. Está tropa era la debilidad de la caballería y poco pudieron hacer para escapar de ahí.
La defensiva lo tenía todo muy bien planeado. Desde los exploradores que intencionalmente se hicieron capturar para dar esa falsa información. Tenían que hacerlo de manera creíble y lo lograron. Este plan había sido diseñado por el primo de Agusto, el príncipe Samuel, quien no dejaría caer su reino sin pelear así que se preparó tanto que logró aquello.
Él mismo dirigió la operación desde lo alto. Ahí al ver que todo estaba marchando como su plan lo dictó. Decidió abrir una botella de vino y la bebió para festejar mientras sus enemigos caían unos tras otros.
Afortunadamente para Agusto, tres de sus caballeros lograron escapar a toda velocidad por el bosque. Los lanceros no notificaron esto pues temían a las represalias de su líder quien ya festejaba.
Había dado la orden de no sobrevivientes por eso esa situación rompía su estrategia, había que esperar como se solucionaban las cosas.
Cuando vió que todos sus enemigos cayeron ordenó que el fuego se detuviera pues tenía pensado algo más con ellos.
Ordenó a sus tropas robar todas las armaduras y emblemas verdes que colgaban de estas. Rescataron la mayor parte que pudieron y así las repartieron para vestirse de ese modo.
Su siguiente movimiento era tomar esas armaduras para hacerse pasar por el ejército de Agusto y una vez que los tuviera alineados juntos a ellos, daría el un nuevo golpe con el elemento sorpresa. Este y otros planes tenían en su mente para jugar en aquella guerra donde no solo su reino estaba en peligro si no también el orgullo de ambos líderes.
Los ejércitos de los generales Elías y Juan también sufrieron el mismo destino que Moisés. No solo perdieron a todos sus soldados en una desastrosa derrota, también habían sido capturados y llevados ante él líder enemigo quien sumaba una victoria importante de manera discreta pues su enemigo no sabría de esta y seguirían confiados.
Los detuvo cerca de una de esas torres, en un granero que utilizaba como base temporal para aquella operación. Ahí los sometieron y los entregaron como era debido para regresar las torturas prometidas.