Capitulo 48

¿Qué había pasado?, ¿por qué estaba el rey lisiado enfrente de él? Estas y más preguntas se hacia el soldado que ahora estaba acorralado en el campamento enemigo por un ejército que le superaba.

—¿A dónde creen que van?—Preguntó Agusto cuando planeaban escapar.—La noche aún les requiere aquí.

A su lado estaban los generales Mirlo y Kanser, así como todas sus tropas y milicias que les respaldaban.

—Suelten sus armas y sus vidas serán perdonadas.—Pidió el rey intentando llegar a la paz.—Están rodeados. Es mejor que desistan.

—Hijo de...—Respondió bravamenete el líder enemigo.—Venimos aquí con la intención de morir pero nos llevaremos a varios de ustedes.

Su decisión había sido clara, indicó a sus hombres que atacaran. Él se levantó lanzándose contra el rey lisiado pero no tuvo éxito. Los arqueros que le apuntaban, soltaron sus flechas dejándolo incapacitado para moverse. La muerte le llegaría en algunos minutos.
El resto de soldados que intentaron seguir a su líder también fueron abatidos por los disparos y espadas que se pusieron en su camino. Gracias a esto el rey y sus generales quedaron a salvo.
Algunos soldados enemigos entendieron la situación y se rindieron. No sabían cómo había fallado su plan pero era un hecho que resistirse solo les traería la muerte. Soltaron sus espadas rindiéndose y dejándose capturar. Los llevaron a una zona donde serían cuestionados.

—Se rindieron más de los que se contemplaron.—Dijo Kanser viendo el evento.—Me parece que no podremos mantener a tantos.

—Tal vez los pueda unir a mis filas.—Respondió Mirlo el comentario.—Serán más tropas para el rey, si él así lo requiere.

—No es momento para eso.—Agusto tenía su mirada enfrente, muy fija.—Necesitamos ganar la guerra primero antes de tomar las decisiones.

—Entiendo su majestad pero ¿por qué está tan pensativo?—Preguntó Mirlo muy intrigado.—Hemos vencido, su plan funcionó. ¿Deberíamos estar contentos no?

—Ganamos de la mejor manera esta batalla pero no olvidemos lo que perdimos también.

—Si, nuestros tres generales y una tropa considerable.—Afirmó Jacinto quien se unía a la conversación.—Pediré por sus almas de todos esta noche.

—Sí, pero creo que su sacrificio no fue en vano. Gracias a eso pudimos derrotar a una gran fuerza de ellos.

Los festejos no podían darse. Agusto había perdido muchos hombres por un descuido suyo. Pensaba que tal vez si él se hubiera encargado de todo, se habría dado cuenta que era una trampa y todo sería distinto. En aquellos momentos no vió mal confiar en sus generales pues estos se veían confiados. Fue su culpa de cierto modo y lo habían pagado con sus vidas en aquella notoria derrota, pero eso no quería Agusto ni mucho menos perder casi 3 mil soldados.

—Necesitamos recuperar el orden.—Continúo Agusto con las indicaciones.—Ahora sabemos que nuestro enemigo quiere jugar duro y ha pensado bastante en todo. Necesitamos ser más astutos como esta vez.

—Sí señor, aunque dudo que haya alguien más astuto que usted. —Le alabó Mirlo con mucha alegría.—Se dió cuenta exactamente de lo que pasaba y pudo encontrar una solución a tiempo. Eso habla muy bien de usted.

—Si, aunque la forma en la que se dió cuenta aún no me queda clara.—Sumó Jacinto su opinión.—¿Puede explicarnos?

"La realidad es que me dí cuenta desde que los exploradores fingieron darnos la información que necesitábamos. Había unos mapas del terreno que solo mostraban los territorios a donde deseaban que fuéramos. No colocaron puntos estratégicos en los que ellos se esconderían. Digamos que dibujaron un mapa para que nosotros nos fuéramos a lo obvio. Mi memoria de este lugar no es muy buena pero el arroyo que recordaba no estaba marcado, posiblemente en estos años se pudo secar pero envié a Job para corroborar ese dato. Él y sus exploradores pudieron constatar que ese arroyo así como muchas otras cosas importantes ahí seguían. Esa información era una trampa y ahora necesitaba saber a qué. No estuve presente en la reunión así que me tocó adivinar por separado que tramaban. Entonces solo fue cuestión de seguir sus movimientos. Tuve la suerte de que un caballero del escuadrón de Moisés llegó hasta aquí y me reveló todo. Supuse que harían un movimiento después y así fue. Ellos se pusieron los uniformes de nuestro ejército para meterse y atacar desde adentro. Su plan se basaba básicamente en hacernos creer que nosotros teníamos la ventaja y que íbamos ganando. Sus actuaciones eran perfectas y trabajadas pero yo tenía que aplicar lo mismo. Si hubiera atacado cuando me enteré que eran falsos soldados, seguramente hubieran huido y fortificado. Así que los dejé venir haciéndoles creer ahora yo, que su plan estaba funcionando, así los tendría en casa y solo debía esperar para atacarlos.
Lo más lógico era pensar que atacarían de noche cuando estuviéramos desprevenidos. Fue entonces que usé eso a mí favor. Envié un escuadrón dirigido por ustedes, mis generales restantes, a capturar las fuerzas que vencieron a Ezequiel. Los vencieron pero no los mataron, solo los capturaron y dejaron sus trajes puestos. Metí a otro escuadrón sustituyendo a estos hombres que se unirían al ataque en la noche. Mandé al enemigo lo más lejos del campamento sabiendo que no se negarían pues lo verían como ventaja. Cuando estuvieron lejos y distraídos, ordené que todo el campamento fuera vaciado y se prepararan rodeándolo y ahí esperaran mi señal. Únicamente dejamos en el campamento a los recién capturados, algunos amarrados para evitar el escape, otros sedados para hacerlos pasar como dormidos y otros más a la deriva. Así ellos fueron asesinados por sus mismos compañeros pensando que éramos nosotros. Obviamente su plan no funcionó, en el campamento se encontraron con hombres desarmados que se despertaban recién de su sueño. Por eso no encontraron resistencia, eso nos permitió rodear por completo y atacar en cuanto trataron de escapar.

—Es un excelente plan. Hubo varios factores que ahora entiendo. Parece que el destino nos permitió ganar esta vez al mostrarnos las cosas.