Esposa para el rey

Capitulo 53

Todas aplaudieron al escuchar esas palabras pues supieron ver que la exigente princesa había quedado conforme y la misión había terminado.

—¡Les agradezco mucho en verdad!—Se expresaba con gran emoción mientras aún se miraba en el espejo.

Las demás pudieron descansar, algunas se sentaron en la cama mientras que otras bebieron un poco de agua. Fue impecable.

Ahora solo restaba que el resto de princesas también se arreglaran. Eso sería más sencillo pues no tenían que resaltar más que las novias pero tenían que verse bien.
Erendira se apartó a su habitación para cambiarse ella misma. Aunque un par de asistentes se ofrecieron en ayudarle, ella simplemente se negó abogando que deseaba hacerlo ella misma.
En su habitación se miró al espejo después de sacar sus vestidos y ponerlos en su cama. Ella siempre había sido muy sencilla y humilde con esa parte. Aunque no se descuidaba, tampoco pasaba horas arreglándose.
En ese momento se cuestionó si debía cambiar su forma de ser respecto a eso. Se estaba por convertir en una reina y aunque estaba segura que a Agusto le gustaba, sintió que tal vez debía ser más como Sleidy.
Tomando esa idea se dió a la tarea de arreglarse aún más y cambiar un poco su estilo.

La gran fiesta ya había comenzado para los que se encontraban en el gran salón. Y es que estar rodeados de música, arreglos y muchas personas, ya daba esa sensación de fiesta que el alma humana sabe reconocer.
Ricardo en esta ocasión fue el primero en llegar ahí. Su esposa, como era de esperarse, estuvo ocupada en algunos otros aspectos, incluído el arreglarse.
El rey estaba muy contento, era un gran día para su hija, para él y para el reino entero.
Agusto ya estaba ahí, se le había asignado una mesa muy especial cercana a los novios. Él estaba acompañado por su ya conocido grupo; Jacinto, Mirlo y Job, además en esa mesa se iba a incorporar su prometida y un par de conocidos más.
El general Kanser quien era un héroe para el reino, se dió a la tarea de encargarse de la seguridad aunque el mismo rey Ricardo prefería tratarlo como invitado. El general desistió pues creía que la seguridad del reino era totalmente su responsabilidad y así lo ejerció. Aún así no perdió la oportunidad de saludar a sus viejos amigos y darse un respiro en ocasiones.
La familia del rey así como los miembros de su consejo, estaban en un sector todos por igual. Comenzaron a socializar entre ellos y presumir de algunas cosas que les caracterizaban a cada uno. Todos muy ansiosos porque la gran fiesta comenzara oficialmente y poder criticar algunos aspectos a su antojo.
Muy cerca también de los novios, estaban los invitados del Reino de Olster. Al ser muchos, tuvieron un sector para ellos mismos, encabezados por el rey y la reina quienes disfrutaban hasta adelante y quienes tendrían una participación especial para ese día.
Para propiciar la misa se había traído un obispo desde la santa sede. La haría el máximo representante pero por temas de salud no pudo hacer el viaje así que envió a uno de los obispos más aptos para esto. Traía a varios asistentes que fueron atendidos desde ese momento. Nada podía salir mal en aquella boda.
El primero de los esperados novios llegó, el príncipe Marin fue anunciado y todos guardaron silencio para ver su entrada. Llegó con su escolta principal, todos esperaban que llegara en un carruaje pero él decidió hacerlo en la forma tradicional. Lo hizo montando un hermoso caballo blanco con una montura de oro. Su reino era conocido por la crianza de estos animales así como buenos exportadores, un beneficio que los reinos aliados comenzaron a recibir.
Sus caballeros lo escoltaron en tres fases y fue porque aunque acabó el peligro, no podían darse el lujo de escatimar en su seguridad y menos en una fecha tan importante. Aunque ya eran aliados, solo había sido de palabra pues la condición principal había sido la boda y si ellos no deseaban borrar eso, el príncipe tenía que casarse.
Bajó de su caballo al llegar al camino que le conducía al altar. Al hacerlo fue aplaudido y venerado por todos los que ahí estaban reunidos. La guardia del reino local alzó sus espadas para recibirlo.
Comenzó a avanzar para ir saludando a todos a lo lejos, el nerviosismo era muy evidente pero su salir avante para esperar a su bella prometida.

El príncipe esperó a un costado del obispo hasta que su bella pareja llegara. Ella los hizo esperar un rato en el que todos se entretenían conversando en suspenso.
Al fin llegó el momento y la hermosa princesa hizo su acto de aparición. Cuando Sebastián la vió, se le olvidó por completo su malestar por la espera. Sus ojos brillaron ante su presencia como debería ser. Sabía que su prometida era muy hermosa pero no se imaginó que pudiera explotar aún más esa belleza.
El rey Ricardo y su esposa quedaron muy orgullosos al verla, sentían que la mejor parte de ellos dos estaba reflejada en ella. Sin duda todos apreciaron esta característica.
Sleidy avanzó por el camino aún más lento que su novio. No tenía más opción pues el vestuario se lo impedía, además que estaba saludando a varias personas a la vez.
Una espera que su novio sintió eterna.
Llegó el momento en que estos dos jóvenes enamorados se reunieron, él la tomó de la mano mientras ella no lo dejaba de ver, también estaba muy cautivada.
Presionaron fuerte sus manos mientras la música sonaba, era romántica y tierna, ideal para un momento así.
El obispo los recibió con una gran sonrisa y esperó a que ambos se pusieran enfrente de él para entrar en acción.
Comenzó con unas palabras que a todos llegaron, una breve introducción para explicar la importancia del matrimonio y lo que este traería consigo a la vida de estos dos.
Después, dió inicio oficial a la ceremonia, recitó algunas palabras del texto sagrado así como pedir unos cantos. Todos estaban muy atentos aunque una pequeña parte se sentía aburrida, la religión y esta ceremonia no eran lo suyo.
Fue muy corto el tiempo en que esto duró. Cuando se dieron cuenta ya estaban en la parte final. Los novios se agarraron de las manos muy fuerte mientras escucharon el ”Por el poder que me confiere la iglesia y Dios, yo les declaro esposos. Puede besar a la novia"
Una de las frases más tradicionales que han trascendido a lo largo del tiempo.
Los aplausos no se hicieron esperar una vez que la felíz pareja se besó. Gritos y emociones volaron por todos lados, principalmente de los más cercanos.
Erendira y Agusto, quienes aguardaban sentados, se tomaron de las manos al reflexionar que serían los siguientes en el altar. Esto emocionó a ambos quienes no deseaban esperar tanto tiempo hasta que eso ocurriera.
El resto de la familia y principalmente el rey Ricardo, compartieron la emoción en lágrimas. El monarca no se podía creer que ya dos de sus hijas se habían casado y que su reino y dominio crecían bastante.
La reina estuvo ahí para consolarlo pero ella también derramó lágrimas por esta situación.
Los ahora esposos se soltaron para dar la cara a los invitados que aplaudían su boda.
Caminaron hacia ellos después de dar las gracias al obispo y se quedaron en el centro para agradecer como era la costumbre.
Después de hacerlo muy emotivamente, los dos se fueron a su mesa mientras el rey Ricardo tomaba la palabra para inaugurar el banquete.
Todos los servidores entraron rápidamente en acción para llevar hasta ellos, manjares que les deleitarian la boca y el estómago.
Aquello se puso mejor cuando llegó el vino y una bebida también alcohólica que habían llevado del reino Olster.
La festividad fue impecable. Todos habían necesitado un día así, sin preocupaciones, solo para descansar. Incluso Agusto quien no se deslindaba de sus tareas tan fácil, optó por quedarse tranquilo, disfrutar y relajarse.
Jacinto aprovechó para ir con el obispo, sentía una gran oportunidad de aprender algo de él e incluso ascender en un puesto religioso.
La fama del sacerdote había llegado a oídos de la santa sede aunque no de la mejor forma porque no autorizaban las guerras. Lo vieron como un clérigo que abandonó su puesto de fé por ir a una batalla para beneficio humano.
Al principio le fue difícil entablar una conversación con él debido a esta situación, pero después de elegir bien los temas en la conversación, demostrar que su fé estaba en lo más alto, y por supuesto con ayuda del alcohol, pudo entablar una gran relación con él que ayudaría a su carrera.
Job por su parte se desenvolvió con los miembros del consejo de otro reino. Esto debido a que ellos no conocían su pasado humilde y no lo juzgaban como los de su propio reino que seguían sin aceptarlo. Hizo muchos lados diplomáticos que ayudarían al futuro del reino y al suyo pues demostraría gran utilidad a su persona.
Mirlo se sentía atraído por todo lo que ahí había. Era muy caluroso y la gente muy acogedora, algo que en su lugar de nacimiento no tenía.
Se sintió un poco nostálgico pues su familia estaba en los reinos conquistados. Él se aseguró que todos estuvieran muy bien y que recibieran más beneficios de lo que ya tenían, todo esto gracias al favor de su rey y de lo que logró en batallas.
La familia del rey Ricardo no tardó en hacer su aparición crítica en el escenario. Lo hacían por envidia y porque deseaban demostrar que su reino era mucho mejor al de él. Nada de esto era cierto. Ricardo había llevado a otro nivel su territorio haciéndolo crecer de todas las maneras posibles, era un gran monarca y esto generó envidia.
Tampoco se resistieron en criticar a los otros dos reyes de la alianza, comenzando por Agusto quien recibió fuertes comentarios debido a su condición. "Ustedes creen que ese lisiado va ser el gran líder que dicen los relatos", "Es evidente que exageraron las historias, seguramente se aprovecharon de reinos inferiores" "Por eso su reino está en decadencia", "seguro Ricardo le ofreció algo de lo peor en su reino"
Estos comentarios pasaron desapercibidos por el rey quien se estaba divirtiendo mientras Erendira bailaba enfrente de él tomándolo de las manos. Agusto le sonreía y trataba de mover el resto del cuerpo para seguir con ella. El amor que sentía le ayudaba a evadir cualquier mal que viniera y sería su estructura para todo lo que estaría por venir en el futuro.



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Editado: 26.03.2025

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