Esposa para el rey

Capitulo 55

Durante ese lapso las historias entre ambos no se hicieron esperar. Era de las pocas formas para pasar el tiempo. Sin duda la más interesante fue la que contó Erendira. El general preguntó sobre su vida y ella le contó su pasado.
Erendira se había criado en el reino de Kreiton, tierra que por años había pertenecido a su familia, el rey Carlos de rama noble y por la reina Susana quien no era de la realeza. Ella se ganó el corazón de su amado mostrando habilidades médicas increíbles. Su fama fue tanta que el mismo rey la llamó para tratarse una enfermedad severa que le llevaba aquejando por años. En cuestión de días ella logró curarlo.
Esto fascinó a Carlos quien no la quiso dejar ir, aún en contra de los consejeros y familiares, él se casó con ella para hacerla reina. Durante mucho tiempo demostró ser una gran reina ganándose el cariño de todos, pero después y con motivos aún misteriosos el reino se vino abajo repentinamente. Las cosechas se secaron, las enfermedades llegaron, el clima era muy violento y muchas cosas más. La gente comenzó a decir que todo eso fue castigo divino por haber llevado al trono a esa mujer. La reina pronto fue despreciada por todos pidiendo que se fuera. El rey Carlos no lo permitió, la defendió hasta el final, él no creía en eso y la amaba.
En ese entonces Erendira ya era una jóven que pudo ver como su madre era repudiada.
El reino se fue abajo y ni con la ayuda de sus aliados pudieron salvarlo. En medio del caos unos bandidos aprovecharon todo eso para desmantelar el reino. La familia real fue la principal en sufrir ese ataque, ahí murieron ambos reyes. Erendira pudo salvarse gracias a un soldado que le ayudó y la llevó al reino de su tío Ricardo.
Kanser quedó impactado por dicha historia, realmente no todos los reinos tenían la dicha de sobrevivir. Sin duda estaban viniendo una dicha.
Erendira se veía bien al contar aquello, su madurez era tanta que hablarlo no presentaba problemas en sus emociones. Trataba de llevar lo mejor posible la situación así como todas las virtudes que sus padres le enseñaron.
Las historias no pudieron seguir, a mitad de camino pasó algo que les hizo detenerse.
El cochero detuvo el carruaje bruscamente. Había encontrado algo en su camino que le obligó a hacerlo.
Erendira y Kanser llevaban pocos soldados debido a la paz, no pensaban que se encontrarían en peligro. Desafortunadamente para ellos no fue así.
El general decidió bajar del carruaje y se encontró con varios hombres que les impedían el paso. Enfrente de todos ellos estaban unos caballeros montando a sus caballos, sus armaduras eran muy hermosas y brillantes.
Kanser vió el estandarte que llevaban, no lo reconoció de algún reino cercano. Era un escudo plateado atravesado por una espada recta y un par de alas de ángel, una de cada lado.
Eran muchos hombres como para retarlos a todos así que intentó hablar para ver de qué se trataba.

—Buen día caballeros.—Saludó cortésmente sin dejar su postura de guerrero.—¿Por qué obstruyen nuestro camino?

—Venimos a cobrar una deuda por orden de nuestra reina.—Respondió su líder que estaba hasta enfrente.—La mujer que lo acompaña ha cometido una falta grave a su alteza la reina Margarita.

—Creo que está usted confundido.—Le contestó desorientado.—La mujer que me acompaña no tiene nada que ver con dicha reina. Nosotros somos del reino de Surten y nos dirigimos al norte.—Dió tres pasos para avanzar hacia ellos.—Somos invitados del rey Agusto para asistir a la contienda en el reino de Esacrum.

—No hay ninguna mi lord.—Respondió acercándose él también.—Nosotros también nos dirigimos a dicho reino para tal evento.—Hizo una señal a sus hombres para que se acercaran.—La llevaremos con nosotros y cuando lleguemos enfrentará las consecuencias.

Erendira no resistió más y bajó del carruaje para ver de frente a esos hombres. Los examinó pero no cuestionó sus deseos. Le pidió a su general que no tuviera pendiente por ella. Si aquellos hombres decían la verdad entonces seguirían el mismo camino, se no ser así le pidió que le notificar a Agusto lo sucedido.
La jóven avanzó hacia el carruaje que llevaban aquellos hombres y subió sin resistencia, cuando estuvo arriba se dió la orden y avanzaron.
Kanser subió de nueva cuenta a su carruaje y pidió al chófer que los siguiera.
Se fue de ahí creyendo que aquellos hombres habían secuestrar a su protegida.



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Editado: 26.03.2025

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