Capitulo 56

El escenario era magnífico. Miles de personas caminaban cerca de aquel lugar que se había designado para el evento. Era un enorme terreno que se adaptó para la contienda.
El evento duraría 4 días, tiempo que los soldados tendrían para demostrar sus habilidades y llevar el honor a sus reinos.
Se reunieron diez reinos para la competencia. Algunos cercanos y otros más de tierras lejanas. Lugares grandes y prósperos mientras que otros con ciertos problemas y pequeños, sin duda el más grande y glorioso era el reino de Esacrum.
No había necesidad de mostrar nada, todos los visitantes pudieron ver la grandeza en cuanto llegaron. El lugar ya era un reino estable que crecía día a día.
Agusto tenía la mente relajada, solo quería disfrutar de aquella evento como lo había programado. No estaba deseoso por ganar como algunos de sus homólogos. Él solo quería unir más a su reino y disfrutar de su amada planeando la boda que se aproximaba.
El día estaba hermoso. La estación regente era la primavera, para ellos el año iniciaba justo en esta estación así que era una buena fecha para hacerlo decretando que sería un gran año para el reino.
Agusto y el resto de reyes estaban en sus posiciones disfrutando del espectáculo inicial.
El resto de personas ya llenaba los alrededores mientras que otras más buscaban cómo colarse para mirar.
La primer competencia se trataba de la lanza, había que lanzarla cruzando una línea, quién llegara más lejos sería el ganador.
Valientes y fuertes caballeros se dieron a la tarea de realizarlo dejando ver sus habilidades y haciendo un gran espectáculo.

—Erendira debió llegar hace horas.—Comentó Agusto con tono desesperado a Jacinto.

—Tranquilo mi rey. Es un viaje largo.—Le respondió el sacerdote con su voz animada.—Estoy seguro que llegará pronto.

—Y cuando lo haga no la podré recibir como se merece.—Dijo con tono de reclamo.—Todo porque tengo que estar aquí con los otros reyes, debimos postergar el evento.

—Es la primera vez que lo organizamos.—Lo ánimo mientras veían el evento.—Lo hicimos a prisa pero pienso que todo salió bien. Solo cuidaremos esos detalles para el siguiente.

El rey estaba muy ansioso, realmente él solo quería pasar tiempo con su amada, así que no estaba disfrutando al cien del espectáculo.
En el lugar reservado para los reyes había un espacio vacío. Un reino que aún no había llegado. Ese sitio estaba destinado al reino de Anarquía, uno lejano que nunca había tenido presencia ahí, sin embargo había sido invitado para establecer lazos con ellos. La diplomacia era una virtud que tenían que comenzar a sacar.
Al pasar el tiempo y la ansiedad de Agusto aumentada, presenciaron un acto que llamó la atención de todos.
El reino de Anarquía había llegado al lugar y lo hacían con mucho estilo.
Los caballeros avanzaron en formación haciendo piruetas y maniobras con sus armas. Gritaban cada vez que hacían una de estas.
Todos miraron hacia su izquierda que era donde este reino avanzaba.
El rey era transportado en su carruaje detrás de los caballeros.
Todo parecía normal hasta que notaron que no fueron a su lugar destinado para presenciar el evento, en lugar de eso se dirigieron hasta el centro, justo donde los competidores estaban. Estos últimos tuvieron que salir del camino interrumpiendo su actuación para conocer el desenlace.
Se detuvieron justo cuando llegaron enfrente de Agusto quien seguía desconcertado por tal comportamiento.
Los caballeros desmontaron y cubrieron a su rey quien se bajó del carruaje para hablar.

—Rey de Esacrum, hemos venido a este evento haciendo valer la invitación que nos hicieron llegar.—Su tomó de voz era muy prepotente.—Yo el rey Isidro II junto a mi hermana Margarita, aprovechamos para reclamar la parte del reino que nos corresponde y para hacerle una apuesta más respeto a la mujer que recientemente nos ha ofendido.

Agusto se sorprendió al verlos ahí. Aquel reino no era otro que el del hermano de su antigua esposa, aquella que lo abandonó tras su desgracia. El rey ya no los recordaba y consideró un problema haberlos invitado.

—Sean bienvenidos al reino de Esacrum.—Dijo Agusto muy serio.—Siento la confusión que están teniendo, pero ninguna tierra de aquí les pertenece.—No dejaba de mirarlos retadoramente.—Hay un lugar reservado para ustedes, tómenlo y disfruten el evento.

—Claro que hay tierras que reclamar.—Insistió aquel hombre.—¿Se olvida que contrajo matrimonio con mi hermana? Ella es la reina de este lugar y como tal tiene derechos.—Dió un paso hacia adelante.—Recientemente nos enteramos que pretende ofender ese matrimonio desposando a otra mujer aliándose con otro reino y compartiendo lo que por derecho es de mi hermana.—Aquel hombre podía dejar ver su coraje en cada palabra.—En situaciones comunes eso nos habría llevado a la guerra, pero el reino de Anarquía también quiere disfrutar de la paz, por eso le exigimos que cumpla su derecho dándole lo que le pertenece.

—Ese matrimonio ha quedado inválido por propia voluntad de la reina.—El padre Jacinto intervino a favor de su rey.—Ella decidió irse tras la desgracia que azotó a mi rey. Dijo que iría con el obispo para invalidar ese matrimonio.—Se levantó para hacer notar su molestia.—Fue su decisión y mi rey no ha cometido ninguna falta, le exijo que deje esas acusaciones.

El ruido había cedido en esos momentos. Todos los participantes se habían formado para escuchar aquella conversación. Los demás reyes también estaban muy atentos así como el resto de personas que alcanzaban a escuchar el problema.
A nadie le disgustó la pausa en el evento. Aquel espectáculo parecía ser igual de prometedor en cuanto a entreteniendo se refiere.

—Mi hermana no inválido ese matrimonio.—Continuó el hermano, esta vez dirigiéndose al sacerdote.—Está usted muy mal informado, padre.

Jacinto lo miró desconcertado. Ni él ni Agusto habían contemplado esa opción. Daban por hecho que la reina se había marchado para nunca volver.
Parecía ser que su gran proeza por conseguir una nueva esposa para su rey, había sido en vano.