Esposa para el rey

Final

El evento se había puesto muy interesante para los que disfrutaban de él. Había surgido una situación inesperada que los tenía al borde del suspenso.
Todos se hacían la misma pregunta “¿El rey Agusto aceptaría aquel reto?
Mientras meditaba la situación uno de sus hombres de mayor confianza se acercó a él, su general Mirlo quien había estado organizando el evento, se trasladó hasta su dirección.

—Mi rey ¿Cuáles son sus órdenes?—Colocó la mano en su espada indicando que estaba listo para el combate.—¿Desea que apresemos a esos hombres?

Agusto se quedó observando atentamente, cómo siempre no perdió la cordura y analizó a detalle.

—Iniciar una guerra sería una falta de respeto a los demás reinos.—Dijo con tono serio.—Los hemos invitado aquí para celebrar la paz, ponerlos en peligro no sería digno del reino de Esacrum.

Sus homólogos escucharon y alabaron su decisión. Nuevamente había demostrado ser ejemplar.

—Sin embargo, no voy a poner en juego a Erendira.—Continuó hablando para que todos le escucharan.—Ella es la mujer más valerosa que he conocido, no merece pasar por eso.—Miró a sus hombres para refugiarse en ellos.—Estoy dispuesto a ceder la mitad de mi reino, haremos inválido el matrimonio con Margarita y me cansaré con Erendira, si aún lo quiere ella.

El rey la miró con la misma mirada de enamorado que le había caracterizado desde que la conoció. La valiente mujer correspondió con aquello sonriéndole igual. Tomó valor y se libró de sus captores para avanzar.

—Yo me casaría contigo aunque no tuvieras reino.—En su tono de voz podía escucharse amor verdadero.—Eres el mejor compañero que puedo tener en esta vida.

El público se enterneció por lo escuchado. Valoraban el noble amor que ahí se mostraba.
La reina Margarita se sintió mal pues ella había quedado como la mala e interesada mientras que la jóven era pasiva y amorosa. Dicha situación la corrompió y decidió hablar.

—Pasé tiempo contigo en este reino.—Dijo Margarita con tono noble.—Me trajeron en contra de mi voluntad y nunca pude hacerte feliz.—Miró con ternura a Erendira.—Veo que has encontrado el amor verdadero y yo no me voy a interponer. Aceptó tu ofrecimiento y estaré dispuesta a anular nuestro matrimonio.

Desafortunadamente no todos estuvieron de acuerdo, su hermano el rey Isidro iba por más. Su intención era poseer todo el reino para así cumplir con su propósito avaricioso.

—La contienda sigue disponible.—Le dijo con coraje.—Le estoy retando abiertamente, ¿No confía en sus caballeros para defender el reino?

Agusto sintió el agravio y se molestó. Deseaba más que nada poder mover sus piernas para él mismo luchar, pero el destino no se lo permitió, en cambio le dió otra solución.

—Acepte mi querido rey, yo pelearè por usted.—Entre las personas que estaban reunidas ahí se acercó el general Kanser.—Perdón por la tardanza, en el camino estos hombres nos emboscaron y bajo mi cuidado raptaron a su futura esposa.—Siguió caminando hasta que estuvo cerca del rey.—Debo limpiar mi honor.

Agusto miró el brillo en los ojos de aquel hombre. Se había sentido así en algún momento y no quiso intervenir en su camino.

—Está bien, acepto.—Dijo con una sonrisa muy amable.—Confío plenamente en ti.

El general asintió con la cabeza y se giró para dirigirse de frente al rey Isidro.

—La única condición es que mi rival debe ser usted.—Le dijo con tono retador pero amable.—Por lo que veo es usted un guerrero, no tendrá motivo para negarse.

—Para eso están mis caballeros.—Respondió digno.—No han venido a pasear.

—Ellos pueden enfrentarse a mí mostrando habilidades de combate.—Interfirió el comandante Mirlo.—Puedo competir contra ellos y al finalizar usted puede tener ese deseado combate con mi compañero.

Ahora la presión estaba de su lado. Había pedido tanto esa competencia que no podía negarse a realizarla con las peticiones de sus rivales, así que no se pudo negar.
La decisión había sido tomada. El general del reino Surten pelearía contra el rey Isidro mientras que El general Mirlo entraría en la competencia de habilidades defendiendo a su reino contra Anarquía en una competencia de igual a igual.
Una vez que se determinó. Todos pasaron a sus posiciones. Erendira fue llevada a los asientos junto a la reina de Anarquía, ocuparía ese lugar hasta que la competencia llegara a su fin.
Agusto estaba muy nervioso pero confió en sus amigos, de hecho les dió una estrategia en base a su observación. Ninguno de los dos rechazó ese regalo del rey.
La multitud se había acomodado todos listos para presenciar el evento.
El resto de reinos no tuvieron problema en esperar un poco para disfrutar el espectáculo que estos dos iban a mostrar.
Jacinto comenzó a dar sus oraciones mientras que Job y el resto de consejeros gritaban con mucha emoción. No querían perder sus tierras pero apoyaron la decisión del rey hasta el final.
El primero en pasar fue Mirlo, se enfrentó ante el caballero elegido. La competencia era el tiro con arco. Su contrincante era formidable, no falló ni una sola vez pero en el último tiro se distrajo por un grito de su rey que lo amenazaba de muerte si no ganaba. Ese fallo bastó para que el general de Agusto ganará la competencia acertando el último tiro.
Se llevó los aplausos pero aún no era momento para celebrar, seguía la segunda y última prueba. En esta se enfrentó a un caballero diferente quien pasó por la misma situación, primero estaba muy seguro pero conforme avanzó la competencia se puso nervioso ante los gritos de su rey.
Por otro lado, Agusto se mantuvo calmado y solo alzaba la voz para animar a su general.
La competencia consistió en amarrarse un pañuelo y el rival tenía que despojarlo, el que lo lograba ganaba.
Afortunadamente para el reino de Esacrum, su guerrero salió victorioso.
Con eso dejaba los resultados muy favorables para el reino, ahora sólo tenían que vencer en el combate.
El rey Isidro entró muy molesto por la derrota de sus hombres. El nerviosismo se hizo presente en él pues todo el peso recaía en sus hombros ahora.
Se trató de relajar lo más posible y recordó que era un gran guerrero así que salió con todo, literalmente se lo estaba jugando.
Monto a su caballo y le dieron su lanza. Kanser hizo lo mismo. Se subió con la responsabilidad de ambos reinos pues si perdía, no podría ver a los ojos al rey Ricardo ni mucho menos a Agusto y Erendira.
Ella le dedicó unas palabras para alentarlo, su nobleza era notoria incluso en esos momentos.
El combate comenzó, ambos hicieron ir a sus caballos a máxima velocidad mientras ellos se apuntaban. Cuando estuvieron a una distancia adecuada, se intentaron atacar con el arma pero ambos fallaron. Se dieron la vuelta y aceleraron para intentarlo de nuevo.
En esta ocasión ambos acertaron el golpe, se dieron en el pecho mutuamente y cayeron del caballo. Los animales salieron de ahí para dejar el escenario libre a los guerreros que se levantaban para continuar.
Sacaron sus espadas y comenzaron el combate cuerpo a cuerpo. Ambos mostraron una gran habilidad para su manejo, ninguno lograba dar un golpe certero.
El sol dejó caer sus rayos a máxima intensidad, casi como si estuviera ahí para alentar a los guerreros.
Isidro atacó desesperado por conseguir la victoria. Sus ataques violentos le hicieron cansarse. Kanser había resistido para guardar todo hacia el final tal como le recomendó Agusto. Cuando vió la oportunidad, se lanzó al ataque con todo lo que le restaba. La defensa de su enemigo no logró ser tan rápida y fue abatido. El rey Isidro cayó al suelo herido y sin su arma.
Mirlo tenía la oportunidad de matarlo pero se detuvo, lo miró derrotado y supo que eso era suficiente para él y para todos los que miraban. El resultado ya había sido señalado y no había duda de la victoria.



#3185 en Novela romántica
#1136 en Otros
#211 en Acción

En el texto hay: #aventura, #reinos, #accion #romance

Editado: 26.03.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.