Dante: entonces debe de empezar. Porque se que fue mi culpa haber tardado en casarme con ella, pero ahora estamos a punto de casarnos.
Padre: es tu culpa y sobre todo tu responsabilidad por no haberla respetado. Estamos aquí para unir en santo matrimonio a esta pareja de novios, Dante McGregor Andersen Vizconde de Middleton aceptas a la señorita Ariadna Reynolds Miller como tu esposa para amarla y respetarla, en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad hasta que la muerte los separe.
Dante: si, acepto. Porque ella siempre ha sido mía, necesito prometerle que seré un buen esposo y que aprenderé amarla con todo mi corazón.
Padre: Ariadna Reynolds Miller aceptas a Dante McGregor Andersen Vizconde de Middleton como tu esposo para amarlo y respetarlo, en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad hasta que la muerte los separe.
Ariadna: si, acepto. Porque él es mi único amor y quiero que el me ame para siempre, eso significa que aceptare mi destino a su lado.
Padre: sabes que para tener un buen matrimonio lo único que debes de haces es tener una buena comunicación con tu esposa y sobre todo necesitaras amarla, pero esta ceremonia se ha terminado y ahora debes de besar a tu esposa.
El se acerca a ella para poder besarla. Solamente que esta noche sería el comienzo de su vida de casados y el se separa de ella cuando lo termina. Ellos se despiden del padre, él toma la mano de su mujer para salir de la iglesia y cuando llegan a su carruaje Dante la ayuda a subirse para hacerlo el también.
Dante: ahora si eres mi esposa y me siento feliz de que lo seas. Porque de esa manera no habrá ningún impedimento para que vuelvas a ser mía.
Ariadna: jamás olvidare que me hiciste pasar mucha vergüenza con el padre por las palabras que dijiste. Sabía que no podía decir nada y lo único que podía hacer era quedarme callada escuchándote.
Dante: mi padrino tenia que saberlo. Aunque sabes que esto no lo hice por mi deber de caballero como seguramente el se lo imaginaba, sino que fue por ti.
Ariadna: eso ya lo sé. Necesito que me respetes como tu esposa y parece que algunas jóvenes jamás lo harán sabiendo que lo soy, así que debes de tener mucho cuidado y yo siempre me voy a enterar de todo lo que haces.
Dante: no sabes como me gusta que seas celosa. Solamente que tu eres mía y yo también soy tuyo, pero no has dejado de hablar para que evite pensar que esta noche serás mi mujer y te recuerdo que yo no olvido nada.
Ariadna: me siento nerviosa al pensar que me harás el amor esta noche. Estoy segura de que me siento así, porque es nuestra noche de bodas.
Dante: no tuve paciencia a que fueras mi esposa y por eso te hice mi mujer antes de casarnos. Aunque se que tuviste que esperar muchos años para casarnos.
Ariadna: es que no estaba dispuesta a seguir siendo tu burla. Además, tu nunca tomaste ninguna decisión con respecto a nuestro matrimonio y no iba a ser tu prometida para siempre y yo si quería tener un esposo que me amara.
Dante: me hiciste reaccionar cuando me dejaste. Siempre me haces enojar con tus palabras y deberías de aceptar que el único esposo que tendrás toda tu vida soy yo para que no olvides a quien perteneces, así que no me hagas enojar y sobre todo ya sabes lo que te espera.
Ariadna: solo te dije la verdad y eso es lo que realmente te molesta. Espero que nuestros futuros hijos no hereden tu mal carácter y espero tener una niña.
Dante: sabes que no tendremos un solo hijo sino más niños. Porque tendremos una hermosa familia y como te diste cuenta acabamos de llegar a nuestra casa.
Ariadna: entonces debemos de entrar y antes de que me hagas el amor necesitamos tener una conversación tu y yo para aclarar los términos de nuestro matrimonio.
Dante: te recuerdo que esto ya no es un contrato, así que no tenemos nada de que hablar. Eso significa que nuestro matrimonio será para siempre como tu querías y por si lo olvidaste te recuerdo que rompí ese contrato la primera vez que te hice mi mujer, porque sabia que esto iba a ser para siempre.