Esposa por testamento

Capítulo 2

—¿Dijo Irlanda? —inquirió Nicholas mientras negaba—. No puedo posponer mi agenda.

—Aceptó un reto —mencionó Brendan, esperando picar su orgullo—. ¿Qué dirán sus empleados cuando usted mismo aceptó, frente a todos, que lograría casarla?

Leighton apretó los labios y maldijo, pero finalmente se dijo que era un hombre de palabra.

—Los costos aumentarán —respondió mientras el abogado sonrió.

—El señor Rivers, dijo que no hay tope de gastos —anunció con seguridad.

Brendan no quiso decirle el desastre que encontraría por temor a que se negara. Solo mantuvo su sonrisa falsa todo el tiempo y mientras en su cabeza, se reproducían una y otra vez, las imágenes de su turbulenta visita a Mara para informar los términos de su herencia.

«Mara Ralston se puso de pie de un salto, como un balde de agua fría le hubiese golpeado, luego de escuchar la noticia de la herencia de su abuela.

Brendan le sonrió tenso mientras la veía. Mara lo había recibido con jeans desteñidos, una camiseta con manchas de pintura y el cabello recogido en un moño mal hecho.

La vio intentar separar a sus trillizas. Juliette intentaba trepar a la mesa, Josephine jugaba con los documentos que él dejó sobre la mesa y Jocelyn peleaba por un caramelo que no le pertenecía.

Luego de controlar a sus hijas, habló:

—¿Y cuál es el truco? —preguntó con sorna—. No me creo la bondad de mi abuela.

El abogado tragó saliva.

—Bueno, no es nada a decir verdad —respondió titubeando—. Usted… usted deberá… contraer matrimonio en los próximos seis meses.

El silencio reinó por unos segundos, hasta que Mara comenzó a toser para ocultar su risa, aunque no fue muy buena. Al final, terminó soltando una carcajada.

—¿Casarme? ¿Con quién? Al último hombre que me pretendió mis hijas le lanzaron globos con agua… —anunció furiosa—, del retrete —concluyó mientras él se removía.

Juliette aplaudió orgullosa, como si hubiera sido idea suya.

—Lo lamento, señora Ralston —dijo el abogado, incómodo—, pero son las instrucciones expresas de su abuela. Sin un matrimonio válido… no habrá herencia.

Mara cruzó los brazos y suspiró, mientras Josephine le pintaba un bigote azul con un marcador.

—Pues supongo que mi abuela se quedará con su dinero en el más allá, porque yo no pienso casarme con nadie.

Lo dijo con tanta seguridad que Brendan quiso hacerse bolita y soltarse a llorar».

Salió de sus pensamientos cuando Nicholas habló.

—Entonces le daré el contrato ahora mismo para comenzar mis servicios cuanto antes —mencionó.

—Por supuesto —dijo Brendan.

🍀🌴🍀🌴

Nicholas aterrizó en Dublín viendo su nuevo proyecto como unas vacaciones. Dos semanas habían pasado desde que el abogado de los Ralston apareció para firmar un contrato. Luego pasó los siguientes días saturado de trabajo para poder viajar a ver a su cliente.

No había tenido tiempo de leer el informe y se dijo que a esas alturas, solo quedaba hablar con ella y quedarse con la primera impresión para hacerle un perfil y comenzar la búsqueda del esposo.

Se acercó a una de las empleadas del aeropuerto y le pidió indicaciones para llegar a Dunmore Hills.

La amable mujer lo miró de arriba abajo:

—Coja el bus 985 hasta Glenara, luego el tren a Carlow, después un burro en Kilkenny y, si los vientos lo favorecen, llegará a tiempo para cenar —mencionó antes de darle una sonrisa.

Nicholas pensó que era una broma y agradeció antes de ir a tomar el autobús. Sin embargo, le dijeron que el último había salido ya y no habría otro hasta las ocho de la noche siguiente.

Ansioso por llegar, decidió alquilar un coche, pero solo pudo conseguir uno destartalado. Apenas arrancaba y el motor emitió un grito lastimero que habría hecho correr al mismo diablo.

Su noche ya empezaba mal, pero mantuvo la calma y continuó su camino, viendo cómo una bandada de cuervos lo siguió como si lo estuvieran guiando hacia un destino desgraciado.

A mitad de camino, Nicholas tuvo que sortear una manada de ovejas que ocupaban la carretera.

—¿Qué hacen ovejas a esta hora? —se preguntó e intentó rodearlas, pero terminó atrapado en el rebaño y pisando estiércol, por lo que tuvo que volver al auto y conducir como un caracol con artritis.

Cuando finalmente logró retomar la carretera, el cielo decidió que su sufrimiento no había sido suficiente y comenzó una lluvia torrencial que parecían intentar matarlo. Para colmo, el coche no tenía limpiaparabrisas y tuvo que avanzar a ciegas.

Finalmente llegó a Glenara, casi a pie dado que el carro se negaba a continuar. Ahí, por fortuna, consiguió un ticket para el tren, sin contratiempos.

Arribó a Carlow horas después. Un irlandés le ofreció un burro para que llegara a su siguiente destino. Nicholas lo rechazó pero tras enterarse de que no había transporte, tuvo que rentar al burro.




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