—Déjeme decirle que usted está enfermo — gruñó —usted estaba a punto de casarse con alguien que tal vez amaba… ¿Y ahora me está pidiendo que reemplace a esa mujer? ¿Realmente se está escuchando? — ella sacudió su lacia cabellera.
—Es entendible que no lo comprenda aún. Acérquese un momento — sentenció suavizando el tono de su voz.
Tomó asiento en una de las bancas en el exterior del restaurante, dando unas leves palmaditas en el espacio que quedaba a su lado, le indicaba a la muchacha que se sentara junto a él.
Emily, a regañadientes, terminó accediendo, pero se había encargado de dejar bastante distancia entre los dos.
En el interior del restaurante, estaba la señora observando por la ventana, se estaba acercando lo más que podía para asegurarse de no perder ningún punto en la conversación que su hija y ese tipo estaban teniendo.
Claro que a ella no le parecía correcto dejar a su hija con cualquiera, pero su sentido de madre, le decía a gritos que él no era una mala persona, y era hora de que la vida de su hija diera un gran vuelco.
La señora aún se arrepentía por no haber aceptado la oportunidad de estar con un millonario cuando esta se le presentó.
—La mujer con la que planeaba casarme, me engañó y se marchó el mismo día de nuestra boda. En ese lugar están muchos de los inversionistas, y mucho más importantes que ellos, están mis abuelos, hicieron un viaje bastante largo como para que ahora la boda que han esperado desde que me hice cargo de la compañía, se cancele. No le estoy pidiendo nada del otro mundo, solo que finja, frente a los demás, de que usted es mi esposa, nada más qué eso. Tómelo como un trabajo extra, le pagaré por ello. Le aseguro que no interferirá con su vida laboral, ni con los planes que tiene.
—¿Será como un trabajo más? — indagó con un poco de escepticismo. Emily comprendía la situación en la que el joven empresario se encontraba, además de que por su posición se debía preocupar por ciertas apariencias; eso lo había logrado aprender a causa de su jefe, Jeremy. Él había tenido que ceder a algunas cosas para poder mantener la posición que ahora tenía.
—Por supuesto, la única cosa que a ambos nos correspondería es aparentar una relación de esposos, frente al ojo público. Nada más que eso — expuso con seguridad, su tono de voz no había cambiado en nada. También, debido a su trabajo, había aprendido a persuadir a las personas. —Entonces ¿Qué dice Emily? — añadió posando su mirada fija sobre los ojos de la joven.
—Lo haré… solo por un tiempo, y haremos un contrato al respecto ¿Entendido? — señaló sin dar un brazo a torcer, debía asegurarse de que todo esto tuviera un fin. —Y además de eso, ¡No debe haber ningún contacto físico sin necesidad! — dijo soltando un gritito ahogado. El hombre de traje, asintió sin pensarlo mucho. —Oh, y mamá debe estar en la boda falsa — añadió desviando su mirada, por lo menos su madre podría disfrutar de la comida.
• • •
Un maquillaje bastante delicado estaba cubriendo el rostro de Emily. La maquillista había sido advertida acerca de no hablar al respecto en ningún medio; en el caso contrario tendrá que pagar las consecuencias.
Para una madre soltera de la cual dependían sus dos hijos era impensable hacer algo así, además de eso, era algo que no le incumbía de ninguna manera.
—Se ve radiante, señorita — susurró satisfecha al haber terminado su trabajo.
El agradecimiento tan sincero de Emily la extrañó un poco, este no era el tipo de comportamiento que la chica de antes había tenido, no solamente había sido Elisa, sino la mayoría de las personas de la «clase alta» a la que les había ofrecido sus servicios.
—No, no agradezca, su rostro se ve sensacional, con o sin maquillaje — sonrió bastante animada por esa cálida sensación.
—¿Cómo luzco, mamá? — preguntó la chica con una radiante sonrisa, estaba disfrutando el momento.
—Como si te hubieran hecho cirugía plástica — se burló la señora, como respuesta, su hija tornó sus ojos blancos. —Es broma, saliste tan linda como tu madre — expuso lanzando un beso en dirección del pequeño fruto de sus entrañas.
Antes de que la chica pudiera decir algo más, la puerta se abrió revelando a dos guapísimos hombres de traje, quienes con una gran sonrisa y profunda curiosidad se dirigieron al lugar para comprobar por sus propios ojos de que Maxwell había buscado un reemplazo para Elisa.
—El loco que te trajo nos explicó todo y nos contó lo que les sucedió. Yo soy Erick y él es Tom. Maxwell nos habló de ti y queríamos verificar el parecido que tienes con Elisa… al parecer no exageró. — masculló acercándose al rostro de la chica para detallarlo mejor.
—Entiendo… — susurró Emily con un poco de confusión. Al parecer aquellos chicos eran bastante diferentes a Maxwell. —Mi nombre es Emily… y estoy loca — frunció el ceño sintiendo cómo sus mejillas se enrojecían en extremo.
—Descuida, el mayor loco de todos es nuestro amigo. ¿Quién diría que ese hombre tan frío como un témpano de hielo lograría convencer a esta bella dama de que se case con él? Descuida, si ese tipo te asusta en algún momento o deseas quejarte de él, puedes llamarnos — sonrió Tom mostrando ampliamente su blanca dentadura. —Créeme que tenemos mucho de qué quejarnos de él.