Esposa sustituta

• Una nueva forma de llamar a tus amigos •

Maxwell observaba con detenimiento la pantalla del ordenador, bueno, eso era lo que Tom alcanzaba a ver desde hace un par de minutos.

Los ojos de Maxwell puestos en su laptop, mientras tecleaba sin detenerse.

Parecía cómo si estuviera trabajando fuertemente; sus labios estaban entrecerrados y pocas veces parpadeaba.

En realidad, Maxwell tenía su mente en las nubes y estaba tecleando letras a azar, por el simple hecho de liberar su frustración, entre tanto aparentaba estar tan ocupado que Tom no tuviera más elección que mantenerse en silencio.

La pregunta más grande de todas era: ¿Qué clase de pensamientos mantenían la cabeza del joven empresario en otro planeta? 

Ese comportamiento estaba más que claro que no parecía ser de Maxwell; sin embargo, aún se preguntaba acerca del paradero de su exnovia y aquello que la había llevado a alejarse de él sin decir una sola palabra; además de eso, la imagen de verla abrazando a un hombre que no era él, continuaba intacta en su memoria. 

No había manera de que pudiera comunicarse con ella, para entablar una conversación para pedirle las respuestas que ambos sabían que Maxwell ameritaba.

¿Lo había dejado de amar? 

Si esa era la respuesta, ¿Por qué razón no tuvo la valentía de decírselo a la cara?

Maxwell daría todo lo necesario para que Elisa se encontrara una vez más con él, de esa manera; al estar seguro de que ella no lo amaba, y las cosas no eran como se suponía, debieron haber sido, entonces podría darle fin de la manera adecuada a su relación. 

De esa forma, no quedarían vacíos que se llenaran a sí solos con meras suposiciones, entonces Maxwell podría continuar con su vida sin sentir que dejó algo incompleto.

Tom, por su parte, observaba a su jefe en silencio. 

Él pensaba que estaba concentrado en sus deberes; sin embargo, la mente del más joven estaba meditando acerca de lo que había escuchado esta mañana cuando llamó a Maxwell. 

¿A qué se refería su amigo cuando le dijo aquello a Emily?

Para Tom, estaba más que claro que Maxwell y Jeremy se habían detestado desde sus días de universidad. 

No había manera en la que ellos pudieran estar en la misma habitación sin que se lanzaran alguna indirecta referente a su enemistad o al errado comportamiento del contrario.

Era prácticamente imposible que ellos estuvieran dispuestos a tener una relación en cuánto a su contrario, y el hecho de que Emily tuviera una relación con Jeremy de manera laboral, Maxwell lo veía como una forma de relación con su archienemigo.

—Eres un tonto — masculló siendo escuchado por Maxwell, quien, deteniendo su «trabajo» le preguntó a Tom a quién se refería. 

¿Tom debería simplemente decirle lo que estaba pensando?

—¿Me llamaste tonto? — cuestionó el hombre elevando una de sus cejas.

Tom, preso por el pánico, exclamó que no, mientras asentía con su cabeza. 

En ese mismo instante había cavado su propia tumba, no tenía manera de liberarse.

—Entonces sí lo hiciste — gruñó el joven empresario, acercándose cada vez más a su secretario. 

Tom había sido atrapado, si él llegaba a abrir su boca, estaría muerto.

—Señor… señor Jones, por favor, sea benevolente conmigo y permítame por lo menos unos cinco segundos de ventaja — pidió el joven Tom, entretanto interponía sus manos entre ambos cuerpos. 

No debía abrir mucho su boca, y si quería seguir viviendo, lo más importante era que no mencionara nada de que había escuchado la conversación anterior. 

Cosa que lo hacía pensar más acerca de aquello que había motivado a Maxwell para comportarse de manera tan pedante.

—¿Tan pronto es la hora en la que suplicas por tu vida? ¿Por qué razón me llamaste así? — insistió con la esperanza de que su amigo le dijera algo; sin embargo, el más joven enmudeció. 

No estaba seguro de qué clase de ánimo tenía su amigo jefe, ni de qué manera reaccionaría frente a su confesión.

Tom recordaba una ocasión en la que su padre contestaba las llamadas de su madre, bueno, no las «contestaba» las interrumpía. 

Una parte de sí mismo temía que esa historia se repitiera una vez más, además de que era consciente de que su relación era meramente contractual y que, no habían pasado más de dos o tres días desde que se conocían.

—Es una nueva forma de llamar a tus amigos, las personas normales lo hacen — mintió tragando un poco de saliva.

—Eso no lo sabía — masculló Maxwell dando unos pasos hacia atrás, tomando una posición de reflexión.

—Por supuesto, tú no has tenido contacto con muchas personas jóvenes, así que aquí estoy yo para poder enseñarte nuevas cosas. Así, cuando pase el tiempo, no parezcas un abuelo aburrido — aclaró Tom en medio de su improvisación.

Por ese momento, Maxwell estaba bastante convencido. 

Además de eso, había sido a través de Tom que el joven empresario había tenido más conocimientos del mundo exterior, como, por ejemplo: la existencia de las pizzas y hamburguesas, aunque, a pesar de que no tenía conocimiento de ello, no le terminó gustando su sabor.




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