Emily logró salir del baño, después de unos muy largos minutos, los ojos de la chica se abrieron de par en par al ver a Maxwell rodeado por hermosas mujeres.
No había imaginado que él tuviera ese efecto en las jóvenes hormonales, solo por un momento le había parecido que era atractivo, pero, recordaba rápidamente que era el hombre más insistente y extraño del mundo.
—Pobres, si tan solo se enteraran de que ese hombre sigue enamorado de su ex — murmuró observando la incomodidad en el rostro del hombre de traje —sería interesante ver que les dijera que está casado… un momento… ¡Yo soy la esposa! — exclamó en un hilo de voz y agradecía ser la única en esa zona.
No le importó que aún estaba usando sus muletas, caminó con toda seguridad para llegar hasta las mujeres.
—¿Señor Jones? Lamento mi demora… Recién pude leer los resultados de laboratorio a los que se sometió. Supongo que ellas son sus compañeras — expuso Emily con toda la formalidad posible —lamento decirle que los resultados salieron positivos, por lo tanto, debo recetarle que inicie su tratamiento con TAR.
Acto seguido, cada una de las mujeres que rodeaban a Maxwell se fueron alejando una a una, incluso aquella que casi se había abalanzado sobre el joven heredero.
—¿Tratamiento con TAR? ¿Qué es eso? — preguntó Maxwell, muy confundido, no sabía qué cosa había inventado Emily para ahuyentar a todas esas mujeres con unas simples palabras.
—Ese es el tratamiento empleado en las personas infectadas con el virus de inmunodeficiencia humana — añadió la joven con un aire de inocencia entremezclado con picardía.
—¡¿Virus de qué?! — exclamó Maxwell una vez más, no podía creer que Emily lo hubiera «salvado» de una manera tan vil.
¿Cómo podría llegar a manchar la imagen del heredero de J&C? Si sus padres se llegaran a enterar de un rumor de ese estilo, estaría realmente muerto.
—Solo agradece, estoy segura de que ninguna de esas mujeres se te acercará otra vez — sonrió la chica de manera amplia mientras regresaba su atención a la comida que aún quedaba delante de ella.
—Emily… Emily, ¿esta es la manera que tienes de ayudarme? Mi imagen se va a ver afectada por una broma de ese estilo.
—No, simplemente ellas evitarán hablar de eso, no es algo que a una chica le agrade estar diciendo; ni siquiera por dinero. Como sea, en dado caso que ellas quieran abrir sus bocotas, yo las callaré a mi manera — sonrió con tranquilidad. —Ahora, come por favor, simplemente has estado tomando un poco de vino y no has probado ningún bocado, a ver… di: «ah».
—Eres una persona bastante diferente con las que he llegado a tratar — suspiró llevando sus manos a la frente.
—¿Es eso un insulto o un halago? ¡Como sea! Me sentiré halagada de no ser como esas aburridas personas con las que te reúnes. Mejor ven, come un poco — exigió la menor no dándole chance a su compañero de que rechazara su oferta.
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—No escuché nada de lo que Emy les dijo a esas mujeres, parecen moscas que se reúnen alrededor de un cadáver apestoso — confesó Tom frunciendo el ceño.
—Me sorprende la capacidad de persuasión que tiene Emily, la consideraré para dar una charla acerca de resolución de conflictos en nuestra agencia. Estoy plenamente convencido que será algo útil para los de gestión de ventas, no creerás lo insoportables que están.
—Y mira… está haciendo que el amigo jefe coma de su mano.
—No considero que ese sea el término adecuado para describir su relación.
—No, Erick, estoy hablando de manera literal, observa — replicó Tom señalando una vez más a la mesa en la que Maxwell y Emily se encontraban. —Algo me dice que ellos terminarán juntos.
—Solo veo que se están llevando bien, han de convertirse en grandes amigos.
—¿No recuerdas lo que nos dijo la abuela de Max? Nos contó innumerables veces como se conoció con el abuelo, y mira, cerca de sesenta años de casados. Puede que suceda lo mismo con su nieto, podría apostarlo.
—¿Deseas hacer una apuesta respecto a la clase de relación que ellos tendrán en un futuro? ¿Apostarás con el futuro de tu amigo jefe? — indagó Erick elevando una de sus cejas mientras Tom asentía con seguridad. —¿Cuánto estás dispuesto a dar?
—Mil euros — confesó de inmediato.
—¡Trato hecho!
—Un placer ganarte, mi querido amigo. Ahora, termina de comer y regresemos al trabajo.
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Maxwell salió del restaurante cargando las bolsas de la comida que no habían logrado terminar con anterioridad, no tenía idea de lo que Emily tenía planeado hacer; sin embargo, se encontraba un poco confundido como para preguntarlo.
—Has estado en silencio durante demasiado tiempo ¿Me disculpo una vez más por haber dicho lo que dije? — susurró Emily caminando detrás de él como podía. —¿Maxwell? — insistió una vez más; pero, parecía que ese hombre no le estaba prestando atención. —¿Max? — en ese momento sus pasos se frenaron en seco, haciendo que ella casi se estrellara con él. —¿Estás tan molesto conmigo? — masculló ella haciendo un pequeño puchero, no se le ocurrió ninguna otra manera para hacer que esas mujerzuelas se marcharan sin armar un escándalo en el restaurante.