Esposa sustituta

• Sesión de fotos en pareja •

Los ojos de Erick se abrieron incluso desde antes que sonara su despertador. 

A sus ojos, este podría ser uno de los mejores días de la semana, o, incluso, el peor de ellos. 

Había buscado a Maya Everard con mucho trabajo, aun así, sus esfuerzos habían sido en vano. Ahora, no podía ser de esa manera. 

En ese momento había una pequeña señal de esperanza, en el que, si todo resultaba bien, podría gozar del talento de los Graham en su agencia.

Aún faltaban muchas horas para que marcara el mediodía; sin embargo, Erick terminaría un poco más del trabajo que se le había «acumulado» debido a la insistencia de Tom para sacarlo a comer.

 —Tom, ese pequeño loquillo — susurró Erick en medio de una risa, recordando cada uno de los esfuerzos que él hacía para sacar a sus amigos a tomar un descanso. 

En algunas ocasiones, Maxwell y Erick pensaban en lo extraño que se les hacía Tom, parecía que él era una especie exótica, pensaron, por un momento, que no habría nadie más cómo él, hasta la llegada de Emily. 

Debían reconocer que el trabajo de Tom era bastante agotador, tener que obligar a sus amigos a tomar descansos, no era nada fácil, aún más si teníamos a Erick en cuenta. 

Con la joven cerca de ellos, podrían suponer que ella se esforzaría por hacer que Maxwell tomara sus descansos, ella era un Tom en versión femenina. 

Tom en ese momento estaba dando aún vueltas en su cama, él había olvidado poner la alarma una vez más, bueno, la puso, pero la había estado postergando desde hace un par de minutos. 

Estaba soñando acerca de las posibilidades que tendría si ganaba la apuesta con Erick.

 Quizá, haría un pequeño viaje con Emily a los Alpes. De una u otra manera quería visitar el lugar… ¿Será que Emma estaría dispuesta a ir con ellos? 

Una sonrisa se mantenía en el dormido rostro del más joven, esa sonrisa pasó a ser una mueca de horror mientras su cuerpo se movía frenéticamente, hasta que, en un mal movimiento, terminó en el piso. 

—Ese jabalí era muy veloz — se quejó sobando su cabeza. —Tacharé cabalgar en jabalíes, de mi lista. 

Al ver la hora no tuvo más opción que dejar atrás su lista y correr para estar listo en diez minutos, en este momento no podría dedicar el tiempo necesario a peinar sus delicados rizos, y esa, pensaba Tom, era su característica más atractiva. 

Conduciendo lo más rápido que las leyes de tránsito le permitían, llegó a las afueras de la mansión de su amigo jefe, era hora de que su horario de trabajo comenzara y que, aquellas fotografías se tomaran con prontitud. 

Él no perdería la oportunidad de ganar un viaje pagado a uno de los lugares que soñó desde su niñez. 

Al haber memorizado la contraseña de la casa de su amigo sin que él se diera cuenta, podría entrar con completa confianza con la excusa de que tenía la copia de las llaves.

 En fin, mientras Tom caminaba en dirección a los dormitorios, los gritos de Maxwell lo alteraron por completo. 

—¡Emily! — su voz sonaba bastante irritada. —Supuse que habíamos dejado esto ayer en claro, debes tomar tus medicinas, o te las haré tomar a la fuerza.

Una pequeña risa se escapó de entre los labios de su amigo, por fin alguien estaba cambiando la rutina del amargado empresario. 

A esa hora de la mañana, él estaría viendo las noticias del día mientras tomaba agua caliente; por el contrario, en este momento estaba persiguiendo a una revoltosa lesionada que, como una niña pequeña, no quería tomar sus medicamentos. 

«Algo me dice cómo podrá ser Max con hijos».

Reflexionó Tom mientras optaba por acercarse a ayudar. 

De esa manera no le tendrían en cuenta que había entrado sin autorización y que, estaba llegando cinco minutos tarde, bueno, antes se lo habrían descontado para que «aprendiera el arte de la puntualidad» o al menos, esa fue la excusa que su jefe le dio. 

Tom caminó siguiendo las voces de dónde fuera que provenían, debido a las habitaciones que había, el joven tardaría en encontrarlas… 

«Es Emily» 

Meditó, Emily era cómo él, por lo que habría elegido la primera habitación del pasillo a la derecha. 

Pero, en ese momento, recordó que en esta estaba la decoración de la noche de bodas de Max y Elisa.

—¡No me golpees con almohadas! Lo estoy haciendo por tu bien — se quejaba el joven una vez más.

Eso era, ¿Ella no había llegado a entrar a la habitación? Siguiendo con sus suposiciones y conociendo que la habitación de Maxwell era la primera del pasillo a la izquierda, Emily habría elegido la segunda habitación del pasillo a la derecha. 

Al abrir la puerta se encontró con la pareja de amigos despeinados y completamente llenos de plumas, Tom apretó sus labios con demasiada fuerza intentando no estallar en carcajadas. 

Por lo menos esperaba que ella se hubiera tomado el medicamento, lo pudo deducir debido al gesto de asco de Emily. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.