En un lugar un poco más lejano, se encontraba un hombre bastante alto y fornido, sus ojos eran oscuros como la noche y su cabellera rubia y lacia.
A su lado, estaba una joven recostada en la arena mientras tomaba un poco de sol.
—Bebé, la idea de extraer todo el dinero de la empresa, fue todo un éxito… siento que podría vivir así para siempre.
—Te lo dije, mami. Dejar el pasado atrás y comenzar de nuevo era la mejor opción para nosotros. Estábamos atando nuestro futuro a personas que no tenían nada que ver con nosotros — respondió el hombre, besando las manos de su pareja.
¿Cuál era el misterio de la repentina quiebra de W company?
Que su propio presidente ejecutivo robó el dinero y se esfumó del país, dejó a muchos trabajadores sin su sueldo y a su exesposa e hijo casi en la ruina.
—En eso tienes razón, ¿Te imaginas estar cambiando pañales de un mocoso de esos? —se burló la muchacha con un tono asquiento de voz. —No pienso arruinar mi figura con un encarte de eso.
—Y después de mañana, no nos preocuparemos por eso. Finalmente, decidí hacerme la vasectomía — afirmó con seguridad el hombre con nacientes canas.
Él lo había decidido, no para cuidar el cuerpo lleno de cirugías de su amante; sino, para poder tener la libertad de estar con todas las mujeres que él deseara y, de esa manera, no arriesgarse a dejar a otra en embarazo.
Pierre había intentado persuadir a Maya para que abortara; sin embargo, todos sus intentos fueron en vano.
¿Cómo podría una madre desmembrar a su hijo como se hace en esos procedimientos?
En ningún momento, Maya accedió, y prefirió mantenerse al margen de lo que su esposo quería.
Eso hasta que descubrió que él le estaba siendo infiel con numerosas personas, hombres y mujeres por igual.
Estar cerca de él le repugnaba, no sería capaz de estar con alguien que mantuviera intimidad con otras personas, con alguien que hubiera traicionado su confianza de una manera tan descarada.
Si solamente le hubiera sido infiel una vez, quizá, solo quizá podría haber hecho un intento de olvidar lo que sucedió.
Por el contrario, no había sido una sola vez, ni dos, ni siquiera tres; la cuenta de sus infidelidades era difícil de hacer, y después de perder la confianza, no había nada que pudiera salvar una relación.
Maya había hecho que su exesposo renunciara a los derechos de paternidad; gracias a eso, podría vivir de manera tranquila cuidando de su pequeño hijo, entretanto lograba hallar trabajo.
—¿De verdad no te agradan los niños? — preguntó el hombre con una sonrisa ladina —porque podríamos concebir muchos en este momento — susurró para comenzar a besar los labios de su amante.
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—Está despedido — fue lo primero que sentenció Maxwell en el momento justo que Tom cruzara por la puerta.
—¡Te prometo que no fue mi culpa, Emy quería enviarte café y tardó haciéndolo! — Exclamó extendiendo lo que Emily le había enviado.
«Lo siento, enana… pero no fui lo suficientemente valiente».
Se disculpó mentalmente mientras fruncía su entrecejo de manera dramática.
Maxwell continuaba en silencio sin darse la vuelta, parecía que sus brazos estaban cruzados y mantenía sus ojos en el ventanal que quedaba ubicado a las espaldas de su escritorio.
—No quiero que me dé más excusas. Suficiente he tenido con estar tolerando que desaparezca a cada instante en lugar de hacer el trabajo por el que se le paga.
—Maxwell, Max… amigo mío, ¡no me hagas esto, por favor! — suplicó dejando el café y algunas donas en el escritorio y se asió de la pierna de Maxwell, el cual, no se inmutaba a las súplicas de su amigo.
¿Quizá era porque sabía que, si lo veía en esa condición, terminaría aceptándolo de vuelta?
—No quiero ver su rostro más en esta compañía, o no dudaré en tomar medidas.
Resignado, Tom asintió y se acercó a su pequeño escritorio casi al frente del de Maxwell, estaba comenzando a limpiar cada una de sus cosas y a sacar los dulces que había camuflado en este.
Un puchero se había formado en sus labios al mismo tiempo en el que sus ojos se llenaron de lágrimas.
Él era consciente de que había desaparecido más del tiempo que debía; sin embargo, su desempeño era bastante bueno y no había recibido una sola queja por parte de Maxwell.
¿Por qué razón se encontraba con ese genio?
Ni siquiera el café de Emily, logró hacer que tuviera compasión de su amigo.
¿Y su amistad? ¿Qué sería de su amistad al ver que su amigo lo había despedido de su trabajo?
—Ya verás que me uniré con Berremy… y lamentarás haberme despedido — se quejaba por lo bajo al meter cada una de sus cosas a su mochila.
—Oh, Tom. Ya llegaste ¿Qué fue lo que sucedió con Erick? ¿Todo pudo solucionarse? — preguntó el hombre de traje con naturalidad metiendo su celular de regreso a su saco.