Esposa sustituta

• Te debo la vida•

El desayuno había terminado y cada uno estaba en sus respectivos lugares.

Emily se había sentado en el punto que Erick le había indicado el día anterior mientras se disponía a adelantar trabajo en sus traducciones.

La propuesta que Jeremy le había hecho con anterioridad era algo que seguía en su mente, a pesar de que ella no hubiera aceptado o rechazado la oferta; sin embargo, era algo que debía pensar con bastante detenimiento, al final de cuentas, tenía un contrato que iba más allá de año y medio.

Las horas para Emily estaban pasando de manera veloz, más aún cuando se estaba adentrado tanto a la historia, que cuando menos pensó se acercaba el mediodía.

—Al parecer, tendré que salir a trabajar al parque — se dijo a sí misma con una sonrisa llena de satisfacción, los ojos de la chica se separaron por un instante de su ordenador encontrándose con la figura de una joven en frente de ella.

No sabía con exactitud de quién se trataba, pero su descripción calzaba perfectamente con el hecho por Erick: una mujer medianamente alta, ojos marrones, cabello de color cobrizo, levemente rizado de un largo por sobre los hombros. 

Además de eso, ella tenía entre sus brazos a un pequeño bebé de pocos meses de edad, bueno, eso según el cálculo de Emily, porque realmente Ezra tenía veintidós días de edad.

Esbozando una sonrisa, saludó a la madre del niño y le comentó lo bello que estaba el bebé; nuevamente se centró en su trabajo, hasta que, pasados unos cinco minutos, regresó su mirada a ellos. 

«Si Erick se hubiera atrevido a hacer esto desde el comienzo, ya habría firmado diez contratos con los Graham».

Se burló ella mentalmente.

—Disculpa — dijo llamando la atención de Maya —¿Cómo se llama el bebé? — preguntó con una amigable sonrisa, después de haber obtenido la respuesta, susurró: —Es muy bello nombre, me hubiera gustado tener un hermanito — comentó a pesar de que eso fuera falso. 

Ella amaba completamente ser el centro de la atención de su madre, y no toleraría que alguien más se la robara.

No había que malinterpretar a Emily, ella amaba los bebés, pero amaba mucho más ser hija única.

—¿Hija única? — cuestionó Maya con el mismo tono amable de Emily. —También me hubiera gustado tener un hermano, pero en mi caso, que hubiese sido mayor.

—Sí, esa es una buena opción. Así tendría quien me defendiera y se llevara los golpes por mí — contestó con un sutil tono de humor. —¿Cuánto tiene el pequeño Ezra?

—Él tiene apenas veintidós días. Es un pequeño bebé aún.

—¿Puedo verlo? — preguntó por segunda vez mientras su madre asentía. 

Ella tomó sus muletas y se acercó en dirección al bebé, él tenía unos ojos de color claro y su poca cabellera era muy oscura.

—Mira esa sonrisa, esa sonrisita hace que no tenga ganas de tener un hermano, sino de crear a mi propio hijo. Aunque es una gran responsabilidad.

—Lo es, más aún cuando eres madre soltera desde hace veinte días — balbuceó Maya aclarando su garganta —lo siento, no debí decir eso.

—Descuida, mi madre también lo fue. Mi padre le era infiel y se escudó en el hecho de que quería un niño en lugar de una niña. Mamá sufrió mucho en el pasado, pero ahora me estoy esforzando por darle una gran vida.

«Incluso me casé con un completo extraño para hacerlo»

—Estoy segura de que ella ha hecho un gran trabajo contigo, te ves que eres una mujer bastante capaz.

—Gracias, oh, sé que no es bastante educado que lo diga, pero al ver que estás soltera y el niño es bastante pequeño ¿Estás trabajando? O ¿cómo estás haciendo?

—Esa es una larga historia.

—Descuida, si no quieres no hay necesidad de responder.

—Gracias, solo respondiendo a tu pregunta, tengo un par de ahorros que me ayudan mientras encuentro algo — suspiró, debido a que sabía que tarde o temprano estos se agotarían.

—¿En qué trabajas? Digo, en qué trabajabas antes de que todo eso pasara. Puede que sepa de algún empleo o que conozca a alguien. Bueno, mi esposo es un trabajador de J&C y tiene un par de amigos de otras compañías, así que estoy segura de que han de poder ayudar en algo.

—Oh… ya veo, en ese caso, he trabajado como secretaria en una empresa en bancarrota.

—Creo que le diré a mi esposo que omita ese último detalle de la empresa en bancarrota. Sin embargo, me aseguraré de serte… serles útil en algo, ¿Me podrías dar tu número? O ¿Cuándo podría encontrarte en este lugar? De esa manera nos quedará sencillo poder mantener el contacto. Te avisaré cualquier cosa de la que me entere.

—Muchas gracias, de verdad, quizá eres un ángel caído del cielo, ¿Cuál es tu nombre? — indagó la joven.

—Mi nombre es Emily, ¿Y el tuyo?

—Maya Everard. Espera, te daré mi número — se apresuró a buscar su teléfono celular en medio de sus bolsas, en esta ocasión había aprovechado para comprar un poco de comida para ella.

—¿Lo sabes? Puedes dármelo y de esa manera te escribo y sabrás que fui yo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.