Las tiendas de campaña estaban comenzando a desmontarse, la primera de ellas fue la de los chicos.
Solo había tres personas trabajando arduamente y Erick, ya había sido liberado de su trampa.
—¿Alguien ha visto a Emily? — cuestionó Maxwell un poco confundido.
Ella no había dicho que iba a caminar o iba a desaparecer de la vista de todos justo cuando las preparaciones para regresar a casa habían comenzado.
—Puede que haya escapado, se veía un poco desanimada después de que Erick perdiera — respondió Tom de manera burlona.
—¿Será? — masculló el mayor mientras retiraba una de las estacas.
—No, ¿cómo crees? Emy puede ser testaruda, golosa, ocurrente, torpe en numerosos sentidos, pero no considero que vaya a escapar por el simple hecho de que haya perdido una apuesta — rechistó Tom con una sonrisa ladina.
Aun así, él no tenía idea de por qué y para qué había desaparecido su traicionera amiga.
Ellos no añadieron nada más, y acordaron ir en su búsqueda, justo después de terminar de empacar las cosas.
Pocos minutos atrás, Emily había escuchado un sonido extraño y un movimiento nada común por entre los arbustos; la curiosidad fue tanta que no les avisó a sus amigos, sino que como una pequeña que caía en una trampa, se encaminó en dirección del sonido.
Sus pasos lentamente la estaban llevando lejos de sus amigos, sin siquiera darse por entendida.
Era una de las zonas en las que no se había llegado a adentrarse con anterioridad, más aún, debido a que sus muletas no lo permitían; era tanta su curiosidad que se despojó de una para poder moverse de manera más ágil, según ella.
—¿Hola? ¿Hay alguien aquí? — preguntaba, pero la única respuesta que recibía, provenía de las aves del cielo.
Los ojos de la chica estaban atentos a lo que sucedía a su alrededor.
Los vellos de su cuerpo comenzaron a levantarse; la helada brisa rozó su piel, ¿qué era lo que había alcanzado a ver?
De un momento a otro, las aves comenzaron a volar desapareciendo por entre las copas de los árboles.
Emily sentía que había estado en un lugar así antes; pero su mente le decía que era falso, ella nunca había ido a esa zona, ni siquiera, había llegado a conocer gran parte del bosque, esa era su primera vez ahí.
—Debería marcharme — masculló sintiendo cómo los latidos de su corazón se aceleraban.
¿Dónde había llegado a contemplar una escena tan familiar como esta?
El ruido producido por una de las ramas, al ser pisada, alertó a Emily de que no se encontraba sola en el bosque.
Se giró lo más rápido que pudo, para poder tener una visión de lo que fuera que hubiera producido ese ruido.
A la joven le pareció ver la silueta de un hombre medianamente alto, caminando en una dirección contraria a la que Emily estaba.
Sabía que era un hombre, sin siquiera ver su rostro, puesto que llevaba un gran abrigo y su cabeza estaba cubierta por un gorro ¿Era un hombre o una mujer?
No importaba lo que ella pudiera ver que era, tenía el fuerte presentimiento de que se trataba de un hombre, y, esa silueta se le hacía familiar.
¿Qué estaba sucediendo en ese momento?
De un momento a otro, el sujeto extraño se dio la vuelta y caminó en dirección a la chica, ese rostro efectivamente lo había visto, estaba segura de que lo había visto meses atrás.
Ese hombre la había seguido por un par de calles.
El rostro de Emily palideció y ella comenzó a correr lo más rápido que podía con su muleta.
Sentía que las imágenes que había visto numerosas veces en sus pesadillas estaban tomando forma… pero no del todo, no era esto lo que ella había soñado, lo único similar, era la sensación que ese hombre le había provocado en el momento en el que descubrió su rostro.
—¡Emily! — gritaba una voz familiar, en algún lugar del bosque.
Ese hombre extraño se estaba acercando a ella con bastante velocidad, estaba segura de que lo había visto tiempo atrás, no solo una vez… quizá dos o tres, pero no había manera de estar segura de ello, ¿qué haría un hombre en medio de un bosque yendo detrás de una joven que él desconoce?
—¡Emily! — resonó esa voz una vez más.
A la joven le pareció ver a alguien acercarse por delante de ella; no lograba detallar nada debido a la espesura del bosque; ella comenzó a llamar en voz alta, estaba segura de que esa voz le pertenecía a uno de sus amigos, pero, debido a dónde se encontraban, era desfigurada debido a los ecos.
En medio de los arbustos y la crecida yerba, la figura de Maxwell apareció detrás de Emily, la sensación de que los pasos del hombre extraño habían retrocedido y se alejaban del lugar.
En el momento en el que ella sintió a Maxwell lo suficientemente cerca de ella, y que esa frívola sensación se retiró de sus hombros, su cuerpo dejó de responder momentáneamente, su vista se nubló y Maxwell se apresuró a alcanzarla antes de que terminara de hacer al suelo.