Esposa sustituta

• ¿Para Elisa? •

El hombre que se había adentrado a la oficina de Maxwell estaba escupiendo, de manera nada sutil, numerosas ofensas; al final de cuentas, era realmente «desagradable» lo que él había hecho con la vida de la joven Emily. Bueno, eso era lo que ese hombre estaba pensando.

—¡¿Qué haces aquí?! ¡¿Quién dejó pasar al tarado de Berremy?! — Exclamó Maxwell en el momento en el que entró a espaldas de Jeremy.

Con lentitud, Jeremy se dio media vuelta para quedar de frente al hombre que recientemente había llegado.

—Si este eres tú, ¿quién está en…? — masculló señalando a la silla del jefe.

Esta se giró revelando a Tom, quien, en una posición erguida y entrelazando sus propias manos, denotaba seriedad.

—No tengo idea de lo que deseas, pero, de la manera más amable posible, te pido ¡Que te largues de una misma vez! — Sentenció Maxwell exasperado, era increíble que se creyera con el derecho de entrar a donde claramente no era bienvenido.

—Es por causa tuya que Emily pierda la oportunidad de su vida — rechistó el hombre de ojos celestes con un gran enojo.

El joven empresario no tenía idea de qué se trataba, Emily en ningún momento mencionó al respecto ¿De qué oportunidad se trataba?

Esa era una de las situaciones en las que Maxwell no sabía qué pensar; sin embargo, no permitiría que ese hombre se atreviera a faltarle al respeto, y si Emily había perdido algo, ciertamente él se lo compensaría.

De lo único que, hasta el momento, Maxwell estaba convencido, era de que Emily era una de las chicas más maravillosas y pacientes que había llegado a conocer, por lo tanto, ella no merecía estar como un hombre como Jeremy.

Él, para Maxwell, era lo peor que le pudo suceder a la humanidad.

—Si mi esposa pierde o gana algo, es nuestro problema como pareja y ambos lo resolveremos sin la necesidad de que alguien más interfiera — Expuso con frialdad.

No permitiría que Jeremy se creyera con el poder de manipularlos, ni siquiera era una persona cercana a Emily y mucho menos a él.

Con firmeza, señaló en dirección a la puerta, no permitiría que alguien interfiriera en sus vidas.

—Esto — sentenció Jeremy señalándose a sí mismo y a Maxwell con su dedo índice de manera veloz. —No va a quedarse así, Emily tiene derecho a cumplir sus metas. Sé perfectamente que eres tú quién la está arruinando — su manera de hablar demostraba una exagerada molestia.

El CEO de J&C se mantuvo en silencio, simplemente se dedicaba a señalar la puerta con firmeza; bien sabía que, si continuaba hablando, Jeremy seguiría respondiendo y no se marcharía de ninguna manera.

El ambiente se sentía tan pesado e incómodo que Tom se había quedado como una estatua.

Sentía que debía quedarse quieto para sobrevivir; del caso contrario, terminaría siendo una víctima más de esa situación, siendo impedido para pensar a qué se refería Jeremy con «no dejar que Emily cumpla su sueño».

La puerta, siendo cerrada con fuerza, sacó al más joven del grupo del trance en el que se encontraba.

Jeremy abandonó la oficina hecho una furia, ninguno de los dos restantes sabía qué acababa de suceder o cruzarse por la cabeza de ese tipo.

Emily, por su parte, estaba avanzando con su trabajo, sin tener idea de lo que sucedía en la oficina de su esposo falso. En su mente, seguía el temor de que ese hombre del bosque irrumpiera en casa y no tuviera cómo escapar.

«Si algo se siente sospechoso o llega a suceder. Lo primero que debes hacer es llamarme y luego a la policía».

Indicó Maxwell esa misma mañana antes de salir al trabajo.

¿Qué tenía ese extraño en contra de Emily?

¿Por qué razón la estaba siguiendo si no lo conocía?

Hasta dónde ella alcanzaba a recordar, jamás llegó a cruzarse con ese psicópata.

No existía un motivo que alcanzara a justificar de manera satisfactoria lo que sucedía. ¿Qué quería él de ella? Las razones simplemente no bastaban.

Cuando Emily menos pensó, fueron treinta minutos los que perdió por mantener su mente enfocada en aquella situación. Ella esperaba que llegara el momento en el que pudiera dormir tranquila, deseaba poder encontrarse con ese hombre y poder saber qué motivos lo llevaron a hacer lo que estaba haciendo con la joven.

El timbre de casa comenzó a sonar, el corazón de Emily se detuvo por un momento.

Ella no estaba esperando a nadie y ninguno de sus amigos dio aviso de que iría de visita. ¿Camila? Bueno, ella era una «Mejor amiga ausente», o de esa manera lo veía Emily.

Camila estaba a su lado, en su mayoría, cuando deseaba sacar algún provecho, o cuando estaba demasiado aburrida o agotada del trabajo.

¿Por qué razón Emily continuaba «cerca» de ella? Porque no quería desperdiciar su tiempo intentando evitar a alguien, mucho menos si se trataba de alguien como ella.

—¡No seas cobarde! — Exclamó Emily, se puso de pie de repente y marchó en dirección a la puerta.




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