Esposa sustituta

• Tenemos que hablar •

Emily se sentía satisfecha al ver cómo iba avanzando; las distracciones finalmente habían terminado; bueno, solamente estaba siendo víctima de unos infernales cólicos.
Para ella, este era una de las peores torturas, sí, usualmente, no llegaba a sentir nada durante su regla; salvo hoy.
Hace un par de minutos se vio obligada a tomar un poco de medicina, y todos sabemos lo difícil que es para ella tomarla.  
Si lo hubiera llegado a hacer un poco antes, dejando sus infantiles caras para después, quizá sus niveles de productividad serían mucho mayores a los que tuvo minutos atrás.
—No es hora de quejarme, todo está marchando bien — se dijo en un aliviado suspiro.
Por lo menos, no se había visto tan afectado su trabajo, como para hacer que la despidieran.
—Si continúo de esta manera, podré terminar antes de que llegue el plazo — se alentaba, porque si no se daba ánimos ella misma, ¿quién se los daría?
Su impulso laboral se vio detenido por el rugido de su estómago y un mensaje de Tom.
Ella terminó de traducir el último párrafo de esa escena, pudiendo despejar su mente, para centrarse en el confuso mensaje de Tom.
«Emy, Max piensa que estás molesta, actúa así».
—Y el tontín no dijo más. ¿Por qué razón habría de estar molesta?
Ella, absolutamente, no tenía idea de lo que estaba sucediendo entre ambos.
¿Por qué su compañero creería eso si hablaron normalmente en la mañana?
El ceño de Emily se frunció mientras recordaba lo que sucedió antes de que Max se fuera al trabajo; pero ese hombre era un completo extraño, ¿por qué razón tendría esa idea?
Ella, al tomar su celular, se fijó en las llamadas anteriores, de las cuales no le había respondido a Maxwell, y he aquí la razón del malentendido.
Poco después notó que ella había contestado una llamada de parte de Tom, una pequeña risa se escapó de sus labios.
Al parecer las cosas indicaban que podría estar molesta, y Tom, bueno, él no siempre era una ayuda para tranquilizar las cosas, a no ser que tuviera algún beneficio para él.
La joven de melena lacia y oscura no podría decir nada al respecto, más aún, cuando ella se casó de manera falsa, por simple interés propio.
La muchacha no alcanzó a enviar el mensaje que había escrito cuando el timbre de casa comenzó a sonar; era extraño, cada uno tenía una manera de hacer notar su presencia:
Maxwell, al tener una copia de las llaves y la contraseña de la entrada, podría entrar con facilidad; Tom, él había memorizado la contraseña de casa, por lo que podría entrar cada vez que se le antojara; Erick, él era el único decente que tocaría el timbre.
Si Tom no supiera la clave para entrar, muy seguramente sería el que toca la puerta como si la fuese a echar abajo.
Poniéndose de pie, se dirigió a la entrada, sintiendo la pierna que estaba apoyando, un poco extraña. Era como si la parte superior doliera, peor al mismo tiempo no se sintiera. 
—Extraño — susurró y continuó con su camino.
La imagen de unos enormes tulipanes de color a carmesí saltó a la vista de Emily.
Instantáneamente, sus mejillas se ruborizaron, mientras pensaba que había sido una entrega equivocada, porque ¿quién daría tulipanes rojos a alguien que no fuera tu pareja?
Los pies de la chica no se movieron ni un momento, pero, con curiosidad, estaba buscando la manera de saber de quién se trataba, pues hasta ahora, lo único que lograba ver era el enorme ramo.
Inclinó su cabeza, posando su mirada en los pies de la persona que lo entregaba, logrando distinguir los impecables zapatos de Maxwell.
Su gesto de confusión era más y más grande, ¿qué estaba sucediendo?
Entonces, sus neuronas por fin se unieron, recordó el mensaje de Tom, Maxwell creía que ella estaba molesta. Además de alcanzar a ver los zapatos y un ramo de flores, por uno de los laterales de Max, específicamente en su brazo derecho, estaba una gran bolsa de papel que tenía una delicada decoración, que parecía haber sido hecha a mano.
«Tomy dijo que suponía que estaba molesta… y que actuara como si lo estuviera… hum, ya que Max se tomó este trabajo, quizá deba seguirle la corriente»
Reflexionó la chica con curiosidad. 
«Pero Max, por su parte… no ha hecho nada con lo que podría justificarlo, ha sido bastante amable conmigo».
Emily se encontraba en medio de dos cosas que podría hacer; sin embargo, eligió la opción que no había sido contemplada por Tom, además de eso, sería una forma de evitar que haya problemas entre Emily y Maxwell.
—¿Max? — masculló ella con un tono lleno de curiosidad, a pesar de haberse percatado de que su amigo estaba al otro lado del ramo. —¿No estabas trabajando? ¿Qué es todo esto? — ella inclinó su cabeza y la mitad de su cuerpo a un lado, con la intención de lograr ver el rostro del joven empresario.
Al tener una visión de su rostro, notó como este estaba con una gran sonrisa, de hecho, esta parecía un poco forzada.
Y era que, en el camino, Maxwell recordó la cena que se realizaría al día siguiente con su familia.
Su abuela, por lo menos, deseaba poder trabar una conversación con la mujer que «había cautivado el corazón de su amado y único nieto».
Si Emily estaba tan molesta, como se lo había hecho ver, entonces las probabilidades de que elija no ir a la cena, voluntariamente se esfumarían; y, sería necesario que Maxwell citara el contrato para poder obligarla, cosa que, claramente, no deseaba hacer.
La mejor manera que se le ocurrió, fue disculparse por lo que fuera que ocasionó que Emily se encontrara molesta; aunque, debemos reconocer que a él le importaba llevar una buena relación con su esposa falsa.
—Ven conmigo, tenemos que hablar — dijo Maxwell con serenidad, señaló en dirección a la sala y tomando a Emily por la espalda, la encaminó al lugar que había señalado.
En ese momento, Emily sintió cómo un escalofrío le había recorrido el cuerpo entero.
¿Tenían que hablar?
Era una de las frases que más incomodaba a la joven, debido a que, su madre la empleaba cada vez que la iba a castigar.
La joven tragó grueso al mismo tiempo en que asentía, quizá, él se enteró de que Tom estaba intentando hacer algo, o… 
¿Y si pensaba que ella solamente estaba fingiendo para sacar provecho de algo?
¡No! ¡Era imposible!
Esa era una de las costumbres de Tom, no de ella.
 




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