—¿De verdad no necesitas que vayamos al médico? Nunca está de más un chequeo — dijo en un murmullo.
Una pequeña sonrisa se posó en el rostro de la más joven, sin duda alguna, a ese hombre le faltaban un par de tornillos.
—Mejor, dime por favor, ¿todo eso es para mí? — cuestionó Emily señalando las cosas que Maxwell había traído y dejado sobre la mesa.
La curiosidad lentamente la estaba carcomiendo, de hecho, estaba ansiosa por saber qué era lo que estaba en esa bolsa decorada a mano.
Para ninguno de nosotros es sorpresa el hecho de que Emily hubiera tenido que resistirse a echar un vistazo al interior; Maxwell asintió en silencio, se encontraba aliviado de que todo esto hubiera sido nada más un malentendido.
Ahora solamente debía convencer a Emily de acompañarlo a la cena que se realizaría con su familia; la familia Jones era un poco exigente y a la vez conflictiva, posiblemente, Emily se llevaría mejor con los abuelos de Max y no con sus padres; ellos eran completamente extraños y, Maxwell, por su parte, aún no llegaba a entenderlos del todo.
—¿Te gustaría ir a comer fuera? — preguntó Maxwell con un poco de extrañeza.
Estaba buscando la manera de invitarla, y bien que se trataba de un contrato y era parte de la negociación.
El cuerpo de Maxwell comenzaba a actuar extraño con la idea de presentarles a Emily a su familia, no porque se avergonzara de ella; sino, por el simple hecho de que temía que sus padres se portaran pedantes con su esposa, esposa falsa, pro al final de cuentas, su esposa.
—Sí, me gustaría. Estaba pensando en ir a un lugar al que acostumbraba antes de que todo esto sucediera — ella notó la manera en la que la mirada de Maxwell se apagó un poco.
Ella en definitiva, no deseaba ofenderlo o hacerlo sentir mal; por esa misma razón, se apresuró a explicar lo que había querido decir.
—Me refiero a que, antes, estaba lejos de mi madre y no había casi nadie con el cual poder comer a gusto, así que prefería comer en sitios llenos de gente, así no la echaría tanto de menos.
El joven enmudeció, sentía que de alguna manera había alguien que lo podía comprender un poco más; Maxwell se había acostumbrado a saltar ciertas comidas, escudándose en su mucho trabajo, por el simple hecho de no tener con quién comer.
Alguien que lo hiciera sentir un poco diferente a lo que vivió al lado de sus padres.
—¿Max? — susurró Emily sacudiendo su mano frente al rostro del joven; sin embargo, él no reaccionaba —¿Max? — repitió una y dos veces más, pero parecía como si el hombre estuviera en una dimensión diferente o la chica de melena oscura estuviera hablándole un idioma diferente.
Un suspiro un poco rendido se escapó de entre los labios de la chica, ella estaba decidida a emplear la violencia si llegaba a ser necesario; con lentitud acercó su rostro al rostro de Maxwell; sin embargo, este no parpadeaba ni siquiera.
—Esto no se quedará así — expuso ella con una sonrisa ladina y con movimientos delicados acercó sus manos para tomar las lentes de Maxwell.
Para ser honestos, ella estaba esperando desde hace mucho tiempo la oportunidad para poder probarse las lentes del joven, y esta sería la oportunidad de oro.
Antes de que ella pudiera hacer algo más, las enormes manos del joven empresario se tomaron las de su amiga.
—¿Qué haces? — cuestionó entrecerrando sus ojos, tanto su nariz como sus labios estaban levemente fruncidos.
—Nada — contestó con rapidez, intentando ir un poco más para atrás; sin embargo, el agarre de Maxwell fue mucho más fuerte.
Ella intentó zafarse una vez más al notar que Maxwell había aflojado un poco sus manos, haciendo que estaba perdiera el equilibrio, los ojos de Emily se cerraron con fuerza, estaba esperando el golpe en su cuerpo, debido al golpe en la mesa; sin embargo, gracias al movimiento rápido de Maxwell, este no llegó.
El brazo del chico había rodeado la cintura de Emily, sus rostros, tanto como sus cuerpos, estaban demasiado cerca.
La pelinegra parpadeó un par de veces sin lograr despegar su mirada de los ojos de su rescatista.
Maxwell, por su parte, estaba siendo hipnotizado por la mirada de Emily.
A pesar de que solo habían pasado unos pocos segundos, ellos sentían como si se tratara de mucho tiempo más, cosa que, de ninguna manera les incomodaba. Aun así, no lo llegarían a admitir en un largo tiempo.
—¿Escuchaste eso? — masculló Emily dando unos pasos para atrás.
Tenía la intención de desviar la atención del joven, el cual, soltando un poco de aire por la nariz y una pequeña sonrisa, negó con su cabeza, comprendiendo cuál era la intención que tenía Emily desde un comienzo.
—Mi estómago está rugiendo — confesó llevando su mano al estómago.
Ella tomó la mano de Maxwell y con su cabeza le indicó que era hora de marcharse.
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Tom, por su parte, estaba centrado en sus labores de presidente ejecutivo de J&C, tanto que se había olvidado de que realmente él no era el presidente de la empresa.