Maya estaba un poco aturdida, realmente era algo que estaba esperando de cierta manera, pero tenía la leve esperanza de que se estuviera equivocando.
No había nada que ella pudiera hacer, la verdad era que necesitaba el trabajo y la oferta que tenían no era nada mala.
—Muchas gracias, yo… tendré que pensarlo un poco, en caso de que aún estén interesados en mi perfil… — masculló con un poco de pesadez.
Para Maya sería una falta de respeto aceptar mientras no estaba segura de poder lograrlo, Ezra era la única familia que realmente le quedaba y era el más valioso obsequio que jamás le había sido concedido.
Ella no podría asegurar que formará parte de la empresa de J&C sin antes haber pensado en las ventajas y desventajas; además de considerar la calidad de la persona que se encargaría de cuidar a su pequeño niño.
Ella estaba decidida a no dejar a su pequeño Ezra con alguien en que, al no verla, no podría confiar.
—No se preocupe, considerando su perfil y capacidades, las puertas de nuestra empresa estarán abiertas para usted — expuso Tom con un tono de voz bastante sofisticado.
Él estaba actuando de la misma manera en la que actuaba su amigo en momentos como estos, para Tom, simplemente estaba interpretando un papel, en el que debía cumplir la normativa al pie de la letra, o de lo contrario, Maxwell era capaz de dejarlo sin su amada y característica cabellera.
Internamente, el joven de melena rizada se encontraba conmovido por la situación de Maya, y si dependiera totalmente de él, le habría dado el puesto sin importar que el niño estuviera en el interior de la oficina.
Es más, la idea de tener una guardería al interior de la empresa sería una manera en la que J&C destacaría entre la competencia, eso, sin dejar a un lado su verdadera intención: Garantizar un trabajo estable para las mujeres solteras.
Con pasos lentos, Maya se alejó de la empresa; ella necesitaba poder hablar con alguien; sin embargo, no había llegado a hacer amigos y los pocos que tenía no lo eran realmente.
En el momento en el que ella perdió todo, así mismo se marcharon las personas en las que ella había llegado a confiar.
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El rostro de Maxwell se notaba un poco confundido al instante en el que Emily indicó que se detuviera.
Ambos habían llegado a la cafetería, aquella que se encontraba la agencia UpMore, en dónde Emily trabajaba.
—¿Por qué razón me ves de esa manera? — cuestionó la chica aparentando un poco de inocencia.
La verdad era que ella se encontraba un poco molesta por el hecho de que su jefe fuera a recriminarle algo a Maxwell, aun cuando él no tenía nada que ver con el asunto.
Lentamente, Emily se estaba dando cuenta de las intenciones de su jefe, y, a pesar de no querer renunciar, ella estaba dispuesta a darle una pequeña lección.
Después de todo, fue él quien comenzó.
—¿Por qué me trajiste aquí? ¡Sabes que detesto este lugar! — exclamó con dramatismo; sin embargo, Emily no tenía idea de que a Maxwell le desagradara la zona.
—Lo siento — susurró con un tono apagado de voz.
Bien que este era fingido, salió de una manera tan natural que logró convencerlo.
—Solo que… este es uno de mis sitios favoritos — masculló desviando la mirada.
Estaba evitando la mirada de Maxwell a toda costa, porque, era consciente de que, si lo veía a los ojos, ella terminaría estallando en carcajadas y estaría delatándose a sí misma.
Un pesado suspiro se escapó de entre los finos labios de Maxwell, él terminó accediendo con una doble intención: complacer a Emily y esperar a que el hombre que trabajaba en el edificio de enfrente cruzara por el sitio y los viera tan felices como siempre.
—Está bien, me quedaré…, ya que es tu lugar favorito, por lo menos tendré que darle una oportunidad, ¿No es así? — Emily asintió con una radiante sonrisa.
Su mirada se posó en el reloj y fue cuando notó que era hora de que se le hiciera la entrevista a Maya.
—¿Qué era lo que tenías que decirme? — cuestionó la joven con una pequeña seña de preocupación.
Bien era que la frase: «Tenemos que hablar» Podría llenar de nervios a ambos personajes cuyos cuerpos comenzarían a reaccionar respecto a su nerviosismo.
Para Emily, la mejor manera para salir de tan grande incertidumbre era preguntar una y otra vez, hasta que la persona le dijera lo que tanto deseaba hablar con ella.
—Si hice algo que no te agradara, puedes decirlo con toda confianza — añadió una vez más, para poder terminar con ese silencio incómodo que ella misma había ocasionado.
—¿Es muy grave? — insistió cuando vio que Maxwell no se inmutaba a responder.
—No, no es nada grave, solamente quería invitarte a una cena junto a mis padres, ellos quieren conocerte oficialmente; no te vayas a poner nerviosa, ellos no son tan malos como los padres de Erick — expuso esbozando una ligera sonrisa, la cual se borró de su rostro al ver cómo el rostro de la más joven, se volvía pálido. —¿Emily? —.