Esposa sustituta

• La ley de las series •

La joven pasó mucho tiempo encerrada en casa, así que, a Maxwell, le pareció comprensible de que aprovechara el momento para salir y despejar su mente.

Hasta que a su memoria llegó la imagen del hombre del bosque.

¿Qué pasaría si ella hubiera sido secuestrada por ese hombre?

¡¿Qué reacción tendría su suegra?!

Entre tanto, Maxwell pensaba en eso, un estrepitoso trueno se dejó escuchar, así mismo la tormentosa lluvia que sonaba a lo lejos se apresuraba a llegar para regar el vecindario.

No recordaba mucho de lo que Emily había mencionado antes, pero alcanzó a recordar el pavor que las tormentas eléctricas le ocasionan.

No tenía idea de en donde estaba su compañera, y ella no se dignaba a responder sus llamadas ¿Se encontraba bien?

En el interior de casa, Maxwell se apresuró a comunicarse con Tom, quien, posiblemente, sabría dónde se había metido la chica.

Sin embargo, lo único que este le alcanzó a decir que lo menos que se podía hacer era comunicarse con Maya y, por lo menos, saber si ella salió de su casa o permanece no el lugar.

La idea le pareció sensata al hombre de traje, quien, sin llegar a pensarlo dos veces, buscó entre sus contactos el número de Maya.

Emily se había asegurado de que él hubiera registrado a su amiga, solo ella sabía por qué o para qué; pero al juzgar por el momento, fue realmente útil.

«Es el esposo de Emily, ¿Verdad?»

Preguntó Maya al otro lado de la línea. 

Maxwell afirmó con un sonido gutural, no sabía realmente qué debía de decir, más aún, de una situación como esas.

«Ella está aún aquí, su teléfono está apagado. Emily, tu esposo está en la llamada…»

Un pequeño silencio se formó al otro lado de la línea, de hecho, solamente se alcanzaban a oír unos insistentes murmullos.

El joven empresario intentaba poder comprender algo de lo que se decía, pero estaba convencido de que no estaba en un idioma que él llegara a comprender.

«Señor Jones, lo siento; pero Emily no dese… puede tomar la llamada justo ahora, que tenga una linda noche»

Dicho esto, la llamada terminó dejando a Maxwell confundido.

—Ahora, ¿Emily sí está molesta? — se preguntó el hombre con un poco de incertidumbre en su voz.

Al parecer, la única opción que le quedaba a Maxwell era pedirle un consejo a su amigo lector de emociones; de lo contrario, no tendría manera de saber qué es lo que sucedía con Emily, o si ella estaba cansada, era algo típico de las mujeres como efecto secundario de la regla o en definitiva estaba molesta con él.

Tom, al recibir la petición de ayuda de su amigo, se apresuró a correr a casa de Maxwell, a pesar de que una tormenta estuviera a punto de golpear la ciudad, los rayos aumentaban su intensidad y el frío era insoportable.

Él viajó de un extremo de la ciudad al otro, con el fin de ayudar a su amigo, no fuera que hubiera metido la pata y terminaran firmando un divorcio.

«Eso no es lo que debería suceder»

Se decía a sí mismo al instante mismo de ingresar a la mansión de los Jones.

Al entrar, logró ver a su amigo, quien se encontraba viendo una serie romántica para nada a su gusto de Maxwell Jones.

El ceño de Tom se frunció demasiado, tanto que amenazaba con desfigurar su cuerpo ¿Qué hacía su amigo viendo novelas de romance?

Tom, era el tipo de persona que acostumbraba a verlas, por el simple hecho de juzgar si los actores hacen un buen trabajo al plasmar las verdaderas emociones en sus series; pero Maxwell, ¿Por qué Maxwell haría algo así?

—¿Qué haces? — cuestionó sentándose al lado de Maxwell casi de un salto.

Esto provocó que el corazón de su amigo sintiera un vacío y una extraña sensación lo recorriera.

—Estoy viendo la serie favorita de Emily, está llegando a su final, es interesante — expuso elevando sus hombros.

No comprendía la reacción de su amigo, parecía que su rostro deformado podría deformarse aún más con las palabras de Maxwell.

—No la has estado viendo con Emily, ¿No es así? — indagó con cautela.

Aun así, la respuesta de Maxwell le indicó que la estaba viendo con ella, pero que, en ese momento, no estaba ahí.

 —¡Suelta ya! ¡Apágala! ¡Apágala! — repetía una vez más mientras casi se abalanzaba sobre Maxwell.

—¿Qué? ¿Por qué lo haría? — En ese momento se mostraba más confundido Max que antes.

—Cuando ves una serie con alguien, no importa qué pase, debes seguirla viendo con esa persona. Es la ley de las series en compañía — explicó —si quieres que tu cadáver quede irreconocible, síguela viendo… pero, si has tenido problemas con Emily últimamente, no te recomiendo que la continúes, o no sobrevivirás.

El tono en el que el chico de melena rizada estaba hablando, hacía juego con los numerosos relámpagos que iluminaban la noche.




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