Esposa sustituta

• No respeta ni a su propio marido •

—Espero que te recuperes con prontitud. ¿Cómo es posible que hayas dejado las muletas en otro lugar? — frunció el ceño soltando una pequeña carcajada. —Lo siento, no debería reírme.

—Descuida. Son cosas que únicamente me suceden a mí — masculló la joven sintiendo cómo sus mejillas se sonrojaban. —Después de mi cita con el médico, puede que deba hacer terapia, pero, si soy honesta, me siento de maravilla como para regresar al trabajo. Creo que ya no habrá más impedimentos — expuso la pelinegra con seguridad.

Los ojos de Jeremy se desviaron en dirección al ventanal en el que estaban.

Su rostro se frunció al notar a tres hombres de traje recostados en uno de los autos, sus brazos estaban cruzados al igual que sus piernas, mientras recargaban todo su peso en su costado.

Al igual que su jefe, la mirada de Emily se desvió en esa dirección, para saber qué hizo que su apuesto jefe cambiara su semblante de una manera tan repentina.

—Oh, vaya — masculló Emily soltando un suspiro. —¡Y cuando uno los necesita ni se aparecen! — se quejó la chica de manera cómica, haciendo que el hombre que se encontraba en frente de ella riera una vez más.

La verdad era que, no importaba la tontada que Emily dijera, todo le parecería divertido a Jeremy.

Y, él no tenía reparo en hacérselo notar.

Los tres, al mismo tiempo, señalaron su reloj en la mano izquierda; bueno, Tom, que no acostumbraba a llevar ninguno, se limitó a señalar su muñeca.

—Al parecer, debes regresar a casa — dijo el hombre de ojos claros. —Tus escoltas llegaron — expuso con un tono de humor.

—Gracias por ayudarme… Jeremy — sonrió la joven tomando sus cosas. —Además de haberme acompañado, realmente lo aprecio. Hablamos luego, y te debo una ¿eh? — una radiante sonrisa se posó en el rostro de ambos mientras hablaban.

Emily, tiempo atrás, no habría llegado a imaginar que terminaría cenando con su jefe, el cual, le llamó la atención desde el momento en que lo vio.

Pero, ¿quién se fijaría en ella? Al menos, eso era lo que pensaba y aún piensa.

—¿Si la ven? No respeta ni a su propio marido, ya le anda coqueteando a Berremy, por lo menos hubiera escogido un partido mucho mejor; no sé, ¿el hijo del presidente? — se quejaba Maxwell sin despegar la mirada de la pelinegra.

—No le está coqueteando a nadie, solo está siendo amable con su jefe — aclaró Erick con seriedad.

—Esperemos si dices eso cuando te interese alguien — rechistó el hombre de melena dorada.

—¿Estás diciendo que te interesa Emily? — preguntó Erick de regreso.

—Ahora que lo pienso, Jeremy es bastante atractivo. — Las miradas de los dos chicos restantes se posaron sobre el menor. —Me refiero a que, entra perfectamente en el estándar de «tipo ideal» de una mujer. Es alto, acuerpado, su cabello oscuro, barba medianamente recortada, ojos claros, una voz profunda y una sonrisa bastante carismática. No me sorprendería que Emily estuviera enamorada de él — sonrió lanzando un falso suspiro —ese sería un gran golpe para el protagonista.

—¿Qué hay de nosotros? También somos bien parecidos, ¿o qué problema vez en nosotros? — cuestionó Maxwell frunciendo su ceño.

Mientras observaban a Emily que por fin estaba caminando en dirección a la salida.

—Tú, tienes la nariz muy grande, eres un trabajador compulsivo, que ahora último apenas ha aprendido a controlarse, aún no has podido superar a tu ex. En cuanto a Erick, él sí es un trabajador compulsivo sin esperanza de recuperación, sus ojos son gigantescos; aunque tiene una voz bastante grave, no le gusta hablar y no puede comprender a las chicas tanto que ya espantó a una potencial socia.

—¡Oye! — exclamaron ambos jóvenes.

—Si no querían saber, no debieron haber preguntado. ¿Notan la manera en la que Jeremy se queda viendo a Emily? Él está realmente flechado por mi enana — dijo con emoción.

Cabe aclarar que Tom estaba usando esta situación a su propio favor, debía demostrarle a Maxwell que Emily era un gran partido y que, si él no la cuidaba, había demasiadas personas interesadas en ella; entre los cuales estaba Jeremy, como el mejor jugador, el que tenía las más grandes ventajas.

—¿Cómo te parece Jeremy? —preguntó Maxwell en el instante mismo en el que Emily llegó a ellos.

—Es atractivo ¿Por qué lo dices? — cuestionó la chica con naturalidad.

De hecho, era lo que ella estaba pensando en ese mismo momento, y, la pregunta la tomó con la guardia abajo. 

Una sonrisita se escapó de entre los labios de Tom, haciendo que un gesto de confusión se posara en el rostro de la pelinegra.

—¿Si ven? Les dije que Jeremy es atractivo. Emily, ahora, dime una cosa negativa de los dos del frente — pidió señalando a los dos hombres de traje.

—Él, al parecer, no tiene ningún interés en una relación; creo que su pareja va a sentirse como en una relación de negocios y no como una relación matrimonial — respondió Emily señalando a Erick. —Y él, bueno, está claro para todos que no ha superado a su ex — dijo con serenidad subiendo al vehículo de su esposo falso.




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