Esposa sustituta

• No querrás abandonar nuestro hogar •

—La señorita Elisa ha mejorado considerablemente — manifestó el médico saliendo de la habitación.

Pierre, por su parte, no se había despegado ni un solo instante de la entrada. Su pareja aún se rehusaba a verlo; era como si ella hubiera olvidado lo mucho que él la amaba.

«¿Ella sabrá que me acosté con su prima?»

Se preguntaba el hombre como si se tratara de nada.

Pierre se había «encargado» de hacer que sus infidelidades permanecieran en secreto.

Incluso, había amenazado a una de las mujeres con la que había tenido un encuentro, con el fin de que ella no le dijera nada a su pareja.

La infidelidad era un pecado que Pierre jamás podría llegar a dejar atrás, estaba seguro de que, no había manera de que él dejara de hacerlo, y el amor que él le profesaba a Elisa, no era suficiente para detenerlo.

Él rezaba para que Elisa no se enterara, y hacía todo lo posible para consentirla con toda clase de lujos, con el fin, de que no se sintiera abandonada ni un solo instante de su vida.

Pierre, no entendía que él estaba con la mujer que «amaba» simplemente por su físico, ni que, la mujer que él «amaba» estuviera con él con la sola misión de quitarle toda su riqueza.

Plan que, estaba bastante avanzado y que, llegaría a su fin dentro de poco tiempo.

—Señor Pierre, La señorita Elisa desea verlo — anunció una de las enfermeras siguiendo el camino del médico.

Los ojos del infiel se abrieron con emoción, sin que lo notara, sus pasos lo habían llevado a la velocidad de la luz, al interior de la habitación en la que su pareja se encontraba sentada.

Sus miradas se encontraron por un par de segundos, ella se mantenía en silencio, no se atrevería a decir la primera palabra; porque, en el momento en el que Pierre hablara primero, revelaría cuál es su más grande preocupación respecto a ella.

A pesar de que los pasos del hombre habían sido acelerados pocos segundos atrás, estos se habían vuelto demasiado lentos mientras se acercaba a su amante.

Él no se sentía con el valor necesario para acercarse, si ella estaba enfurecida por él, era por alguna razón; por lo cual, no sabía qué atenerse, se estaba enfrentando a un escenario completamente adverso.

—Elisa, bebé — dijo en un hilo de voz, sus ojos se habían llenado de lágrimas.

«¡Bingo!».

Exclamó Elisa en su interior, su pareja ya reveló la culpabilidad que lo asediaba, espero, ella no sabía con exactitud la razón de su culpa, si lo llegaba a revelar, tenía la seguridad que con eso podría dominarlo y convencerlo de hacer lo que ella deseaba; con el fin de arrebatarle todas sus riquezas, pues esta, era la única razón por la que se acercó a él.

—Sé lo que pasó — masculló la rubia en un bajo tono de voz. —pero, me gustaría escucharlo de tus propios labios, Pierre.

Los ojos de hombre se abrieron de par en par, ella, jamás, desde que se hicieron pareja, lo llamó de esa forma.

Él tenía la sospecha de que Elisa descubrió su infidelidad con su prima, por lo que, no le encontraba más sentido a esconderlo de los ojos de ella.

Él no deseaba, en absoluto, ser el motivo por el que la mujer que él amaba, se quitara la vida. No era la primera vez que lo intentaba.

Ella era consciente de lo mucho que él la quería, y que, esto solamente estaría a su favor; además de que lo mucho que él le proclamaba su amor, no era capaz de dejar a un lado el cariño y deseo hacia otras mujeres.

Era lo mismo que le sucedía a ella, no importaba con cuantos estuviera, siempre tendría más importancia y le daría mayor prioridad al dinero.

—Emily… — balbuceó el hombre sin saber cómo reaccionar, se suponía que ella se encontraba bastante sonriente poco antes.

¿A qué se debía que ella se hubiera estado conteniendo todo el camino de regreso a casa? ¿Tenía algo que ver con Jeremy?

Su mente estaba trabajando en intentar descubrir el motivo por el que sus ojos no dejaban de asemejarse a una fuente.

Él llevó sus manos al rostro de la menor, secando sus lágrimas, las cuales no se había detenido ni por un solo instante.

—Estaba muy asustada — dijo con dificultad, mientras le faltaba el aire.

—¿Asustada? — cuestionó demasiado confundido.

¿Jeremy se había atrevido a decirle o hacerle algo? Pero, si lo había hecho, ¿Por qué razón ella se había mostrado tan cómoda a su lado y sus sonrisas no faltaban? 

—¿Jeremy hizo algo? — preguntó con un poco de escepticismo, sentía dentro de sí que esa no era la respuesta, no lo percibía de esa manera.

—Ese hombre… — decía en medio de sollozos, los cuales no le permitían a Maxwell comprender perfectamente lo que ella estaba intentando decir.

—¿Berremy? — susurró, pero la chica sacudió su cabeza llevándola de un lado a otro.

—El del bosque, él me estaba siguiendo — soltó en una sola línea, su voz se notaba demasiado entrecortada y ahogada, como si no pudiera respirar de manera adecuada.




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