Esposa sustituta

• ¿Celosa? •

Los pasos de Maxwell lo llevaban de un extremo al otro de la sala.

El mensaje que le había enviado Elisa la primera vez, lo había logrado desconcertar de tal manera que terminó perdiéndose en cada uno de sus pensamientos, lo que, le impidió, de cierta manera, poder enterarse de los mensajes que Emily había enviado con anterioridad.

Si tan solo él hubiera estado más atento y hubiese escuchado la llamada, hubiera alcanzado a estar para Emily… si tan solo, hubiese cuestionado acerca de a dónde se dirigía, solo por su seguridad, todo habría sido diferente.

Pero no era momento para llorar sobre la leche derramada, él estaba consciente de su error y más aún, de que no importaba cuanto se quejara, no podría regresar el tiempo ni nada cambiaría en el pasado.

Lo importante era que nada pasó a mayores y que, de ahora en más, cuidaría mejor de su esposa falsa.

¿Qué haría si algo le pasaba?

Debía ser honesto consigo mismo si Emily llegara a faltar, la alegría de toda la casa se marcharía con ella.

No habría más risas, ni películas a alto volumen, no se escucharía su estruendosa voz cantando a todo pulmón en la ducha, y, aunque casi se cumplían las dos semanas de su boda, ella había logrado poner de cabeza el mundo del millonario empresario.

—Estoy de regreso — anunció el hombre dejando entre las manos de la pelinegra, un poco de té.

El cual había notado que ella empleaba cuando se encontraba molesta o estresada por alguna situación.

—Gracias.

—¿Sabes? Estuve pensando en que hay algo bueno en esto — murmuró Maxwell llamando la atención de su joven compañera; la cual, frunciendo su ceño, lo observó con detenimiento.

¿Por qué decía que había algo bueno en todo esto? ¡Ella casi moría de un infarto y lo dejaría viudo! ¿O él quería ser viudo?

—No creo que haya algo bueno en esto — sentenció la chica girando su rostro a una dirección contraria de la que estaba Maxwell.

Él notó que, de cierto modo, él eligió las palabras equivocadas para expresarse.

—Me refiero a que, en todo esto malo, podríamos sacar algo no tan malo… algo que podría beneficiarnos de alguna forma — aclaró con seguridad. —Ya estamos seguros de que, en efecto, esa persona te está siguiendo. Por lo que debemos tenderle una trampa para atraparlo.

—No me ofrezco como voluntario, pediré boletos para ir a los Alpes y llevaré a Tom en una maleta.

—Es imposible que pueda ir en una…

—Le abriré agujeros — explicó.

Maxwell chasqueó con su lengua, sería una pérdida de tiempo hablarle a Emily acerca de su plan en ese instante; tendría que esperar hasta el día de mañana, hasta que ella tuviera la mente mucho más clara.

—¿Sabes? Mejor vayamos a dormir, has de estar cansada…  y ser el asistente de Tom no es tan agradable que digamos — murmuró lanzando un suspiro.

—¿Cómo es posible que Tom sea duro contigo? Ya me has dicho muchas veces que has sido un gran jefe; así que, como él te esté tratando, es un reflejo de la manera en la que tú lo estás tratando a él. ¡No te preocupes! Él es un gran chico.

—Lo olvidaba… — masculló recordando el mensaje que Elisa le había enviado poco antes.

Sacó su celular y le enseñó a Emily el mensaje.

—Por lo menos, no debería tener secretos contigo — elevó sus hombros, restándole importancia al mensaje.

—Gracias por confiar en mí, voy a leerlo — afirmó con una pequeña sonrisa y aclaró su garganta. —«¿Tan difícil era superarme que conseguiste a alguien exactamente igual a mí?» ¿Exactamente igual? ¡Es una redundancia! Simplemente pudo haber dicho: Exactamente como yo, o luce perfectamente a mí…— se quejó la joven sin siquiera poder terminar de leer el mensaje. —«Debo admitir que el maquillaje es impactante; pero, debes recordar algo: “Ella, no soy yo”» Por supuesto, cerebrito. Yo jamás dejaría alguien de la manera tan patética como tú lo hiciste — renegó una vez más. —«Y jamás podría llegar a desearte con la misma intensidad de la que yo lo he hecho» y, aun así, te dejó plantado.

—¡Oye! ¿Es necesario que me recuerdes eso?

—Dime, ¿quién en su sano juicio dejaría ir a un partido tan bueno como el que tengo enfrente? — susurró Emily acercándose al rubio, cuyas mejillas se pusieron demasiado rojas. —Mira, un lindo tomatito — se burló. Una vez más, aclaró su garganta y continuó leyendo: —«Una traductora de pacotilla, se ve mucho más a gusto con Jeremy, para ser honestos» De esto no tengo comentarios — señaló esbozando una sonrisa traviesa. —«Pronto regresaré por ti. Con amor, Elisa» que ni se atreva a asomarse, ya noté por qué es que no le agrada a Tom.

—¿Celosa? — expuso Maxwell con la misma sonrisa que ella tenía segundos atrás.

—¿Por qué lo estaría? — se acercó a él. Ella no permitiría que se saliera con la suya. —Te recuerdo que podemos tener la misma cara, pero, tú eres legalmente mi esposo. De manera que, efectivamente, ella debería tener celos de mí — respondió de forma victoriosa.

Un trago grueso descendió por la garganta de Maxwell, sus ojos se habían abierto de más mientras se preguntaba «¿Dónde quedó mi Emily?»




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.