Esposa sustituta

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—Madre — dijo el joven ajustando su corbata. —Estuve un poco delicado de salud; estaba ardiendo en fiebre y olvidé por completo la cena, mi esposa estuvo cuidando de mí toda la noche. De verdad lo sentimos — Expuso el chico de melena dorada, observando fijamente a su progenitora. 

El silencio se formó entre ellos dos, sin que el menor tuviera algo más para decir. sentía que su madre, en cualquier momento, terminaría regañándolo o dándole un sermón a causa de su incumplimiento. 

—¿Te encuentras bien? — preguntó la señora, poniéndose de pie y dando unos cuantos pasos en dirección de su hijo. Llevó sus manos a la frente del menor intentando comprobar su temperatura. —No hay fiebre — masculló elevando una de sus cejas. 

Un gran trago de saliva descendió por la garganta del rubio, el cual, mordiendo su lengua, esperaba que se le ocurriera la mejor excusa posible.

—Eso se debe a los cuidados de mi esposa — añadió una vez más. —Su madre le enseñó la receta de una deliciosa sopa que sin duda alguna es capaz hasta de «levantar un muerto» como dice mi suegra — balbuceó al final.

—Eso suena a que son personas sin clase — sentenció la mujer en un tono desaprobatorio. 

—Madre… — renegó Maxwell cruzando sus brazos y arqueando una de sus cejas. —Pensé que respetarías mi elección, me casé con la mujer que amo, eso es lo importante. Agradezco que estés aquí, pero, tenemos mucho trabajo qué hacer. 

Expuso el hombre intentando hacer que su madre se marchara antes de que al alocado Tom se le antojara correr al interior de la oficina.

La madre de Maxwell era casi lo opuesto a Tom, ella era reservada; y Tom, decía mucho de lo que se le atravesaba en la cabeza. 

Ella comprendía sus indirectas, sabía que, de una manera u otra, él esperaba que se marchara, siempre era así, y, de cierta forma, a ella no le molestaba, no le importaba ni un solo poco. 

—Deseo hablar con tu esposa, necesito verla — afirmó con severidad.

Ella realmente deseaba poder conocer un poco acerca de la chica; ella juzgaba que, al ser una chica «sin clase» eso le haría tener un poco más de empatía con las demás personas, y, eso, era lo que ella había necesitado desde el comienzo. 

Luego de su cumpleaños número cuarenta y nueve, ella reflexionó acerca del rumbo que había tomado su vida, y que, a pesar de tener un hijo, pensaba que estaría sola en los días de su vejez.

Ella no deseaba ser como una de sus antiguas amigas, que, al haber cerrado todas las puertas para ser ayudada, sus hijos le dieron la espalda y estaba en un ancianato, antes de la edad mínima para ingresar, no había quién le tendiera una mano amiga… estaba completamente sola. 

—¿Para qué desea hablar con mi esposa? — cuestionó Maxwell un poco reacio a la idea de que su madre hablara con Emily ¿Qué clase de ideas tenía para espantarla? 

Giselle nunca había visto a alguna mujer con buenos ojos, era como si una competencia inexistente creciera entre ellas, y, deseara, a toda costa, alejarlas de su hijo. 

¿Cómo la señora le diría la verdad a su hijo y que, necesitaba hacer que la relación entre ellos estuviera mejor?

Eso, por supuesto, sin contar la gravedad de la enfermedad de su padre.

Todos sabemos que la relación entre Maxwell y sus padres era completamente extraña y que, se llevaba solo un poco mejor con su madre.

Los verdaderos padres de Maxwell, según su consideración, eran sus abuelos, aquellos que lo habían cuidado con verdadero cariño, cuando sus padres lo veían como un pequeño estorbo. 

—Es mi nuera, necesito conocerla… además de eso, ambos faltaron a nuestra reunión familiar.

—¿Desea que la llame y le pida dejar a un lado su trabajo para mostrarse con usted? — Maxwell se estaba convenciendo de a poco de que su madre estaba planeando algo.

Quizá en contra de Emily, lo había intentado antes con la primera pareja de Maxwell, y con la segunda… Por tercera vez, él decidió mantener su relación en secreto y, fue ahí cuando fue plantado en el altar, instantes antes de iniciada su boda. 

—Sí — afirmó la señora asintiendo con su cabeza. 

¿Su madre en su largo viaje llegó a olvidar la existencia de la ironía? 

Maxwell lanzó un pesado suspiro; realmente su madre no se iría de la oficina del hombre de traje, hasta que ella pudiera hablar con la famosa esposa de Maxwell. 

—En ese caso, no me deja más opción — expuso sacando su celular a regañadientes. 

El único lado positivo que él podría ver en esa situación es que, Emily era una de las personas más testarudas que jamás en su existencia había llegado a conocer, y que, debido al contrato, ella no daría su brazo a torcer en cuanto a alejarse de él. 

De todas las cosas, la idea que menos le agradaba a Maxwell, no era el regreso de su exnovia, sino, la partida de Emily.

Antes de conocerla, su vida era vacía, incluso en el departamento que compartía con uno de sus amigos.

De hecho, había compartido departamento con el ruidoso Tom. 




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