—Es un placer conocerla — saludó la mayor de las presentes esbozando una muy forzada sonrisa.
Ella no podía dejar pasar la oportunidad para hacer de Emily su más grande aliada, a lo que «reparar la relación» requería.
Ella no deseaba vivir sus días, abandonada, y tampoco quería morir joven; la señora deseaba poder vivir una vejez llena de quietud y sin ningún tipo de preocupación.
Una radiante sonrisa se posó en el rostro de la joven Emily, quien, había reconocido a la señora que se había atragantado poco antes, viendo que ella no había mencionado en ningún instante el incidente, la joven pelinegra optó por mantenerlo en secreto.
Mostrando iniciativa, se acercó a la mayor para estrechar sus manos; por lo menos, debía intentar caerle bien a su nueva suegra.
—El placer es mutuo, señora Jones — expuso la joven con bastante formalidad.
Maxwell, por su parte, y Tom, se observaban confundidos, la madre del joven empresario no había dudado en estrechar la mano de la joven, a pesar de que la señora acostumbraba a extenderla primero, si era necesario, o simplemente no lo hacía, cuando una persona no le agradaba.
La actitud de la señora Jones era un poco diferente a la que ambos chicos estaban habituados, pero, no había ningún tipo de problema en eso, salvo que Tom sentía que se trataba de alguna clase de trampa.
Aun así, el joven CEO temporal de su amigo, no se dignó a decirle nada a la chica que estaba fingiendo ser la esposa de su amado amigo, todo debido al diminuto descontento que ambos tenían.
—Hasta el momento, mi hijo me ha hablado muy poco de usted, pero, si aún lo hubiera hecho, no creería nada de lo que dirá hasta comprobarlo con mis propios ojos. Quiero asegurarme de que la elección de esposa que ha hecho mi hijo, sea la indicada para seguir con el legado de la familia Jones.
Las palabras de la señora sonaban con tanta seguridad que Emily lo estaba sintiendo casi como una amenaza, fue por eso que dio dos pasos para atrás, intentando esconder una parte de su cuerpo detrás del de su esposo falso.
Él lo notó, por lo que, se apresuró a tomar su mano para darle la valentía que ella estaba necesitando.
—¿A qué se refiere con «ser la indicada para seguir el legado»? — preguntó Maxwell, un poco confundido también por la repentina amabilidad de su madre.
A pesar de eso, algunas de sus palabras sonaban bastante similares a lo que una amenaza proveniente de ella haría.
Una pequeña risita se escapó de entre los labios de la señora, ¿Por qué su hijo estaba actuando tan a la defensiva?
Puede que lo haya hecho de una manera tan sutil que no se percatarían de ello, pero la señora podía notarlo:
La manera en la que con su cuerpo escudaba el pequeño cuerpo de Emily y la forma en la que ella lo buscaba como su lugar «seguro» la diferencia en el tono de voz que Maxwell había llegado a emplear con el resto de personas y la dulzura con la que le hablaba a Emily.
Además de la paciencia que le había tenido minutos antes al hablar con Francesca, todo, absolutamente todo, se veía imposibilitado de escapar del conocimiento de la señora.
Por lo cual, la señora Jones estaba encontrando el punto débil de Maxwell, y, a pesar de que ella no llegara a hacer nada en contra de su propio hijo, usaría todos los recursos que tuviera a mano para poder actuar en su propio beneficio.
—Querido, los Jones, hemos cuidado cada cosa que llega a nuestras manos, y, detrás de un gran hombre, siempre se esconde una gran mujer. No quiero ver cómo el futuro de nuestra familia se va en picada por una mala elección; pero, de tu esposa, hasta ahora puedo ver que es una gran elección — expuso con autoridad.
Ella necesitaba quedar bien delante de Emily, y, al notar sus mejillas sonrojadas, sin duda alguna lo estaba logrando.
—Es un alivio que opine de esa manera, madre — dijo con una sonrisa, aquella que reflejaba que la opinión de su madre, realmente, no era lo importante para él.
Sus abuelos, era la voz de sus abuelos y su opinión, lo que realmente importaba en la mente de Maxwell, al final de cuentas, ellos se habían convertido en sus verdaderos padres y no lo utilizaban para sus propios beneficios, como siempre lo habían hecho sus progenitores.
—Deseo poder conversar con ustedes y mi esposo, fijaré una vez más la fecha para nuestra reunión familiar, por favor, no vayan a faltar a la cena — la pareja de esposos había asentido con un poco de lentitud.
¡¿Cómo había sido posible que se les olvidara la cena con los señores?! A causa de la vergüenza, las mejillas de ambos se tornó de color rosáceo.
La señora se marchó de la oficina, los tres exhalaron con un profundo alivio, por lo menos, no habían dicho nada de más, y la señora no se había mostrado tan reacia como en otras ocasiones.
¿Será que ella ya se estaba preparando para poder aceptar que su hijo había crecido?
¿O al ya haberse casado no veía conveniente provocar un divorcio que, claramente, sería mal visto en su familia?
Esas clases de preguntas estaban rondando por la cabeza de Maxwell, el cual, aún no salía de su asombro.