Esposa sustituta

• La mansión está terminada •

En un punto alejado de la ciudad, la edificación estaba oficialmente terminada.

Cada uno de los trabajadores había dado su mayor esfuerzo para poder cumplir con las demandas de su jefe, el cual, había especificado cada uno de los detalles que su nueva mansión debería tener.

De hecho, se había encargado de hacer una investigación exhaustiva de Emily, conocía sus gustos y aquellas cosas que cualquiera pasaría por alto.

El hombre de traje estaba decidido a llevar a su amada hasta ese lugar en medio del bosque, le parecía que era el lugar más romántico y alejado de las personas.

¿La razón?

Ella no tendría chance de escapar, hasta el momento en el que se enamorara perdidamente del sujeto y, de esa manera, no tendría ganas de huir.

—Le avisaré al señor — anunció uno de los principales encargados.

Antes de iniciar la llamada, llevó su celular de regreso a su bolsillo.

—Deberíamos checar de nuevo cada una de las instalaciones, no deseo tener que lidiar con ese viejo loco una vez más — masculló lanzando un suspiro.

Sus compañeros se mantuvieron en secreto, bien que no debería hablar de su jefe, tenía gran razón.

Era conocido a cada uno de ellos que no había nada que se escapara de la visión del hombre de traje, y que, no había forma de que alguno que se revelara en contra de él, pudiera salir impune, o por lo menos, se supiera su paradero.

Todos ellos llegaron a la conclusión de que sería una mejor opción estar seguros de que nada se les hubiera pasado por alto, las especificaciones del hombre, además de sus amenazas, no eran tan sencillas.

De seguro de que, si lo hubieran sabido antes, no habrían caído en la trampa de la millonaria recompensa por trabajar y guardar el secreto de la mansión; porque aun de eso, tenía control el hombre de traje.

—Hermosa — susurraba el hombre que tenía entre sus manos la fotografía de Emily.

Sentía que, de alguna manera, ella no estaba tan relacionada con el tarado de Maxwell Jones.

Si él no había corrido al lado de su esposa cuando ella le estaba pidiendo ayuda, claramente era porque no le estaba prestando la atención que ella deseaba.

—Solo debes regresar al trabajo, y podré verte cada día — acariciaba el rostro de la joven pelinegra que se encontraba plasmada en la fotografía.

Jeremy estaba decidido a conquistar a la joven Emily, tenía la plena convicción de que ella no era feliz en un matrimonio arreglado como ese, y a pesar de que el hombre de ojos color cielo no estuviera seguro de que lo era, la esperanza dentro de él crecía grandemente.

Podría estar al lado de la mujer que amaba sin que nadie pudiera separarlos, era la primera vez en la historia en la que él se había llegado a enamorar de alguien de una forma tan intensa como ahora.

No había mujer en el planeta que se pudiera comparar a la belleza de la pelinegra, sus ojos, su voz, sus labios… Para Jeremy, cada aspecto de Emily era perfecto, e incluso, quería llegar a conocer lo más horrible de su personalidad, quería todo de ella para sí, y no tendría miedo de salir herido en el intento.

Ella era una persona que podía elegir a quién amar, pero eso no significaba, que Jeremy se quedaría de pie, esperando llegar a ser amado; sino que se encargaría de llenar de detalles a la joven, con el fin de que ella supiera lo mucho que era amada por parte de Jeremy.

—¿Podrías dejar de observar la fotografía de Emily? — Pidió Charlotte un poco irritada.

—Sé que su relación no es buena, pero por favor, respeta un poco — renegó el hombre frunciendo el ceño.

—Mi relación con Emily no tiene nada que ver con el hecho de que ¡He estado hablando sin parar durante cuarenta minutos y usted no ha escuchado nada de lo que ha salido de mi boca, señor! — Exclamó la pelirroja sumamente enfadada.

Ella comprendía que el hombre amaba a la pelinegra, y ella, había intentado comprender más acerca de lo bueno que había en Emily para que esto sucediera, y a pesar de que no había encontrado ninguna razón, respetaba los sentimientos de su jefe.

Además de eso, se había esforzado para hacer que ellos pudieran acercarse el uno al otro, no había salido como ella había planeado que saliera; pero, lo había intentado.

—No te he despedido porque eres excelente en el trabajo, pero no me faltes al respeto — exigió un par de segundos después de haber salido de su estado de asombro.

Era la primera vez que Charlotte le levantaba la voz de esa manera; es más, ella era una de las mujeres más pacientes que había llegado a conocer.

—Lo siento, señor — aclaró su garganta y dejó salir una gran bocanada de aire.

—Entiendo que esta semana ha sido completamente agotadora, así que te daré una semana de vacaciones — una de las cejas de Charlotte se elevaron, claramente ella sabía que nada vendría de a gratis, por lo que, se preparó mentalmente para saber qué sería lo que tendría qué hacer.

—¿Qué es lo que necesita, señor? — cuestionó apretando sus labios con fuerza, solo esperaba que no fuera algo difícil de lograr.




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