Maxwell estaba en silencio, estaba intentando digerir lo que sus oídos habían acabado de escuchar.
Emily había dicho que estaba en embarazo; pero las probabilidades de que esto fuera cierto, eran más que nulas.
—Ella no se va a quedar así nada más, de seguro va a buscar la manera de estar segura de lo que dijiste, y, aunque fuera cierto, no descansaría hasta separarnos — masculló el joven demasiado pensativo. —¿Qué deberíamos hacer en una situación como esta? — un suspiro salió de entre sus labios.
No era un secreto para ninguno de sus amigos, que Maxwell deseaba ser padre, bien que en algún momento creyó que Elisa era la mujer que le estaba destinada, sus planes se habían desmoronado por completo.
—Convencerla de que es cierto, podríamos fingir un embarazo mientras ideamos algo mejor — expuso la pelinegra con seguridad.
Emily debía reconocer que había respondido casi de manera impulsiva, y esto, dentro de poco tiempo, le llegaría a pasar factura. ¿Cómo podría fingir un embarazo? ¿Y cuándo pregunten por el niño?
—No considero que sea conveniente — aclaró Maxwell. —Mis abuelos han esperado un nieto de verdad, no podría engañarlos — frunció sus labios.
—En ese caso, nos queda una sola opción — expuso la pelinegra entrelazando sus manos apoyándose en la mesa.
—¿Qué tengamos un bebé real? — preguntó el joven con naturalidad.
—¡No! ¡Tonto! — exclamó Emily con sus mejillas enrojecidas. —Me refería a que podría ser algo de lo que nadie más se entere, solamente… la vieja loca — masculló observando alrededor.
Emily podría estar segura de que había alguien siguiéndolos, y, no importaba cuanto Elisa intentara mantenerlo en secreto, era algo que incluso Emily haría, si viera necesidad.
—Por ahora, lo menos que deberíamos hacer es mantener el secreto de tu embarazo, ya sabremos qué hacer en un futuro cercano — dijo el joven desconcertando a Emily; sin embargo, ella notó que la mirada del chico se estaba posando por sobre el hombro de la pelinegra.
Aquello significaba que él estaba viendo algo a sus espaldas, en efecto, podría haber alguien. En un movimiento rápido, los ojos de Maxwell se posaron en los de Emily, ¿Podría haber sido descubierto?
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—¿Qué sucede? — cuestionó Emma lanzando un suspiro.
Con esa ocasión, serían doce las veces en las que ese hombre de traje extraño la llamaba, o buscaba hablar con ella.
Estaba frecuentando a muchos de los lugares en los que la chica trabajaba, con el fin de presionarla para que hiciera lo que deseaba.
Ese hombre misterioso, conocía cada cosa de Emily; sin embargo, sabía que la chica que tenía enfrente de él, sería la que podría ayudarle definitivamente a acercar a la pelinegra a él, por lo menos convencerla de que intercambien un par de palabras.
Él estaba convencido con seguridad de que si él le hablaba, podría llegar a convertirse en un gran amigo de la chica, y que, dejando de ser extraños, tendría más probabilidades de hacer que ella se enamorara de él y no quisiera separar sus caminos.
Ese hombre podría llegar a ser todo lo que la pelinegra deseara. Podría ser el hombre más dulce y dedicado del mundo, hasta comportarse como un completo Psicópata. Solamente, la pelinegra tendría que expresar cada uno de sus deseos, pues, ese hombre, la quería solamente para él.
—Vengo a duplicar la propuesta de la última vez — anunció con un tono bastante formal.
Los ojos de la chica se entrecerraron, ¿Quería duplicar la propuesta? ¡Si él ya había triplicado la última!
A los ojos de Emma le parecía increíble que una persona estuviera dispuesta a dar tanto dinero para acercarse a alguien.
Aun así, ella debía reconocer que el poder del dinero podría destruir una ciudad o edificarla, y que el futuro de la raza humana, en cierta medida, dependía de las decisiones que esa gente tomaba.
—No sé de qué manera, señor. Debo hacerle entender que no necesito nada de usted, y que no estoy dispuesta a participar en lo que sea que usted desee hacer. Lo siento mucho, pero si realmente está interesado en Emily, debería acercarse a ella de una manera más normal — sentenció bastante molesta. —Además, si no mal recuerdo, ella está casada. Debería centrarse en hacer su vida y no interferir en el matrimonio de otros.
—Ellos no son esposos, no de verdad — expuso el hombre con una sonrisa de lado. —Lo que tienen es un matrimonio contractual, nada del otro mundo, y nada que me asegure de que ama a ese hombre — dijo con bastante seguridad.
El ceño de la chica se frunció, ella realmente no sabía que debía pensar o decir, pero tenía en claro de que, eso no era asunto que le incumbiera a ella. Y con sus padres, había aprendido a que una persona no debía meterse en asuntos ajenos.
—Si es cierto lo que usted dice, igual puede acercarse a Emily como un amigo. Pero no intente arrastrarme con usted. Si me disculpa, debo seguir con mi trabajo — se puso de pie y se encaminó a la barra.
Emma esperaba a que con ese nuevo rechazo, ese hombre, por fin, dejara de molestarla, aun así, entre más pasaba el tiempo, más se convencía de que no podría librarse de él con facilidad, sino que debía encontrar la manera de mantenerse alejada de él.