Esposa sustituta

• «¡No sé dónde estoy!» •

Las señoras estaban en la sala de casa; la abuela de Maxwell era extremadamente amable y atenta, pero, por otro lado, su progenitora, tenía una postura bastante rígida, de la cual, no se sabía si estaba cómoda o ella era así por naturaleza.

—¿Mi nieto la está tratando bien? — indagó la anciana con una pequeña sonrisa, la cual fue rápidamente correspondida por la pelinegra.

—Sí, señora. Estoy bastante a gusto con él — respondió dejando sobre la mesa un par de vasos de cristal.

La atención de Emily se desvió a su celular, el cual había recibido una alerta de tormenta, de la cual se decía que sería la más fuerte que llegaría a azotar la ciudad.

Su rostro palideció levemente, si bien, ella estaba en una «fortaleza» Había numerosas personas que terminarían sin hogar.

—No puede ser — masculló llevando su mano a su lacia cabellera.

Las señoras, delante de la joven, no sabían a qué se debía la reacción de la chica, con su mirada, les estaban casi preguntando qué era lo que sucedía, pero la mente de Emily estaba absorta debido a la noticia que no se percataba de ellos.

Fue hasta que recibió la llamada de Maxwell que ella salió de su breve trance.

«¿Lo escuchaste? Lo de la tormenta». 

Dijo el hombre sin esperar a que la chica abriera su boca.

—Sí, lo hice. Quedan pocos minutos para que llegue a la zona — Expuso la chica con seguridad. —¿Vienes en camino? — indagó una vez más, al escuchar el pitido de los autos, parecía que el joven estaba atrapado en medio del tráfico.

«En efecto, no puedo dejarte sola en una situación como esta, más aún cuando sabemos el pánico que les tienes a las tormentas».

Masculló el hombre con un claro tono de humor.

«Todos los trabajadores han sido enviados a casa antes de la hora, solo que hay un pequeño y nada insignificante problema»

Expuso el chico de melena dorada con un poco de nerviosismo.

—¿Qué sucede? ¿Es tan malo? — respondió la joven sintiendo que su corazón se estaba apretujando debido al nerviosismo.

«Es Tom, no responde mis llamadas, ni mensajes. Además, ninguno de los empleados lo ha visto después del almuerzo. Ya sabes lo distraído que es, lo es tanto como tú».

Masculló una vez más. 

«Puede que no haya visto el mensaje y que esté pensando en la nada como acostumbra a hacer; creo que, de verdad, me está preocupando ese muchacho. ¡Él siempre responde a las llamadas!».

Exclamó demostrando su desconcierto.

—Respira, por favor. No te preocupes demasiado — susurró la chica intentando tranquilizarlo a pesar de que ella ya había comenzado a espantarse. —Seguramente se quedó dormido o está acosando a la pobre Emma. Creo que no le ha perdido el rastro durante un tiempo… da miedo — dijo desviándose del tema. —O puede que esté al lado de Erick intentando arrastrarlo fuera de su trabajo — añadió.

«Ya hablé con él, y no hay señal alguna de ese mocoso».

 Rechistaba al otro lado de la línea.

—Regresa a casa, tranquilo, yo intentaré comunicarme con él. Estamos esperando por ti — susurro la chica sin dar ninguna clase de explicación.

«¿Estamos?».

Preguntó el rubio; sin embargo, la chica ya había terminado la llamada.

Las miradas curiosas de las mayores aún permanecían en la menor de ellas, la cual, al verlas por un segundo, se percató de que estaba siendo un poco descortés y podría estarlas asustando sin que ellas tuvieran nada que ver.

—Era Max, viene de regreso a casa; al parecer habrá una gran tormenta — dijo con una fingida sonrisa.

—¿Y el problema está en qué? — indagó la anciana con curiosidad.

—El problema está en que nuestro pequeño Tomy no aparece por ningún lado, además de eso, no contesta las llamadas sabiendo que él siempre está cerca de su celular. A él también le dan miedo las tormentas y si se encuentra solo, probablemente muera de un paro cardiaco.

—Miedo a las tormentas, ¿qué clase de tontería es esa? Temerles a las tormentas es algo de pequeños niños — rio la madre de Maxwell.

—Yo… También les temo, señora — balbuceó la pelinegra apretando con fuerza sus labios. —En fin, intentaré comunicarme con mi amigo mientras esperamos que Maxwell llegue  y recibamos noticias de ese desquiciado; por lo pronto y al parecer, ustedes tendrán que quedarse con nosotros — afirmó la chica sin esperar respuesta de las mayores, las cuales, a juzgar con las maletas que traían, planeaban quedarse con o sin tormenta.

Los pasos de Emily la llevaban de un lado para otro mientras intentaba ponerse en contacto con Tom; al ver que seguía sin contestar, se decidió a marcarle a Erick, quien tampoco conocía el paradero del chico de melena rizada, y, al parecer, no le estaba preocupando.

Como última opción, la pelinegra decidió marcar el número de Emma; no era seguro que estuvieran juntos, pero si se consideraba el hecho de que Tom estaba siguiéndola a todos lados, estaría muy cerca a la pelirroja.




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