Esposa sustituta

• Quiero que seas mi esposa •

La mirada atónita del rubio estaba fija en aquella documentación.

—No puede ser, esto ha de ser un error — afirmaba para sí mismo.

Su mente lo hizo regresar a aquel momento en el que se estaban preparando los papeles, pero no recordaba nada fuera de lo común.

Su entrecejo se frunció y una de sus manos golpeó su frente.

—No hicimos el cambio — masculló sintiendo cómo cada vez era más bruto de lo que pensaba.

 —¡¿Cómo se nos pudo olvidar?!

❀.°• ─ ─ •°.❀  FLASHBACK ❀.°• ─  ─ •°.❀

—¿Me puedes repetir, por favor, qué es lo que debo de hacer? 

Preguntó Emily mientras bajaba del vehículo de su futuro esposo falso, para ingresar por la parte trasera del recinto, de esa manera, nadie sería visto. 

—Jamás he ido a una boda — añadió.

—Solo te casarás conmigo. Yo tampoco… es que le haya prestado atención en una boda, pero según mi abuela, las cosas se van dando en su tiempo — aclaró el chico de cabellera dorada, con seguridad. 

—¿No se debía hacer algo antes? Algo así como, que sepas quién soy, garantizar documentación, mis antecedentes… ¿Te vas a casar con una extraña? — preguntaba la pelinegra incrédula.

—Todo lo tengo bajo control, solo… Preocupémonos por no levantar sospecha.

Emily se limitó a asentir, ella realmente no sabía qué era lo que había aceptado, ni por qué lo había hecho.

El pobre hombre, había sido abandonado minutos antes de que la boda comenzara, por lo que, de alguna manera, logró conmover, luego de tanta insistencia, el corazón de la chica de cabello lacio. 

En el momento de firmar el documento que los identificaría como esposos de ahora en adelante, Emily se apresuró a firmar con su propio nombre, más aún, debido a la presión del momento. 

«Si él dijo que todo estaba bajo control, es porque está bajo control» se repitió restándole importancia.

❀.°• ─ ─ •°.❀  FIN FLASHBACK ❀.°• ─  ─ •°.❀

Maxwell sintió cómo su estómago se revolvía con la idea de que, al final de cuentas, se había casado con Elisa y no, con Emily.

—Tarado, torpe, idiota — se repetía mientras golpeaba su frente.

No le cabía en la cabeza, la idea de que se había casado con su ex.

Bueno, él estaba enamorado de la actualmente rubia, se había imaginado una vida juntos; pero, ahora, todo había cambiado drásticamente, con el solo hecho de pensar en ella, su corazón sentía una sensación desagradable.

El joven no se quedaría con las manos cruzadas, era algo que debía solucionar lo más pronto posible; de hecho, si Emily lo había notado, solo era cuestión de tiempo para que Elisa lo supiera.

Si esa malvada mujer, lo llegaba a saber, sin duda alguna le sacaría provecho a la situación.

Ella no descansaría hasta que pudiera ser reconocida como la esposa legítima de Maxwell Jones.

—Debo hacer algo, para mañana es tarde…— sus ojos se abrieron de par en par, mientras caía en cuenta de algo que no había reflexionado.

Si él estaba realmente casado con Elisa, eso quería decir que Emily seguía soltera; Jeremy, por otro lado, era su jefe y no tardaría en darse cuenta de su estado civil.

Jeremy, si lo llegase a saber, tendría la libertad de conquistar a la pelinegra.

Una vez más, el interior del hombre de melena dorada comenzó a arder; sin duda alguna, pensar en Jeremy al lado de Emily, era, sin duda, la peor manera de irse a la cama.

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Emily estaba tardando mucho más en prepararse para ir a la boda de la prima de Jeremy.

Al final de cuentas, y debido a lo mucho que ella había ignorado hasta que aquella fecha llegó, él decidió disculparse y asistir junto con ella a la boda de esa desconocida. 

—¿Estás lista? ¡Vamos a llegar tarde! — exclamaba mientras observaba al reloj de pared.

—¡Voy! — gritó la pelinegra a manera de respuesta, mientras terminaba de poner algo de pedrería en sus ojos. 

Los pasos de Emily en sus zapatos altos, resonaban en todo el piso inferior.

Ella estaba caminando de manera rápida, pues, se suponía que la boda estaba a punto de comenzar. 

—¡Wow! — expuso Maxwell abriendo sus ojos de par en par. 

El vestido color champagne que la pelinegra llevaba, le sentaba de maravilla.

Los delgados tirantes de su prenda y la parte superior de su corsé estaban decorados en pedrería; aquel vestido tenía, en la parte superior de la falda, una capa de tela ligera y traslúcida. Su maquillaje era bastante natural, resaltando su mirada. 

—¿Te gusta? — preguntó la chica haciendo una pequeña pasarela para el rubio, quien, con una sonrisa, asentía. 




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