Esposa sustituta

• El vestido de sus sueños •

Maxwell hizo resonar su garganta antes de continuar con su camino, sus ojos se pusieron sobre la prenda que estaba en las manos de la pelinegra. Era exactamente el mismo vestido que había visto en sus sueños; lo que lo hacía sentir de una manera difícil de explicar.

Una parte de él estaba completamente enfurecido, pero si lo demostraba, frente a Emily o a sus antecesoras, lo más probable era que se metiera en problemas. A los ojos del rubio, lo mejor era cortar los problemas de raíz.

Sin añadir nada, regresó a su habitación para cambiar su ropa; tendría que actuar lo más rápido posible, antes de que las cosas se descontrolaran. Su sueño había sido demasiado realista, por lo que, temía que llegara a ser una premonición de algo.

—¿Estás segura de que llegó a las manos de Emily? — preguntaba Jeremy con una pequeña sonrisa.

Desde el momento en que él vio ese hermoso vestido, lo primero que imaginó fue a Emily luciéndolo. Si él no mal recordaba, la pelinegra había dicho hace un par de meses que le agradaban los vestidos de ese color; además de que, para Jeremy, aquellas decoraciones con piedras, eran las que resaltaban la mirada de su empleada.

—Sí, señor — respondió Charlotte observando la nueva fotografía de Emily que estaba decorando la oficina del hombre. —Creo que si ella llega a venir, se asustará con todo eso — masculló señalando en dirección de cada una de sus fotografías.

—¿Por qué lo hará? Tengo fotos de todos los empleados — refutó el hombre con plena confianza.

—Pero, esas fotografías, son del tamaño de las requeridas para un documento civil de identificación; son como hormigas al lado de las fotografías de Emily ¡¿De dónde sacó todo eso?! — cuestionó abriendo sus ojos de par en par. —Debería quitar todo eso, antes de que ella venga — dijo una vez más.

—Ella no viene, es poco probable de que lo haga — dijo el joven con una pequeña sonrisa, pero, de igual manera, esta demostraba su descontento. Aún deseaba, incluso más que antes, que la pelinegra regresara a su trabajo presencial.

Si ella se encontraba en su lugar de trabajo, Jeremy encontraría muchas razones para poder cruzar por ahí más seguido, sin importar que tuviera que descuidar un poco sus labores. De hecho, los compañeros de Emily, eran conscientes de la atracción que Jeremy sentía por Emily, y no dudaban en aprovecharlo, apenas se les presentaba la oportunidad.

En una ocasión, Emily estaba tan centrada en su trabajo, que no notó la velocidad con la que el día se había pasado, incluso había descuidado su alimentación, así que uno de sus compañeros, notó que el presidente de la agencia, estaba pasando por el lugar y exclamó en alta voz:

«¿De verdad no has comido, Emily? Deberías asegurarte de cenar por lo pronto».

Con estas palabras, hizo que el CEO de la agencia decidiera invitarle la cena a todos los traductores que se encontraban en el punto.

No había nada que Emily hubiera mencionado que quería, que Jeremy hubiera pasado por alto, de una u otra manera, había llegado a cumplir y satisfacer los deseos de la protagonista.

A pesar de todo esto, Emily NUNCA notó que el presidente se sentía atraído por ella.

—Retiro lo dicho, acaba de escribir y viene dentro de una hora — dijo el hombre poniéndose en pie y apresurándose a ocultar de la vista de la pelinegra cada una de las fotografías que tenía de ella.

Charlotte, al escucharlo, dejó su café extremadamente cargado, sobre la mesa, y corrió a ayudar a su extraño jefe para lanzar todo en una de las gavetas que había.

—¡Con cuidado, por favor! — Exclamó el hombre horrorizado, al ver la falta de cuidado con el que Charlotte retiraba las fotografías.

No habían pasado ni cinco minutos desde que habían terminado de esconder cada cosa, que la puerta de la oficina se abrió sin ningún tipo de pudor. La sonrisa de Jeremy se formó al pensar que se trataba de la pelinegra; pero, a diferencia de lo que llegó a suponer, se trataba del molesto de Maxwell.

—¿Qué quieres? — preguntó Jeremy observando en dirección al hombre, el cual estaba un poco agitado por la velocidad con la que entró al lugar. —Estoy en hora de trabajo, te agradecería que regresaras nunca — afirmó sin darle importancia.

Una parte del chico, de melena oscura, le decía que la razón por la que había venido era para reclamar algo referente a Emily, lo que significaba, que ese vestido había llegado en perfectas condiciones a su destino.

—Seré directo: Aléjate de mi esposa — sentenció observando a su contemporáneo con desprecio.

Estaba más que claro que ninguno de ellos podía mantenerse tranquilo frente a la presencia del otro.

—¿No te pareció suficiente, con el hecho de invitarla a una boda de alguien a quien ella ni siquiera conoce, ya como para que le estés enviando regalitos? Voy a repetírtelo una vez más, aléjate de ella; no toleraré que intentes algo más con mi esposa, ¿entendido? — La manera en la que Maxwell estaba hablando, podría intimidar a cualquiera, menos a Jeremy.

—¿Cuándo vas a terminar de jugar? — preguntó el chico de ojos de cielo, mientras tomaba una gran bocanada de aire. —No te hagas el niño lindo… Sé que no la amas — afirmó sin despegar su mirada de sobre sus ojos.




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