Esposa sustituta

• No está embarazada, no por ahora •

—No logro comprenderlo — dijo Giselle observando con detenimiento a su suegra, la cual estaba viendo las noticias, ellas aún no habían abandonado el lugar, y no lo harían hasta que las cosas entre la pareja mejoraran. —¿Cómo es posible que Emily esté en embarazo y de igual manera haya decidido beber? ¡¿Cómo pudo llegar en un estado semejante?! 

La anciana, a diferencia de Giselle, se mantenía con un semblante relajado, después de todo lo que había sucedido con la pelinegra y Maxwell, y el hecho que ella hubiese llegado tan ebria, significaba solamente una cosa: Que ella no estuviera en embarazo. 

Cada una de las cosas indicaban que no lo estaba, como los condimentos que había empleado en sus preparaciones fuera aquellos que una mujer en los inicios de su embarazo debía evitar a toda costa.

Además, ellas nunca habían recibido una confirmación por parte de la pareja, la anciana estaba segura de que no había un bebé. 

—Porque no lo está, querida Giselle, no por ahora — expuso la anciana con una sonrisa ladina. —Te dije que quería cargar a mis nietos antes de morir, y eso es lo que voy a hacer — afirmó. 

Quizá en los planes de la señora no estaba el hacerlo el día de hoy, pero estaba segura de que más pronto que tarde recibirían la noticia del embarazo de Emily, y ella estaba dispuesta a intervenir. 

—Me está asustando, madre — susurró su nuera, pero, de igual manera, ella estaba decidida a cooperar en el asunto a cómo diera lugar; ella también quería un nieto, porque, si se hacía cercano a este, tendría asegurado su futuro lejano. 

—No te preocupes, no es algo que haya intentado contigo antes — dijo de manera burlona —o sí… — masculló lo último mientras se alejaba de la sala, ella iba a preparar algo para que su querida Emily se sintiera a gusto al llegar. 

Además de su deseo por consentir a la nieta que nunca tuvo, tenía la gran curiosidad de saber a qué acuerdo había llegado con su jefe.

La anciana, estaba segura de que Maxwell había ido a reclamarle a «Berremy» con lentitud, estaba aprendiendo a distinguir entre el rostro inexpresivo de su nieto, porque sí, y aquel que tenía el protagonismo al estar molesto. 

Maxwell era una de las personas más «berrinchudas» que la abuela había llegado a conocer en sus muchos años de vida; aun así, era una de las pocas personas a las que le toleraba aquel comportamiento tan infantil. 

Ella, por dentro, esperaba que su nieto no hubiese ido a armar un alboroto en medio del sitio de trabajo de Jeremy, esa no había sido la manera en la que ella lo había educado, por lo menos, no en público. 

Poco después de que Mabel terminara de meditar en ello, llegó su nieto casi dando un portazo.

Las miradas atónitas de ambas mujeres estaban puestas en él, pero de igual manera, él no se inmutó en la presencia de ellas. Estaba completamente ofuscado, debía tomar una ducha con agua helada, tan helada que le costara salir por el grifo. 

—Creo que alguien no se encuentra tan bien que digamos — susurró Giselle observando en dirección a la abuela, quien asintió frunciendo el ceño. 

Maxwell, por su parte, estaba molesto consigo mismo ¡¿Cómo era posible que la información de Emily llegara hasta ese bastardo?! Más allá de que lo supiera, se atrevió a enviarle un obsequio, que no era, nada más, que el mismo vestido que él había visto en su sueño.

—¡Increíble! — exclamó el hombre en medio de su ducha. 

Si las cosas marchaban de acuerdo a su sueño, estaba seguro de que enloquecería, y que, antes de que Jeremy pudiera decirle algo a la pelinegra, él ya la habría arrastrado lejos del lugar. Pero, ¿Cómo podría arrastrarla si ahora ella iba a ir sola? 

—¡Eso me pasa por bocón! — exclamó por segunda vez, mientras fruncía el ceño. 

Estaba claro que debía hacer las paces con Emily, lo más rápido posible.

No sabía cuál era la mejor manera, quizá el plan de su abuela no había funcionado después de todo. Bueno, él no había logrado llevarlo a cabo luego de que se enterara de que su esposa, realmente, seguía soltera. 

«Si no hubiera sido por aquel error y la prisa de solucionar las cosas, Emily sería legítimamente mi esposa».

Pensaba lanzando unos grandes y pesados suspiros. 

No había manera en la que Elisa accediera a firmar un divorcio, seguramente no lo haría. Ella estaba esperando la oportunidad indicada para poder estar al lado de Maxwell y quedarse con su dinero. No había manera de que la rubia desistiera de sus planes. 

Uno de los problemas más grandes que veía Maxwell, era que, al recurrir al sistema legal, la responsable de suplantación era Emily, y no él. Él era el principal responsable, pero si ese cambio llegaba a salir a la luz, sería Emily la que tendría que pagar las consecuencias. 

Maxwell se encontraba en medio de una encrucijada, él no quería que Emily fuera la responsable de ese plan que él definitivamente había ideado; por lo que, tendría que hallar la manera de convencer a Elisa de firmar ese documento, sin que ella lo supiera. 

—¡Eso es! — exclamó Maxwell sintiendo que una gran idea había llegado. 

Elisa no tenía manera de saber que realmente estaba casada con Maxwell, por lo que, en definitiva, ella no sabía que lo que Maxwell le haría firmar era un documento de divorcio. 




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