Las mejillas de Maxwell se habían sonrojado por un momento, y sentía que podía descansar tranquilamente. Bien había llegado a decir Tom que la pelinegra estaba un paso más adelante.
—¿Por qué razón me hiciste saber lo que estaba escrito en el acta de matrimonio si ya se había solucionado? — preguntó con un poco de molestia en su voz, no se encontraba satisfecho con la broma que Emily le había hecho.
—Porque eres un niño tonto — sentenció ella con una radiante sonrisa mientras le mostraba la lengua a su ahora, legalmente esposo. Sus mejillas se habían sonrojado cuando sintió que el hombre había apoyado su cabeza sobre su hombro.
—No te imaginas el alivio que me da saberlo — lanzó un suspiro mientras entrelazaba sus dedos con los de la pelinegra.
A un par de metros de distancia, los ojos de Elisa se posaron sobre la pareja que estaba a unas cuantas sillas más atrás. Sus dientes crujieron, no soportaba ver la actuación de ese par, pero, estaba convencida de que se trataba de una manera de despertar sus celos; claramente era algo que estaba funcionando.
—¿Estás bien, bebé? — preguntó Pierre con disimulo mientras intercambiaban sus sortijas. —Este es nuestro día especial, no te dejes preocupar por las cosas que vendrán — dijo en un suspiro.
—Es que… — balbuceó, ella no le iba a decir que en una de las sillas se encontraba su exnovio junto a su esposa, y no le mencionaría, ni en broma, nada de lo que había pasado hasta ahora. —Tu exesposa está aquí, junto a su insoportable bebé — se quejó mientras señalaba al sitio en el que se encontraba Maya junto al pequeño Ezra, con su mirada.
—La dejé por ti, cariño. Que eso sea suficiente para que no te preocupes de nada. No sé cómo llegó, pero no vamos a permitir que se robe esta, nuestra felicidad — las palabras que salían de la boca de Pierre eran tan hermosas, pero, eran las mismas que él le decía a cuanta escoba con falda se le atravesara.
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En cuanto a Maya, la señora estaba centrada en su pequeño bebé hasta el momento en el que la novia estaba a punto de hacer su entrada especial. Lo que la llegó a sorprender hasta el punto que sentía que iba a morir era el ver a Emily en el altar al lado de su exesposo.
No le importaba con quién se casara Pierre, la verdad, para Maya, él era un caso perdido y cualquiera que se quedara con él sufriría más pronto que tarde. Lo que no podía digerir, para nada bien, era que la persona que estaba a punto de casarse con él, fuera Emily, y esta, a su vez, estuviera casada con otra persona.
Al detallar de mejor manera la escena, llegó a la conclusión de que no se trataba de ella, hasta dónde su mente le permitía llegar a recordar, el cabello de Emily era negro, tan negro que parecía media noche; sin embargo, la novia tenía el camello rubio.
—Solo hay una opción lógica: Se trata de su gemela — expuso para sí misma.
Si era cierto que se trataba de su gemela, eso quería decir que Emily debía estar en el lugar, apoyando a su hermana. Por esa misma razón, Maya no podía dejar ir sin advertencia a la pelinegra, debía decirle lo que había sucedido, o del caso contrario, sería su hermana la que sufriría al lado del hombre.
Esta fue la razón por la que Maya dejó a un lado la idea de irse antes de que comenzara la recepción, debía ir en busca de su amiga y hacerle saber todo lo que era necesario; después de eso, el poder de elegir, reposará en los hombros de Elisa.
Si no había creado una idea errónea de Emily, ella podría jurar que para encontrarla, debía apresurarse a la zona de comidas. Al llegar al sitio, ella notó que Max arrojaba de la cuchara de Emily una porción de comida, no entendía nada de lo que sucedía, pero, esa no era manera de tratar a una mujer.
—¡¿Estás loca?! — cuestionó Max cuando Maya estaba justo detrás de él. la mirada desconcertada de Emily estaba puesta sobre la de él, ella no comprendía aún cuál era la extraña reacción de su esposo. —Tiene mariscos, y eres alérgica — expuso tomando el plato de entre las manos de Emily y lo dejó una vez más en la mesa. —Vamos a buscar un poco de aperitivos veganos, hay muchos en la familia de Elisa que lo son — dijo el hombre tomando la mano de la pelinegra.
—¿Así que no son familia? — se cuestionó la chica de cabello color cobrizo en un tono bajo de voz. —¡Emily!— exclamó para llamar la atención de la pelinegra, la cual, por un instante, palideció al ver a Maya en la boda de su exesposo.
Aun así, la chica de cabello oscuro, tiró de la mano a Maxwell mientras llegaba a su lugar. —Qué sorpresa verlos por aquí. ¡Hola, mi pequeño Ezra, cada vez estás más gigante! — expuso con una radiante sonrisa. —Bueno, al parecer ambos están en situaciones similares — Max comenzó a hacer sonar su garganta para que la joven se callara. —Los dos, en la boda de sus ex, me pregunto cómo se… — esta vez, el rubio cubrió la boda de su pareja mientras se disculpaba por la palabrería de su esposa.
—Descuida, ella tiene razón por mi parte, no debería estar aquí, pero de igual vine, ¿y usted?, a qué se refiere con su… — las palabras de Maya se detuvieron al recordar el rostro de la rubia y la exactitud que tenía con el rostro de Emily, así que, después de todo, no eran familia. —Creo entender — dijo frunciendo el ceño —no, no entiendo.