Esposa sustituta

• Ella es un lindo caramelo, yo no •

—Aún se me hace extraño que estés aquí, nosotros no tuvimos opción —añadió Emily de manera veloz, estaba intentando reparar aquello que se le había escapado un poco antes, ella debía aprender a callar en ciertas ocasiones y no ser tan imprudente.

—Es extraño para mí de igual forma, pero, pensé que sería una buena idea, por lo menos hacer un acto de presencia, para no darles tanto gusto —respondió Maya lanzando un pesado suspiro. 

Ezra en ese momento estaba jugando con sus pequeñas manitas, mientras sus ojos se centraban en su madre, ella era lo único que deseaba ver sin cansarse. 

A lo lejos las miradas de Elisa y Pierre no se separaban de ese trío por ningún motivo. El momento de la fiesta estaba a punto de comenzar, pero su atención no se podía desviar, a Pierre le incomodaba la idea de que Maya estuviera ahí, sentía que en algún momento ella terminaría haciendo algo para afectarle negativamente. 

Él no había entendido que Maya era diferente a él, a ella en ningún momento se le había pasado por la cabeza la idea de arruinar esa boda… solo cuando pensó que su amiga o la «hermana» de su amiga iba a meterse con el hombre equivocado.

Elisa, por otro lado, no podía soportar la idea de ver cómo otra mujer estaba al lado de Maxwell; la actitud que este tenía al lado de Emily era opuesta a la que tenía cuando ellos tenían una relación. Maxwell ahora se veía feliz, no dudaba en mostrarse como él mismo.

Los ojos de él se iluminaban en el momento en que giraba a la pelinegra, eso le enfurecía, eso hacía que un fuego se encendiera en medio de ella y amenazara con calcinar todo a su alrededor. Esa no era la manera en la que imaginó que pasaría una de las noches más afortunadas en su vida, aquella noche en la que garantizaría para sí misma una gran fortuna.

Ella crujía sus dientes al notar cómo Maxwell tomaba la iniciativa para hacer un baile juntos. Desde que lo conocía a él nunca había gustado bailar, no le gustaba ninguna clase de evento social que no tuviera nada que ver con negocios. Si bien el trato con Emily era hacer que él asistiera a la boda, Elisa esperaba verlo lamentarse por lo que estaba perdiendo.

—Espérame un momento, por favor. Quiero saber qué hace Maya en este lugar, no debe estar aquí si eso implica que tú estés mal en nuestro día especial —dijo Pierre acariciando la mejilla de su ahora esposa, su mirada dulce se posaba sobre ella mientras aprovechaba para besar los labios de ella.

Aclaró su garganta a espaldas de Maya, cuando él abrió su boca para hablar, esta se abrió de más al contemplar el rostro de Emily, la joven que lucía exactamente igual que su esposa. —¿Quién eres tú? —preguntó pasando de largo por dónde Maya y encaminándose a la pelinegra.

—Emily —dijo con una sonrisa bastante grande e inocente —soy la esposa del ex de su amante, perdón, su esposa, ¡Felicidades! —dijo con ánimo extendiendo su mano en dirección de él, quien se limitó a resoplar analizando lo que ella había dicho.

—¿Eres el reemplazo de mi Elisa? —preguntó una vez más. —Lucen bastante parecidas, pero veo que te faltaron unos centímetros para igualarla. 

Maxwell, que se encontraba unos pasos más atrás, se limitó a tragar grueso, nadie podía rechistarle a Emily respecto a su altura sin salir ileso. Pero si consideraba que estaba en una boda, por lo menos mantendría la calma. Él estaba atento a la reacción que su esposa tendría.

—¿Reemplazo? Déjeme decirle que este reemplazo se quedó con el hombre que su esposa ama, no se sorprenda cuando Elisa lo deje por un pez más gordo; ¿sabe qué? Espero que lo haga, espero que Elisa lo haga llorar lágrimas de sangre, se lo merece por hacer sufrir a mi Mayita.

Esa era la primera vez en que tanto Maya como Maxwell veían a Emily tan furiosa, y, aun así, no había perdido su porte de dama, cada una de sus palabras habían sido disfrazadas por una dulce y cálida elocuencia.

Maxwell estaba tranquilamente a un lado sabiendo que Emily se encargaría de todo sin problema.

Sin saber qué más responder, el enojo de Pierre fue directo a la joven de cabellera cobriza, la cual estaba tomando a su bebé con la intención de protegerlo.

—¿Estás feliz? ¿Acaso le has contado toda nuestra vida a los demás para que tengan lástima de ti? No es mi culpa que no hayas sido lo suficientemente capaz de satisfacer a un hombre y serle útil. ¿No es esa la razón por la que nuestro matrimonio fracasó? Y aun de esa manera te atreves a venir al día más feliz de mi vida. 

—Estoy aquí porque su esposa me invitó, lo nuestro se terminó porque no es capaz de ver a una mujer sin irse a revolcar con ella, y no solo mujeres. 

Frente a esas palabras, el brazo de Pierre se elevó con la intención de golpear a Maya. La mano se detuvo a causa del fuerte agarre de Erick, no permitiría que ninguna mujer saliera herida. 

—¡¿Acaso es usted un cavernícola descerebrado?! Mi Mayita es tan maravillosa que la persona que viva con ella es muy afortunado, Maya es la mujer más hermosa que he visto, Maya es un lindo caramelo —afirmó Emily interponiéndose entre Pierre y su amiga. —No yo —sentenció con fiereza dándole un golpe en la nariz al hombre, tan fuerte que esta comenzó a sangrar inmediatamente. —Se ve chueca, venga se la arreglo —dijo con un tono oscuro de voz. 

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