—¡Corre! — exclamaba Emma mientras observaba a sus espaldas.
—¡Voy! ¡No me dejes! — exclamaba Tom bastante agitado.
A pesar de que Emma fuera solo unos cuantos centímetros más baja que Tom, parecía que tenía las piernas más largas que su contrario. Ambos estaban intentando escapar de un pequeño perro que los había visto como un gigantesco trozo de filete y deseaba darles una probadita.
—Corre más rápido entonces — decía la chica sintiendo que le estaba faltando el aire.
Ese pequeño can había dejado de correr y pareció que vio con mayor interés una motocicleta que cruzaba por el lugar. Al sentirse un poco más seguros, corrieron un par de cuadras más, hasta que se dejaron caer sobre el césped que crecía debajo de un roble.
—Esto… no quiero repetirlo — sentenció Tom, respirando de manera acelerada. —Solo espero que los chicos no estén esperando por nosotros, de lo contrario, estoy seguro de que se marcharán sin mostrarnos un poco de piedad — afirmó lanzando un pequeño quejido, una de sus piernas había comenzado a doler con un gran hormigueo.
—¿Hola? — respondió la chica con su celular. —Sí, estamos bastante cerca, ¿Están fuera de las cabañas? — preguntó con un poco de incredulidad —¡No! ¡Emily! — exclamó una vez más haciendo que el chico de melena rizada quisiera acercarse a su compañera para poder escuchar la conversación, aun así, ella estaba bastante lejos y su pierna aún no reaccionaba.
—¿Qué es lo que está diciendo? — preguntaba Tom intentando sentarse.
—Es demasiado cruel de tu parte, por lo menos… Danos unos minutos para llegar ¿Cómo que se van a ir? — decía mientras rascaba su cabeza. —Está bien, llegaremos en breve — dijo dando por terminada la llamada.
Sin decir nada más, hizo que su compañero saliera corriendo una vez más detrás de ella, él estaba cojeando de un pie, pero no decía que se iba a quedar atrás. Fue hasta que cayó al suelo que Emma decidió servirle de apoyo al pobre de Tom.
Estaban haciendo todo lo posible para llegar en el tiempo que Emily había establecido, al llegar, se dieron la sorpresa de que los chicos no estaban esperando por ellos, ni siquiera había rastro del auto de Maxwell.
—Debería haberlo supuesto — se quejó Tom lanzándose al suelo. —Era extraño que tuvieran señal para hablar con nosotros — afirmó llevando su cabeza para atrás. —¡Te aseguro que cuando llegue esa cabeza hueca, le voy a dar una lección! — exclamó por segunda vez demasiado molesto.
No pasó mucho desde que esas palabras salieron por la boca del hombre que el auto de Maxwell saltó a la vista. —Espero que mantengas tus palabras firmes — expuso Emma elevando una de sus cejas, ella estaba segura de que aquello que Tom había dicho solamente se quedarían en eso: Palabras.
—¿Cómo crees? ¡Ella casi me hace perder una pierna! — exclamó de manera dramática mientras señalaba a su extremidad.
Los mencionados bajaron del auto con una gran sonrisa, de cierta manera les aliviaba saber que ambos se encontraban bien. Sabían que Tom en ocasiones podía ser un completo desastre, pero al lado de Emma podría hacer su mejor esfuerzo para quedar como todo un caballero.
—¡Emy! — exclamó el mencionado poniéndose de pie. Mientras cojeaba extendía sus manos en dirección a la pelinegra que no sabía qué clase de reacción era esa, sin duda alguna, le preocupó que su querido amigo se hubiera lesionado. —¡Te extrañé mucho! — dijo en voz alta mientras se arrodillaba y la abrazaba con fuerza.
—¿Estás bien? ¿Qué sucedió? — interrogó la pelinegra abriendo sus ojos de par en par. —Ven aquí — expuso hincándose de rodillas.
—Soy yo o parece ser la hermana mayor de Tom — susurró Emma con una pequeña sonrisa —y pensando que estaba molesto por amenazar con que nos dejarían una semana más — dijo ella ladeando la cabeza.
—Tienen una muy extraña relación, no importa cuanto pase… jamás terminas de acostumbrarte — afirmó Maxwell chasqueando la lengua, él no estaba seguro de qué era lo que los hacía tan unidos y extraños, pero le alegraba que al menos no se agarraran a golpes.
De regreso a casa, Maxwell se estaba asegurando de conducir a una velocidad moderada, de manera que a la pareja del auto de atrás les quedara sencillo seguirles el ritmo, además de eso, se estaban adentrando al atajo de Maxwell había encontrado.
Mientras Tom y Maxwell conducían, ambas chicas estaban en medio de una llamada, Emma le estaba comentando a la pelinegra qué era lo que había sucedido en el espacio de las vacaciones obligatorias, de esa forma, ambos chicos hacían sus oportunas aclaraciones.
El tema de la boda de Elisa no había pasado desapercibido ni por un solo instante, ya que Tom había sido invitado de la misma manera que Erick. A pesar de que Tom hubiera quedado atrapado en medio de la nada, él no se habría atrevido a ir a aquella ceremonia, no deseaba interrumpir la boda y decir a alta voz las muchas cosas que sabía de Elisa.
—Igual les traje comida de la ceremonia — dijo la pelinegra con una radiante sonrisa, sabía que lo que más le llamaba la atención a su menor, era la comida; por lo menos, era una manera de disculparse por no haberle contado todo lo sucedido con Elisa.
Como el hecho de que ella había intentado producir un aborto espontáneo en Emily.