Esposa sustituta

• Soy una mansa paloma •

—¿Te encuentras bien? — preguntó Maxwell al notar el cambio de posición de su esposa. 

—Es ese hombre de nuevo — susurró, señalando de manera disimulada en la dirección de este. —Igual, sigamos recorriendo el lugar — afirmó ella esbozando una ligera sonrisa, una que era capaz de encubrir el nerviosismo que estaba sintiendo en ese momento. 

Ella lentamente se estaba cansando de tener que verlo en cada esquina, ella no sabía qué era lo que estaba pasando por la mente de ese hombre extraño, ni siquiera sabía cuál era su nombre y lo único que al parecer él se dedicaba a hacer, era seguirla. 

Estas eran una de las razones por las que la pelinegra estaba comenzando a tener miedo de salir sola, se trataba de un hombre con el que ni siquiera tenía alguna relación, y estaba yendo detrás de ella, incluso en su visita al pueblo. 

Comenzaba a considerar que las cosas se estaban yendo de una manera mucho más peligrosa que antes ¿Cómo sabría qué hacía y en dónde estaba? 

—Si es lo que deseas, en el caso contrario, podríamos regresar a casa — afirmó el hombre cuya mandíbula se estaba tensando con fuerza, estaba haciendo su mejor intento para no salir detrás del hombre y darle con un palo hasta que dejara de moverse o respirar. 

—No, no debemos arruinar nuestra mañana con cosas como esas. Si ese animal desea tener problemas, entonces tendrá problemas y no será nada lindo — afirmó la chica apretando su puño y crujiendo sus dientes. 

—Respira, pequeña fiera… no va a sucederte nada si yo estoy tu lado — expuso Maxwell con seguridad, entretanto despeinaba la lacia cabellera de su menor. 

Ellos no estaban dispuestos a tener que detener su caminata ni mucho menos arruinar su viaje, por una persona que estaba actuando de una manera psicópata. Esa era la razón por la que Maxwell se había encargado de contratar quienes seguirán a ese hombre, debían encontrar en dónde vivía, con quién se relacionaba, todo, incluso el nombre de su mascota, si es que la tenía. 

Maxwell no permitiría que, de ninguna manera, Emily se viera lastimada, no si estaba cerca de él, y mucho menos ahora que se había convertido en una persona bastante especial y significativa para él. 

Ella era uno de los medios por los que el de cabellera dorada estaba conociendo el mundo, algo que ni siquiera Elisa llegó a hacer por él, no porque estuviera obligada a hacerlo, sino porque ambos habían sido criados en el mismo mundo. Esa era la imagen e idea que el joven empresario tenía y que había comenzado a confirmar en su existencia. 

Emily era la persona que él quería tener a su lado, porque lo empujaba a hacer cosas que nunca había imaginado a hacer, y mucho menos, que estaba dispuesta a intentar a su lado. 

Maxwell, en los días de su juventud, había deseado hacer una caminata en medio de un campo de flores, era algo demasiado cursi, pero Elisa era alérgica a estas. ¿Cómo podría llegar a hacerlo realidad? Bueno, ahora al lado de Emily, la situación era un tanto diferente… solo debía hacerla caminar en un campo de flores, sin que dijera que estaba imitando una de las películas románticas de Tom. 

—¿Quién dijo que yo era una pequeña fiera? Yo soy una mansa paloma, la chica más tranquila de este pueblo — afirmó ella irguiéndose. 

—¿Eso dice la persona que le rompió el tabique a Pierre? Si eres la más tranquila, me imagino cómo serán las demás — susurró Maxwell lanzando una pequeña carcajada, frente a esto, la joven comenzó a correr detrás del rubio, con la intención de darle un gran golpetazo. 

—¡Lo siento! — gritaba el hombre dando grandes zancadas para evitar ser atrapado. 

—¡Te costará la vida! — afirmó en medio de un grito. 

Maya y Erick

Maya estaba saliendo de J&C, oficialmente estaba trabajando como secretaria para Erick en Diferro entertainment. Ella sería la nueva y primera secretaria cercana de Erick; cosa que se le haría demasiado extraño a ambos, pues, el trabajo que ella estaría desempeñando, sería el de una asistente personal. 

En ningún momento se había dado a escuchar en la empresa que Erick tendría una secretaria asistente, más aún, por el hecho de que él siempre se había encargado de todas las cosas: organización de horarios, reuniones… Todo eso había estado a cargo del mismo presidente ejecutivo, quien estaba convencido de que ninguno podría hacer un trabajo de la misma calidad que el suyo. 

Podría sonar demasiado prepotente de su parte, pero el liderar la agencia que había heredado de sus padres era su misión de vida, él había sido educado para hacer exactamente el CEO de Diferro Entertainment. 

La chica de melena color cobre se había hecho una reputación de ser una gran secretaria, a pesar de que su nombre hubiera estado escondido detrás del de Pierre. Ella se encontraba satisfecha por eso, pues, no estaría relacionada con ellos de ninguna manera.

Eso le hacía pensar en el trabajo de investigación que tuvo que haber hecho Erick para poder dar con ella. 

Era hora para que Maya Everard fuera conocida por sus verdaderas habilidades y no por tener alguna clase de relación con su exesposo y su agencia inexistente. Era hora de que ella entregará oficialmente su pasado y comenzara de nuevo, para que lograra renacer como lo que realmente era y valoraba: Su hijo Ezra. 




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