Esposa sustituta

• El hombre del bosque •

—¿Qué le pasó? — cuestionó la pelinegra demasiado extrañada por el repentino movimiento de su esposo, una de sus cejas se arqueó y ella llevó su cabeza a un lado ¿Qué era lo que estaba pasando por la cabeza del joven? 

A pesar de que Emily intentara separarse y ponerse en pie, los brazos de Maxwell eran mucho más fuertes de lo que ella esperaba, por lo que no pudo separarse de él ni un solo centímetro. 

—Hay niños alrededor, ¿qué es lo que quieres? — dijo en medio de un quejido, pues aún no había desistido de librarse del mayor. —Te dije que sé a dónde podemos ir para desarrollar tu creatividad de una mejor manera — aseguró la chica observando al otro lado. 

—Pero quiero quedarme aquí, aún estoy cansado — afirmó él lanzando un suspiro. 

—No parece — rechistó la pelinegra mientras soltaba un suspiro.

Lo decía porque la posición en la que estaban era bastante agotadora, aun así, Maxwell no se inmutaba para dejar de molestar a la chica y solo seguirla a donde fuera que ella deseara arrastrarlo.

—Te daré cinco minutos más, así que descansa apropiadamente — sentenció la joven de cabellera oscura mientras señalaba a su esposo con el índice.

Una pequeña y ladina sonrisa apareció en su rostro. Él había notado que a su esposa le avergonzaban esa clase de escenas en público, cosa que le hacía querer poder estar al lado de ella y avergonzarla de esa manera. 

—Podremos marcharnos, solo si me besas, así como cuando estaban esas muchachas en frente — susurró cerca del oído de Emily, la cual dejó pasar un trago grueso de saliva. 

—Ya deja de decir tonterías, por favor — lo regañó desviando una vez más su mirada. Las mejillas de Emily estaban completamente enrojecidas. 

Maxwell seguía insistiendo en lo que pedía, lo hacía con la intención de hacer que su esposa se avergonzara, de cierta manera, le agradaba que ella se comportara de esa manera; lo que el hombre no imaginaba, era que ella estaba tomando notas mentales para poder hacer que Maxwell supiera de verdad lo que significaba estar avergonzado. 

 

• UN MES DESPUÉS •

 

Emily ya había regresado a su trabajo, se había instalado en la oficina junto con el resto de sus compañeros. Ella, a pesar de que prefiriera mantener su relación de casada como un secreto, el hecho de que las fotografías de ella y de Maxwell ocuparan la mayor parte de su escritorio, lo impedían.

—Nuestra pequeña Emily está realmente enamorada —susurró su compañera a su espalda. —No ha dejado de ver as fotografías de su esposo, desde que llegó esta mañana.

—Esto es ridículo —se dijo ella lanzando un pesado suspiro. 

—¿Qué es ridículo? ¿Que no nos hubieras invitado a la boda? —indagó uno de los muchachos apoyándose en el escritorio.

—Ya van cerca de mil veces que me disculpo por eso, pero los invitaré en la renovación de votos —dijo ella con una forzada sonrisa, de manera que ellos pudieran irse y dejarla trabajar de una buena vez.

Maxwell, por su parte, había avanzado en las investigaciones sobre el hombre que perseguía a Emily, cosa que no estaba saliendo de una buena manera, parecía que al hombre se lo hubiera tragado la tierra, como si hubiera dejado de ser. 

El joven se sentía un poco incómodo al imaginar que Emily estaba bajo el mismo techo que Berremy. Él tenía la convicción de que Jeremy no era la persona que decía ser, bueno, las personas no cambiaban de la noche a la mañana ¿No era así? 

A pesar de que él quisiera encargarse de ese pequeño detalle, había algo mucho más importante en sus planes, más bien, tenía una misión de mayor importancia que preocuparse por un hombre del cual la pelinegra no tenía ninguna clase de sentimiento, o al menos, eso era lo que pensaba el rubio. 

—Me asombra en extremo que una persona pueda esconderse como una rata — masculló Maxwell luego de terminar aquella llamada. —Dicen que no hay rastro de él, pero no confío en nada de lo que dicen, es una extraña sensación que recorre mi cuerpo, no sé si me comprendas un poco. 

—Lo hago, no estoy menso… No tan menso — afirmó el joven asistente lanzando un suspiro. 

Tom también tenía la mente en otro lugar, desde que el incidente de Emma, Tom supo que ese era el mismo joven que ella había visto antes de que los dos terminaran atrapados en un pueblo desconocido.

Esto hizo que el joven intentara saber más acerca de la relación que había entre ambos, era casi imposible que se tratara de alguna relación cercana, porque si lo fuera, Emma no habría permitido que el joven de melena azul terminara atrapado en prisión como por un mes entero. 

—¿Por qué razón sigues pagando por sus servicios si no estás satisfecho con lo que hacen? Me refiero a ¿Para qué lo haces? ¿No estarías perdiendo dinero? —  indagó Tom elevando una de sus cejas, en muchas ocasiones no lograba comprender las cosas que estaban en la cabeza de Maxwell, eran pocas aquellas veces, lo que le hacía sentir mucho más desconcertado. 

—Solo los mantengo ocupados, siento que, de alguna manera, están relacionados con ese hombre… Está claro al considerar que ellos han estado investigándolo por tanto tiempo y nunca está dónde  dicen que lo han visto. Lo sé porque Emily lo ha visto más de una vez, y dónde lo ha visto, está demasiado alejado de dónde ellos me dicen que está. ¿No es extraño? 




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