—¡Esto ha de ser una desagradable broma! — exclamó Elisa de un solo grito mientras arrojaba lo primero que se le atravesara al suelo.
Ella había estado pendiente de cada uno de los movimientos de Maxwell, además de eso, se había encargado de enviar a un par de hombres para que fueran detrás de su exnovio.
Elisa no deseaba perder ningún detalle de su vida, y, a pesar de estar casada ya con Pierre, ella seguía enfocada en llevar a cabo su plan.
Hasta el momento, el expresidente de una agencia de la que ya no quedaba memoria, estaba ayudando al fastidioso de Jeremy para poder firmar el contrato con los Graham.
Poco después de que él accediera, se dieron cuenta de que Erick también estaba detrás de ellos; él era conocido por no dejar atrás ningún negocio sin tener un cierre de trato justo para ambas partes, Erick no iba a rendirse antes de tener un contrato firmado por aquella familia.
Lo que pudiera pasar con Jeremy era algo que a Elisa la tenía sin cuidado, ella era consciente de que si su esposo no arriesgaba dinero, entonces podía hacer lo que quisiera.
Pierre no se había dado cuenta de que el corazón de su esposa no le pertenecía, es más, ella lo estaba empleando como un medio para conseguir lo que quería. Las cosas se habían salido de control desde el día en que ella escapó con su actual esposo.
Jamás llegó a imaginar que habría una mujer que luciera exactamente igual a ella, si lo hubiera sabido hubiera empleado tácticas completamente diferentes a las usadas en aquella ocasión. Ahora, su plan tenía que haberse transformado numerosas veces, todo para adaptarse a las condiciones de la pareja.
Ella estaba segura de algo, y era que debía separarlos a toda costa.
Antes de que ella lograra encontrar una manera para alejar a Emily de Maxwell definitivamente. Se enteró de la presencia de Maxwell en Italia, ella no podría olvidar lo que ella tuvo que pasar gracias a Giuliana, la hija menor del presidente de la compañía.
Ella era uno de los claros ejemplos de una mujer malcriada, y que, al igual que Elisa, podría utilizar cualquier medio que estuviera a su alcance para lograr las cosas que se proponía, sus ojos, esta vez se habían fijado en el CEO de J&C.
—Si no puedes matar a un pájaro, usa a una lombriz para cazarlo — expuso ella con una sonrisa ladina. —Haré una pequeña escala en Italia — se dijo a sí misma.
Elisa no daría un brazo a torcer, sin duda sería la mejor manera de acabar con ambas mujeres: Empleando un explosivo.
Ella era consciente de que Maxwell no sentía ni una pizca de atracción por Giulia, lo sabía después de que ella intentará adentrarse a su cama la última vez de su visita; por lo que, si esa escena llegaba a darse una vez más, era más que seguro que Maxwell comenzaría a odiar a Giulia.
A los ojos de todos, Elisa no tendría nada que ver; a causa de eso, su relación estropeada con Maxwell no terminaría por dañarse más de lo que ya estaba. Ella haría lo posible para ganarse por completo la confianza de ese hombre.
Si él la hubiera amado de verdad, era imposible que su amor desapareciera de la noche a la mañana, mucho menos si de eso solo había pasado poco más de un mes y medio desde que sus caminos se separaron.
La curiosidad de Elisa estaba puesta en el plan que tenía Jeremy para conquistar a Emily, ella estaba segura de que se iría por los métodos tradicionales, con el fin de no lanzarla lejos de sí mismo por tener algún comportamiento «impropio». Ella conocía a Jeremy desde hace bastantes años, por lo que, ella sabía cuál había sido su manera de conducirse en la antigüedad y cómo aquella actitud había cambiado.
Cosa que le resultaba demasiado extraña, porque a sus ojos, una persona nunca llegaba a cambiar de una manera tan drástica o repentina.
Elisa usaría todas las caras que tenía en su poder con demasiada paciencia, ella no estaba dispuesta a salir incriminada de cosas que perfectamente había hecho.
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Max y Tom
—Max, creo que tenemos que ser demasiado claros respecto a algo — expuso el chico de melena rizada antes de que él se atreviera a llamar a Emily; sus palabras lograban apercibirse tan severas que llamó la atención de su amigo.
Los ojos de Maxwell se posaron sobre los del castaño. El semblante de Tom estaba completamente inexpresivo, lo cual indicaba que él se encontraba pensando en cómo podría hablar de la manera adecuada sin que sus palabras se vieran malinterpretadas por Maxwell.
—¿Y bien? Te escucho — dijo el hombre sentándose en una posición mucho más cómoda.
—Tengo un muy mal presentimiento — expuso con rapidez. —la última vez que estuvimos aquí, ya sabes lo que sucedió con esa loca de Giulia, algo me dice que volverá a suceder — expuso el hombre ladeando la cabeza y apretando sus labios.
—No te preocupes por eso, fui demasiado claro al decir que no desea que ella estuviera en la reunión — afirmó el rubio, el cual había tomado las precauciones necesarias para poder afrontar lo que sobrevendría en Italia; al final de cuentas era su esposa a la persona a la que él quería, y ninguna clase de artimañas funcionarán con él.