Esposa sustituta

• Fresas •

La mañana había llegado, los ojos de Maxwell fueron los primeros en abrirse, ese sería uno de los días más importantes en lo que a negociaciones se refería. Era el día en el que se realizaría la renovación de los contratos anteriores. 

Para ambas empresas, las cosas habían marchado a la perfección gracias a su alianza, y estaban dispuestas a apostar más para aumentar sus beneficios; estaba claro que se trata de una decisión que debía tomarse con calma y la cabeza fría. 

 Tom, por su parte, se había quedado dormido una vez más. Su sueño era tan profundo que no importaba que la alarma de su celular sonara a todo el volumen, al punto de resonar incluso en la habitación de su amigo jefe; Tom, a pesar de estar al lado de este, no lo escuchaba. 

Eso fue hasta que sintió un poco de agua en su rostro y sus ojos se abrieron de par en par al igual que su boca, sentía que se estaba ahogando, él no recordaba tener nada de agua en su habitación, porque la última vez casi se ahogaba al estar sonámbulo. 

Su mirada se encontró con la de su amigo de traje, el cual señalaba el reloj con una mano en su cadera. El menor había sido el que claramente había dicho que se despertaría antes de lo normal para que no les cogiera la tarde; luego de haberse burlado porque el mayor de los amigos estaba comenzando a dormir un poco más de lo acostumbrado, terminó siendo él quien no había escuchado el ruido de la alarma. 

—Tienes dos minutos para levantarte o te recortaré la mitad de tu salario por compensaciones — expuso el hombre con severidad. Sus palabras sonaban serias, a pesar de que estaba bromeando. 

Esa era una de las pocas cosas que podía hacer para que Tom decidiera dar un salto de su cama y el sueño se alejara por completo de él. En un cálculo rápido de lo que significaba la reducción del cincuenta por ciento de su salario, fue suficiente para que corriera a prepararse para la larga lista en tareas que les esperaban. 

Emily

La noche había sido demasiado larga para la pelinegra, al cual no había logrado conciliar el sueño, debido al ardor que sentía en su estómago, el cual subía también por su esófago. Sus ojos se estaban cerrando solos, pero debía ir a su trabajo. 

La primera persona a la que vio al ingresar a este, era Jeremy. El cual parecía que la estaba esperando antes de que el resto de trabajadores llegara. 

—Buenos días — saludó ella de manera casual mientras dejaba su bolso en su lugar. 

Jeremy aún continuaba molesto por el fracaso de su plan, no sabía si todo había sido planeado por Maxwell, o simplemente las cosas se habían visto afectadas por la presencia de Erick y Maya.

No había duda alguna de que ellos habían interferido en su negociación, y las cosas no se quedarían atrás. Él iba a buscar la manera de arruinar su negocio, para así poder tener una nueva oportunidad para firmar con los Graham. Ahora, más que nunca, sentía la necesidad de ganar ese contrato, todo para que Erick se mordiera la lengua. 

Jeremy estaba convencido de que no había mejor  agencia en la cual pudiera trabajar, que no fuera la de UpMore. 

Con una radiante sonrisa, Jeremy se dedicó a saludar a la futura mamá. Sus labios estaban completamente pálidos. 

—¿Has comido algo? — indago con un poco de preocupación. 

A pesar de la molestia que Jeremy pudiera sentir, no podía culpar a su traductora favorita cuando no había sido nada relacionado con ella.

La pelinegra sacudió su cabeza de un lado a otro mientras sentía que su estómago comenzaba a arder una vez más. Todo eso era culpa por haber comido un poco del pollo frito que Emma había comido en la noche anterior mientras hablaban y veían una película. 

Ellas habían visto un par de los síntomas del embarazo, y estaba más que claro que Emily tendría que tener cuidado con lo que comía, de  esa manera poder analizar cada una de las reacciones que su cuerpo pudiera tener. 

Emily estaba esperando poder hablar con Maya para hacerle las interminables preguntas acerca de maternidad y síntomas de embarazo. Extrañamente, la joven había llegado a casa a altas horas de la noche, cuando Emily por fin había llegado a conciliar el sueño, bueno, eso por unos escasos minutos hasta que su malestar atacó de nuevo. 

—No, no tuve tiempo de desayunar, además de eso, lo único que he podido comer tranquilamente son fresas… y ya las terminé — dijo ella lanzando un pesado suspiro. —No tuve tiempo para comprar más, lo haré en el momento del almuerzo, gracias por preguntar — dijo ella con una pequeña sonrisa. 

A Emily le daba curiosidad saber qué era lo que traía a su jefe a hablar con ella.

No podía recordar en ese momento las advertencias que Maxwell le había hecho con anterioridad y el cómo todas las cosas indicaban que su jefe sentía algo por ella. Emily, a pesar de ser bastante inteligente, era de la clase de chica que no lograba captar las indirectas, y no podía notar cómo su jefe la miraba como si ella fuera el centro de su universo. 

Con una señal de su mano, el hombre le indicó a Emily que lo esperara y desapareció de su vista, en ese momento él estaba corriendo en dirección de la tienda más cercana; por lo menos ella le había dado detalles de qué era lo que podía comer. 




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