—Solo espero que no te vayas a desmayar en medio del trabajo, tomate un descanso si lo necesitas — afirmó el hombre esbozando una ligera sonrisa y desapareció, una vez más de delante de la pelinegra.
Ella se encontraba demasiado feliz comiendo sus fresas, hasta que recibió la llamada de su esposo. Hasta donde ella recordaba, él no había llegado a ver la decoración de «enamorada» de su esposa.
Todo eso se había dado gracias a los ánimos de Tom para que la relación entre ellos dos pareciera ser perfecta. Incluso la página oficial del CEO de J&C estaba repleta de fotos de Emily, y, a pesar de que la pelinegra no lo sabía, muchas de estas habían sido tomadas por el verdadero CEO de la compañía y no por su asistente.
«Mi cara queda muy bien al lado de la tuya»
Dijo Maxwell de manera bromista mientras se dedicaba a observar las fotografías.
Su mirada se detuvo al notar la gran bolsa de fresas que la joven tenía en su mesa, de las cuales parecía estar comiendo con demasiado gusto.
«¿De dónde salió eso?»
Indagó con curiosidad elevando una de sus cejas, hasta dónde él recordaba, a Emily no le gustaban de a mucho las fresas.
—¿Esto? — intentó hacerse la desentendida —estas me las obsequiaron hace un rato, no creerás lo dulces que están — afirmó ella con una radiante sonrisa sin dar más detalles, sabía que su esposo podría cancelar todo con la intención de evitar que Emily se acercara a Jeremy, y era entendible, hasta cierto punto.
«Me habías dicho que no te gustaban»
Afirmó una vez más sin mostrarse tan confundido, deseaba saber quién era la persona que le había obsequiado las fresas, aun así, no desean quedar como un loco celoso en frente de su esposa y de las personas que estaban llegando lentamente a la oficina.
—Pero ahora lo hacen, estas específicamente están más dulces — afirmó la pelinegra una vez más.
Ella deseaba evitar a todas costa que Maxwell notara que su actitud era un poco diferente, no le había dicho a nadie, a excepción de los secuaces del hombre, los cuales él había empleado para llevarla con engaños al hospital.
Pero, ¿qué hubiera pasado si no hubiese sido obligada a ir? ¿Habría pensado en que todo era una indigestión que le duraría más de tres meses? Una pequeña risita se escapó de sus labios hasta que recordó que aún no sabía en qué momento había sucedido.
Quizá estaba siendo demasiado ilusa al asumir que ese niño o niña era de Maxwell, porque no lograba recordar nada. ¿Habría llegado a estar con alguien más cuando se encontraba ebria?
Eso no era propio de Emily, y ella mantenía un poco la conciencia cuando se trataba de estar borracha.
Ella recordaba lo que había pasado en cada una de aquellas veces, entonces ¿Cómo podría confirmar sus sospechas? ¿Cuándo podría recordar por lo menos el momento en que sucedió y con quien?
«¿Estás bien?»
Preguntó Maxwell soltando una pequeña risita.
«Te estoy hablando desde hace rato y parece que estuviera haciéndolo solo. Además de eso, estás actuando demasiado extraña desde ayer cuando»
Sus labios se abrieron un poco y sus ojos se posaron sobre la chica.
«¿Te diagnosticaron alguna enfermedad terminal? Si es así, solo dime y regresaré a casa, debemos comenzar con los tratamientos de inmediato»
Soltó de una sola vez, a lo que una carcajada por parte de su esposa resonó en el lugar, llamando la atención de los presentes.
—No, no se trata de nada de eso… y el arrastrarme a un hospital en contra de mi voluntad es un tema del que debemos hablar seriamente en el momento en el que regreses. Y no, no quiero ninguna compensación, quiero venganza — sentenció ella mostrando su rostro demasiado ofendido.
No podía creer que su esposo la hubiera engañado de una manera tan vil y se hubiera marchado antes de que ella comenzara a padecer, más aún cuando había asignado a más de diez hombres para que la tuvieran vigilada
¿De todas maneras había alguna posibilidad para que ella se escapara?
Un trago grueso de saliva bajó por la garganta de rubio, él había pensado que la pelinegra dejaría pasar ese pequeño incidente y lo dejara ser, al final de cuentas lo había hecho para su propio bien y no había más maneras para poderla arrastrar de manera voluntaria a la visita al médico.
De hecho, había tenido que comenzar a pensar en qué otra manera emplearía en caso de que necesitara hacerlo otra vez. Estaba más que seguro de que ella volvería a caer con la misma red, por lo que, quizá, lo mejor era convencer al médico para que la valorara en su propia casa.
«Creo que Maxwell me está llamando, te hablaré al rato»
Expuso de manera rápida y finalizó la llamada.
—¡Qué tonto! — exclamó la chica riendo, ¿acaso había olvidado que él es Maxwell?
En ocasiones, su esposo terminaba siendo demasiado extraño, pero, de alguna manera, le agradaba que lo fuera con ella. Lanzando un suspiro, la pelinegra dio por inicio a su día laboral.