Esposa sustituta

• El hombre que quería seducir a Emily •

Una de las manos de Jeremy había terminado por acariciar el rostro de la pelinegra; la cual, parecía relajarse con su tacto. Ella estaba inconsciente, por lo que Jeremy por un momento se sintió con la valentía de tocar su rostro. 

A diferencia de lo que él había llegado a sentir en días anteriores, la idea que se había hecho. Sentía una enorme confusión dentro de sí, la verdad era que su mente estaba dando vueltas. 

Una de las cosas que él más había llegado a desear, era poder estar al lado de Emily, estaba tan decidido a hacerlo, que había enviado a alguien para que cuidara de ella a lo lejos; pero ¿por qué se estaba sintiendo tan vacío ahora? 

Los ojos de Emily se abrieron poco después, de un movimiento rápido, Jeremy se alejó de ella, no fuera que pensara que estaba haciendo algo incorrecto para la chica. 

Una pequeña sonrisa se formó en los labios de la joven, ella estaba sonriendo de una manera apagada, quizá era su manera de agradecerle a Jeremy por su ayuda, pero no podía demostrar un mejor semblante, porque ella no se sentía bien, en lo absoluto. 

Jeremy se aseguró de que Emily se encontrara en buenas condiciones para hacer lo que ella le había pedido, sacarla del lugar. Ella no tenía cabeza para regresar a casa, ella no deseaba estar rodeada de recuerdos de Maxwell, ella debía tomar una decisión bastante honesta. ¿Debería enfrentarlo o debía huir? 

Cualquiera que fuera la opción que ella eligiera, debía hacerlo con calma, al final de cuentas, no se trataba de ella sola. Ahora, había una nueva criatura creciendo en su vientre. 

•          •          •

Unas cuantas horas habían pasado, y Jeremy había cumplido con la petición de la pelinegra. La había llevado a su casa, la cual se encontraba cerca de la playa en la que Maxwell y Emily llegaron a ir una vez.

—¿Me podrías decir por qué te encuentras así? Me refiero, a que no te veías nada bien cuando estabas en el parque — aclaró lanzando un suspiro. 

Un poco de duda creció en el interior de Emily, su mente estaba en cada una de las cosas que habían sucedido en ese par de días y que no había tenido el tiempo de asimilar.

—Sé que  se detestan y quizá no debería decirte nada. Pero debo dejarlo salir — expuso la chica llamando la atención del hombre, y comenzó a relatar lo ocurrido en medio de esa noche y parte de la madrugada. 

Las puertas de la mansión de los Jones se abrieron de golpe, revelando a una Emma demasiado confundida intentando tranquilizar a un pequeño y llorón Ezra. La mirada de Maxwell recorrió el lugar buscando a su esposa. 

—Ella no está, salió, apenas se enteró de lo que usted hizo — dijo con un tono de molestia. —Maya se fue a buscarla, pero no ha dado con ella. 

Acto seguido, la mencionada cruzó por la puerta. 

—Dijeron que había sido llevada al hospital — sentenció ella y Maxwell se dio la vuelta para salir. —Pero ya fue dada de alta —aclaró una vez más. —ella estuvo acompañada por un hombre alto, cabello oscuro, barba medianamente recortada, ojos color azul claros y una voz demasiado seductora.

Los ojos de ambos menores se abrieron de par en par y al mismo tiempo exclamaron haciendo mención a la persona con la que lo relacionaban. 

—¡Jeremy! — dijo Maxwell con molestia. 

—¡Es el hombre que quería seducir a Emily! — exclamó Emma. 

Las miradas de Max y Maya se posaron sobre ella, de la misma manera, Ezra dejó de lloriquear y se hizo popó en su pañal. 

—Está bien, les diré lo que escuché — dijo ella sentándose en el sofá. 

Ella comenzó a relatar las cosas que había escuchado de boca de ese hombre extraño, además de que había dicho que construiría una mansión para estar con Emily, cosa que ella no tomó en serio y le pareció una completa y descabellada locura. 

—¿Sabes dónde está? — preguntó Maxwell. Como respuesta, la pelirroja sacudió su cabeza de un lado a otro. 

—Sé que lo detesto, y demasiado, más de lo que jamás he llegado a odiar a alguien, y mucho más cuando me quitó a la mujer que amo — recalcó. —Pero debo reconocer que ese tarúpido jamás haría algo así. De hecho, es una de las personas más leales que jamás haya conocido.

—¿Entonces por qué se detestan? — indagó ella de manera rápida. 

—No lo soporto, no me soporta… no tiene caso intentar empatizar. Volviendo al tema anterior, estoy seguro de que él no tuvo nada que ver ahí. No es que esté dando la cara por ese tonto; pero no soporto verte así — aclaró su garganta. 

—Quizá estoy actuando demasiado infantil. Deberíamos hablar — sentenció ella. 

—Por el bien de su bebé — afirmó mientras sentía que su corazón era atravesado por una daga envenenada. Armándose de valor, se puso de pie y extendió la mano en su dirección. —¿Te llevo a casa? — Cada una de esas palabras le dolía al sacarlas por su boca. 

Emily dudaba aún de si era conveniente ir a hablar con Maxwell en ese momento, ella aún tenía demasiadas cosas por analizar. Su mente le había jugado en contra, aquellas imágenes de Maxwell al lado de otra mujer no salían de su cabeza.




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