Una risa nerviosa comenzó a resonar en la habitación, ella no había pensado en tal posibilidad. Bueno, sí lo era, pero no se detuvo a reflexionar en eso con detenimiento. Sus manos reposaban en sus labios, no sabía de qué manera llegaría a dar la noticia.
—Ni siquiera recuerdo cuándo fue… ¿Cómo se lo diré? ¿De verdad es de él?
Su alocada mente estaba siendo bombardeada por cientos de ideas, preguntas y teorías de lo que posiblemente hubiera sucedido. Su ceño se fruncía constantemente y su cuerpo era recorrido por un frío escalofrío.
En medio de su profunda reflexión, Emily cayó en un sueño pesado. Se encontraba tan agotada por todo lo que había sucedido durante las últimas horas que no sintió cuando la puerta de su habitación se abrió y alguien se dejó caer a su lado.
La mirada de ese hombre estaba fijo sobre ella, una sonrisa radiante e incrédula estaba en sus labios, no podía creer que su Emy estuviera de regreso, y sí, no había tenido que ser rescatada.
«Se ve un poco desnutrida» dijo con lástima. «De seguro la pasó muy mal en dondequiera que estuviera»
Después de unos minutos, Emily comenzó a sentir que estaba siendo observada, cosa que la sacó de su profundo sueño. Ella no quería encontrarse aún con Maxwell, no sabía cómo darle la noticia y aún estaba molesta con él, de manera que intentaría evitar todo contacto con él hasta que las cosas se resolvieran.
Un aroma bastante familiar se adentró por sus fosas nasales, era tan fuerte que le era imposible ignorarlo. Abrió uno de sus ojos para asegurarse de que era quién ella pensaba y una radiante sonrisa apareció al ver a Tom a su lado.
—¡Tomy! —exclamó ella sentándose rápidamente.
—¡Emy! —exclamó él de regreso abalanzándose sobre la chica, la cual, como reflejo, lo empujó.
—Cuidado con el bebé —dijo sin pensarlo y llevó instintivamente sus manos al vientre. —Oh… vaya…
Tom quedó petrificado un par de minutos, a pesar de que Emily sacudiera su mano frente a su rostro, que lo llamara, golpeara, pellizcar e incluso mordiera, no había forma de hacer que Tom saliera de su trance.
—Be… beb…¡¿Bebé?!
Una sonrisita nerviosa apareció en los labios de la joven.
—Esa fue mi reacción cuando me enteré. ¿Sorpresa, señor tío?
A partir de ese momento, Emily fue bombardeada por cientos de preguntas que según Tom tenían sentido, pero la realidad era diferente, algunas podrían ser lo suficientemente racionales, de todas maneras, Emily no tenía manera de saberlo.
—¡¿No recuerdas nada?! —el asombro en su voz era evidente, este, luego de meditar un poco de tiempo, desapareció… —oh vaya —una sonrisa ladina se posó en sus labios —¿Has recibido algo de la abuela?
—¿A qué te refieres?
—¿Sabes por qué la madre de Maxwell me odia? Porque le dije que la abuela les había dado algo para que quedaran en embarazo. Resultó ser verdad, la abuela me lo confesó, pero la amargada no me creyó.
Ahora, la que había estado petrificada era Emily, ¡¿Cómo pudieron caer en un truco tan vil como el de la abuela?! Emily debía reconocer que no había tomado muy en serio las peticiones de tener un nieto y que «Ella se encargaría de tenerlo antes de morir».
—Esa vieja… cuando la vea, la voy a…
—No puedes hacer nada, si te enojas con ella en embarazo, puede que la mini Emy salga igual a la abuela… y el mundo no está preparado para eso, y lo sabes —señaló Tom con una sonrisa.
—Son solo mitos…
—¿Quieres arriesgarte? Emy ¿Quieres ponerte en ese riesgo? —su tono de voz sonaba demasiado serio, por lo que, a la joven no le quedó más opción que relajarse, tener una mini abuela de hija no sería nada lindo.
—No, no, no, ¡No! ¡Eso sí que no! —exclamó luego de imaginar cómo luciría su bebé con una caja de dientes.
Una vez más, Tom quedó hecho una escultura de piedra, sus ojos estaban perdidos y parpadeaba rápidamente después de salir de su trance.
—¿De verdad hay un bebé aquí? —preguntó señalando el vientre de Emily y lo comenzó a acariciar con manos temblorosas. —No lo creo —su manera de hablar demostraba la sinceridad de sus palabras.
Al ver la reacción de su amigo, los nervios que sentía hasta ese momento, desaparecieron casi por completo, al parecer no estaría tan sola como llegó a imaginar. Todo era nuevo y extraño para la pelinegra, se había dado de una manera inesperada, y vaya que no se lo esperaban.
—¿Se lo dirás a Max? Estoy seguro de que no se lo has dicho —indagó buscando la respuesta en los ojos de su amiga.
—No quiero ver a ese… ca… hombre, no estoy lista para hacerlo y bien que se encontraba con esa vieja de cabello postizo mientras yo estaba muriendo a este lado del mundo —se comenzó a quejar de una manera rápida si darle chance a Tom de explicar lo que había sucedido.
—Oye… Oye —dijo el chico de melena rizada intentando tranquilizar a su amiga. —No hables así, no queremos que mi sobrino salga con el entrecejo arrugado. Sé que no quieres hablar con él, pero debes hacerlo, no asa esconderte como siempre y todo esto es un malentendido.