Esposa sustituta

• Casamenteros revoltosos •

—Me haces quedar como una chica problemática —se cruzó de brazos  de manera infantil. 

Sabía que lo que su nuevo niñero había dicho era cierto; sin embargo, era una ofensa para la chica de cabello negro. Si lo pensaba bien, solo tenía una racha de mala suerte. ¡Nunca supuso que la hija del rey de España se metería en su auto! 

—Eres una chica problemática —intervino Tom tomando el lado de Erick. Podría ser el caso de que esto le ayudará a tener más libertades; además de eso, debía pagarle a Emily con la misma moneda. 

—¡Y tú un traidor! —exclamó ella casi abalanzándose sobre su amigo, el cual se zafó de su agarre y se lanzó de cabeza al auto de Erick. —Agradece que tengo que cuidar a mi hijo. O te dejaría tan calvo como a Giuliana —sentenció arrugando su nariz.

Rápidamente, los ojos de Emily se abrieron con amplitud, sus manos fueron llevadas a su boca; se suponía que Erick ni nadie debía enterarse de su pequeña travesura.

Llevó su mirada a un punto lejano, no deseaba hacer contacto visual con Erick, su mirada desaprobatoria era peor que la de Maxwell. Ella solo deseaba seguir explorando la gastronomía italiana.

—Mi estómago está rugiendo, ¿vamos a comer algo? —indagó la chica con una pequeña sonrisa, estaba desviando el tema a su conveniencia, y los tíos de su sobrino no podrían rehusarse, o los culpará durante los siguientes veinte años. 

El día transcurrió con gran velocidad, a la noche siguiente, Erick los estaba arrastrando a su restaurante favorito. Este tenía los platos más deliciosos que el joven CEO había llegado a comer en su vida.

Esa era la razón por la que Erick amaba tanto ese país, era el único lugar que podía conquistarlo por su vientre. Tom, a diferencia de su amigo, detestaba estar mucho tiempo en Italia, su mente era bombardeada con recuerdos de sus padres en el país, y eso no le podía gustar para nada.

—Es la última noche en este sitio —dijo Erick mientras bajaban del vehículo. 

Sus movimientos se frenaron al ver a Francesca esperando a alguien cerca de la entrada al restaurante. Se le hizo un poco extraño, debido a que en cada viaje a Italia, era difícil ver a esa mujer transitando por las calles; cuando Emily corrió a su dirección y la abrazó, se dio cuenta de que era una invitada más a la pequeña cena.

No era secreto para ninguno que Francesca estaba enamorada de Erick, ¡exacto! Salvo el mismísimo Erick. Él tenía la capacidad de ignorar todos los sentimientos que provenían de un tercero, incluso, de sí mismo. 

—¡Vamos a saludar, Eric! —invitó Tom arrastrándolo por el brazo. 

Ese par de revoltosos tenían un nuevo plan: encontrarle pareja a Erick. Ellos eran conscientes de que él no podría hacerlo por sí mismo, es más, terminaría espantando a todas las mujeres que se le llegaran a atravesar.

Todos estaban sentados a la mesa, a medida que los pedidos iban llegando, el apetito de Emily se disparaba más y más, incluso sus amigos le cedieron algunos platos. Esa era oficialmente la despedida de la Emily devoradora de fresas rojas, y la bienvenida a la antigua Emily con un apetito de camionero en ayunas. 

De un momento a otro, las manos de Emily se posaron sobre su vientre, lo que al verlo, Tom se apresuró a llevarla fuera del restaurante con la excusa de hacer una revisión, a pesar de que Emily insistía en que se debía solo por comer demasiado.

—¿Lo ves? ¡Somos un equipo imparable! —exclamó la joven checando las palmas de sus manos con las de Tom.

Ellos sonrieron con complicidad y conduciendo el auto de su niñero, regresaron al hotel a ver películas románticas. Gracias a su plan inesperado, Erick tenía una oportunidad para hacerse consciente de los sentimientos de Francesca. 

Las horas pasaron y no había señal de su niñero. 

—¡¿Y si lo secuestraron?! —preguntó Tom asustado.

—¿Y si está aún con Fran? —indagó la chica con una sonrisa traviesa en los labios. 

—Oye… ¿Y si llega embarazado? —soltó el chico de melena rizada en un hilo de voz.

—Maxi junior tendría otro primito para jugar —respondió con una sonrisa.

—¿Otro?

—Sí, ¿estás olvidando a mi Ezra? 

—¿Podrían dejar de hablar tonterías? —exigió Erick llegando a espadas de los chicos, los cuales saltaron de su lugar al escucharlo. 

—Mira, mira… Erick está como un tomate —dijo la chica soltando una gran carcajada. —¿Nos dirás qué sucedió y cuándo será la boda? —el tono jocoso de voz hacía reír a Tom.

—No voy a hacer comentarios al respecto —afirmó con un semblante impasible. 

Ahí la curiosidad de ese par de amigos fue disparada, y lo único que Emily podía hacer era llamar a su amiga esperando información por su parte.

Al día siguiente regresaron a su país natal, por fin Tom se sentía lleno de vitalidad y paz, podía caminar sintiéndose libre y no un esclavo de sus propios recuerdos.

La familia Jones recibió a la señora con bastante entusiasmo, había pasado bastante tiempo desde que ellos se vieron por primera vez, estaba claro que la situación del secuestro estaba aún encubierto de ellos, esperaban que siguiera así por un par de años más.




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