Esposa sustituta

• El trabajo de Tom •

Las dos madres se encontraban disfrutando de una buena caminata de descanso; sí, a pesar de la preocupación de ambas acerca de la seguridad de Ezra, estaban convencidas de que las personas que los estaban cuidando eran completamente adultas, responsables e independientes. 

Estaba claro que podrían cuidar de un bebé sin problema.

¿No? 

—¡Ese mocoso no deja de llorar, va a romperme los tímpanos! —exclamaba Erick cubriendo sus oídos frente a los gritos desconsolados de Ezra.

Era extraño, ese pequeño se caracterizaba por ser siempre tranquilo, no daba problema, pero parecía que sabía que tanto su madre como Emily no estaban en casa, por lo que decidió burlarse de sus dos tíos políticos. 

—¡No creo que pueda sobrevivir mucho tiempo a esto! —decía Maxwell con un tono agotado de voz, ¿qué más podría hacer? 

¿Esa era la bienvenida de Ezra para la paternidad de Maxwell? ¡No lo quería! No sería capaz de lidiar con un humanito caprichoso, suficiente tenía con Emily y Tom, ellos daban demasiado trabajo, pero, al parecer, para Erick no era así.

—Prefiero quedarme con esos dos revoltosos, busca problemas… que tener que cambiar pañales —dijo con seguridad.

Por supuesto que querían a Ezra, lo hacían demasiado, era el bebé de casa. Pero no significaba que estuvieran felices de cambiar pañales llenos de popis, o tener que soportar su llanto, mucho menos tener que limpiar su vómito.

Estaba claro que esa era una tarea en la que las mujeres se mostraban más desarrolladas, no significaba que los hombres no hicieran nada por sus hijos, sino que el sentido maternal de una mujer era mucho más fuerte. 

—¡Estoy cansado! —exclamó Erick una vez más.

Intentaba darle un poco de leche al niño, pero este no dejaba de llorar, era como si lo único que quisiera hacer era llorar. Ya había dormido, ya había hecho popó, ya había jugado ¿Qué más necesitaba un niño para ser feliz? 

—Llamaré a las fuerzas especiales —afirmó Maxwell, sabía que no se resistiría el pequeño Ezra. 

En poco menos de veinte minutos, las puertas de la mansión Jones se abrieron, revelando a una sonriente  figura de melena rizada que llegaba con una maleta de juguetes y muchas cosas más que podría necesitar para cuidar a Ezra.

—Ustedes son unos desastres como padres temporales… Max, si quieres, me puedo hacer cargo de Emy y de Maxito Junior. Al final de cuentas, no sirves para esto —chasqueó la lengua y llevó su cabeza de un lado a otro.

—¿Por qué te la cargas contra mí? ¡Se supone que el niñero aquí es Erick! ¡Me arrastró a esto! ¡Ni siquiera lo quería! 

—Debes trabajar para desarrollar tu sentido paternal, deberías agradecerme —afirmó Erick con serenidad.

—Tú también, Erick… Dentro de poco serás padre y no queremos que cometas un error garrafal con la pequeña criatura que engendrarás. —expuso Tom con tal naturalidad que la piel de Erick se puso como piel de gallina.

Muchas veces, cuando Tom decía algo a manera de broma, terminaba cosiendo cierta, por eso mismo, ellos comenzaban a ahorrarse sus palabras y decisiones… bueno, salvo esta vez en la que realmente estaba diciendo una idea descabellada.

—¡Oye! En mis planes no está ser padre, además no hay nadie que me llame la atención. —confesó lanzando un suspiro.

—¿Qué me dices de Francesca? —una sonrisa jocosa se posó en los labios de Tom, quien tomó en brazos al pequeño Ezra.

En ese preciso instante el llanto del niño se detuvo y comenzó a ver a su tío Tom con una sonrisa. 

—Ella es solo una buena socia potencial, no creo que una relación romántica tenga futuro. Debo ser honesto, es una gran mujer, pero solo me casaría con ella si fuera la voluntad de mis padres. 

—Erick, Erick… como siempre complaciendo los deseos de los demás y se olvida de sí mismo —dijo Tom lanzando un suspiro lastimero. —Quiero que seas feliz.

—¿Qué hay de Maya? Los he visto bastante cerca últimamente —intervino Maxwell de la misma forma jocosa que Tom. 

Los ojos del chico de melena rizada se abrieron de par en par al igual que su boca. ¡No había llegado a considerar esa posibilidad tan convincente! 

Durante el tiempo en que los había estado observando, él notó que tenían muchas cosas en común; a pesar de eso, eran un gran complemento en otras áreas. 

Mientras que Erick parecía que estaba dentro de una caja, Maya era capaz de salirse de esta y encontrar ideas mucho más creativas y poco frecuentes, además que el sentido de responsabilidad que ambos tenían. Sin duda alguna, esa sería una sana y fuerte relación.

Lastimosamente, a su amigo le gustaba bajarlo de la nube.

—Somos cercanos porque es mi asistente personal. Que esté cerca de mí es parte de su trabajo, le pago por ello —expuso Erick con seguridad, pero al mismo tiempo podía notarse un leve, muy leve sonrojo en sus mejillas.

Los minutos pasaron y Ezra estaba durmiendo de manera apacible en los brazos de Tom, él era como una mamá gallina. Era experto en el cuidado de los niños y amaba todo lo que tenía que ver con ellos. 




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