Esposa sustituta

EXTRA: El castigo de los responsables

NARRADO POR EMILY

Faltaban unas cuantas semanas para nuestra boda, por supuesto que debería estar corriendo de un lado a otro mientras las preparaciones se llevaban a cabo ¡Pero no! Mi nuevo asistente personal asesor de bodas se estaba encargando de todo.

Tomy dijo que sería una boda diferente y única, eso es lo que quiero. 

Para una boda común y corriente, lo mejor era seguir como estábamos. Todos saben que no soy la persona más… más ¿Común? Por esa misma razón, a mis cinco meses de embarazo y con una lamentable e inexistente pancita, estoy en medio de un campo de concentración.

¡Digo!, por el campo de concentración, me refiero al garaje de la mansión. 

Frente a mí se encuentran los apuestos hombres uniformados que hace un par de meses permitieron que este sexi y hambriento cuerpecito terminara siendo secuestrado por ese loco que ahora estaba detrás de una prisión. 

Si bien a Max no le gustaba la idea de tenerme a mí frente a esos hombres con uniformes negros ceñidos al cuerpo, no tuvo más opción que permitirme hacer lo que quisiera con ellos para compensar los daños causados por su incompetencia. 

—¿Han entendido lo que harán? Son casi treinta hombres, han de ser capaces de lograrlo. 

Ellos solo me miran con un semblante de confusión, delante de ellos está la gran caja llena con sus nuevos uniformes.

—Señora Jones ¿De verdad desea que nos vistamos de esa manera? 

Me cruzo de brazos mientras asiento con solemnidad. Es más que necesario ese punto. De lo contrario, el trabajo que les pondría no tendría ningún sentido. 

Ven que no voy a cambiar de opinión, ¡No lo haré por el orgullo de esta joven madre que no ha dejado de comer fresas jugosas ni un día! Fue su culpa dejarme secuestrar y que mi antiguo jefe terminara herido. No seré indulgente.

—Si no se hace así, no valdrá la pena lo siguiente que harán y para eso estaría durmiendo en medio de la biblioteca para que Max no me despierte otra vez… Según él, dormir veinte horas es una exageración —ruedo los ojos mientras chasqueo la lengua.

Él se ha metido mucho en lo que se supone es mi derecho como mujer embarazada. ¡Pero no! Se las da de buen esposo y según él debo ducharme y estirar el cuerpo un poco más.

—Lo es —murmura uno de los treinta que debían ser castigados.

—¡¿Quién lo dijo?! —ellos delatan a su compañero dándole un empujón al frente. —Ahora serás tú el que va a usar el traje de mucama rosa. 

—¡¿Yo?! 

—Sí, por graciosito. Ahora vístanse y vayan a limpiar antes de que regrese Max… Yo iré a la biblioteca a leer un rato.

Dije una pequeña mentirita, porque no pensaba ir a leer en la biblioteca, solo dormiría un par de horitas en tanto Maxwell llegaba a casa y me encontraba en medio de las muchas habitaciones de la mansión que por fin me puse a recorrer… y sí, me perdí miles de veces.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.