Esposa y Amante: Mi vida en un Libro.

Capitulo 6

Aquel día, que su papá interrumpió, cuando el anunciaba nuestro compromiso, me sentía profundamente mal. Solo atiné a recoger mis cosas e irme a un hotel frente a la casa donde vivía con él. Le expresé que no podía permitir que no me hiciera respetar como su mujer que era, vivía con él, y que no me parecía justo lo que su padre había hecho. Así que no dormi esa noche ahi, me fui. Él no quería que me marchara, pero aun así decidí retirarme.

- Después del momento bochornoso que pasé, Al día siguiente, aparecí temprano, ya que debía desocupar la habitación del hotel. Cuando llegué a casa, él estaba sentado en el sofá; recuerdo ese momento tan nítidamente. Ese día regresé y lo vi acostado; se levantó y se sentó en el sofá.

- Me dijo: Te amo mucho disculpame por no haber reaccionado. Explicó que no sabía cómo hablar con su padre, temía hacerle sentir mal. Me decía que yo no conocía a su padre y cómo podía reaccionar ante ciertas situaciones. Yo le respondí: "Entonces, ¿no le tienes respeto a tu padre sino miedo? Eso impide que puedas hacer lo que realmente debes: darme mi lugar". Me pidió perdón una vez más y yo lo disculpé; realmente lo amaba tanto como para alejarme de mi familia y mudarme tan lejos para estar con él.

Con el tiempo, estábamos mejor. Durante ese periodo, yo no le hablaba a su padre; eso cambió cuando el señor nos invitó a almorzar a su casa. A veces era amable, pero otras veces parecía levantarse con el ánimo de no responder al saludo y simplemente lo ignoraba. Su abuelita era muy amable; al principio parecía reacia a aceptar que llevara mis mascotas a la casa, pero terminó por aceptarlo e incluso nos preparaba la cena en ocasiones. Le llegué a tener mucho aprecio, como si fuera mi propia abuela. Ella vivía en el primer nivel de la casa junto con su otro hijo, tío de él; en el segundo nivel tenía mi espacio con él, y en el tercer nivel vivía su papá.

A veces íbamos a visitar a mi familia y disfrutamos de esos momentos juntos. Compartimos con ellos, igual cuando visitábamos a su madre, o venía mi familia a visitarnos y así compartimos juntos en familia, las pocas veces que se podía claro.

- Yo trabajaba y él también; así esperaba su llegada después de un largo día laboral mientras preparaba la cena o solo calentaba los platillos, ya que su abuelita siempre nos servía la comida. Era una persona encantadora; la estimaba mucho porque también había pasado por una decepción amorosa trágica al final de su vida.

- Él y yo disfrutamos salir juntos, paseos, cine, viajes, compras, etc, etc. Me encantaba compartir esos momentos con él, cocinarle me gustaba cuando nos quedamos en casa y cocinaba para él, recuerdo que él solo una vez llegó a cocinar en todos los años que estuvimos juntos. Esperaba con ansias las noches para ver películas juntos en nuestra alcoba; era tan lindo pasar el tiempo así, siempre deseando que llegara la noche para estar a su lado después de una agotadora mañana tanto para mí como para él, en nuestro cálido hogar que habíamos construido juntos a base de amor, respeto, comprensión y comunicación.

¡Al menos eso creia! No todo en un matrimonio es color de rosa. Como bien sabemos, hay momentos buenos y no tan buenos; la clave está en la comunicación. Siempre le decía a mi prometido que, cada vez que discutimos sobre los oficios del hogar que debíamos arreglar y limpiar, era fundamental hablarlo.

Su padre solía intervenir para ayudarnos con las reparaciones, ya que mi prometido no tenía mucha experiencia en ese ámbito. En algunas ocasiones, también optábamos por contratar a un maestro para que hiciera las reparaciones necesarias.

Cuando me mudé a nuestra nueva casa, prácticamente decoré todo el hogar con mis cosas personales. Él decidió comprar los muebles y algunos detalles decorativos más tarde, impulsado por mi insistencia de que quisiéramos vivir cómodos.

Sin embargo, las discusiones surgían porque él no podía ayudarme a limpiar debido a su cansancio. Mientras yo estaba en la universidad y trabajaba, me encontraba agotada. Después de un desacuerdo que tuvimos por la falta de respeto de su papá durante nuestra reunión de compromiso, le hice saber que su padre ya no cocinaría para nosotros para evitar esas situaciones incómodas. Así, asumí el rol de cocinar y limpiar, lo cual se volvió una carga pesada para mí.

A pesar de que su padre se ofrecía a ayudarnos cuando la abuelita viajaba o nos invitaba a cenar, decidí que ya no quería que cocinara más tras lo sucedido en nuestra reunión de compromiso.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.