Si antes le hubieran dicho que regresar a ese sitio sería tan extraño, se reiría sin duda alguna. Instalarse en la antigua casa que su padre Jedward le construyó a su madre, por motivos de que ellos querían su espacio. Bueno, su padre la hizo creyendo que podía traer a otra persona que no fuera su madre, pero al final del día ellos decidieron dejar sus malas experiencias en ese país e irse a otro lado.
— Mi nieta anda mirando la herencia que también le robó a su padre —Nicole, la madre de Jedward, entró a su casa por la cocina—. ¿Te gusta cómo quedó?
— Papá sabe cómo hacer este tipo de cosas, se nota que es del estilo de mi madre —se quitó el delantal—. Le hacía falta que ella se fuera lejos para poder aterrizar como se debía.
— Ya sabes cómo es tu padre, un idiota, si tu madre está cerca —Nicole bromeó—. Veo que ahora estás un poco mejor con todo lo que está pasando.
— Iba a ir a la empresa, pero decidí que es mejor no mostrarme todavía —terminó de entrar a la cocina—. Estoy nerviosa aún, es la primera vez que tomó el mando de la empresa y apenas tengo veinticinco. Las personas comenzarán a hablar de mí por mi edad.
— Lo mismo que pasó con tu padre, eso es lo que pasará —su abuela tomó asiento en la encimera—. Solo que ahora son las dos empresas que se están unificando, Volkan te tiene mucha fe.
— La fe que me tiene el abuelo, es porque ama que haga enojar a mi padre con esto —bromeó—. Sabe que amo demasiado el dinero y vine también por otras razones a este sitio.
— En verdad estás decidida a casarte con ese hombre —se quedó un momento, pensativa—. Te pareces a las historias que nos contaba tu abuela Karla de cómo amarró a tu abuelo, luego está tu padre.
— ¿Y el abuelo Volkan?
— Me amarró con los gemelos, porque el desgraciado sabía que no me andaba cuidando por algunas cosas que pasaron con Natacha —Nicole arrugó la nariz—. Ahora que lo pienso, lo tomó muy bien.
— Es que mi abuelo tenía que asegurarse de que no te le fueras nunca de su lado —Jasha abrió la nevera—. Al menos en esta familia podemos decir que nunca nos hemos puesto en contra de nadie por la herencia que nos dejan —sacó algunas cosas—. No me quedaré mucho tiempo, pero es posible que Laisha se mude conmigo.
— ¿Cómo que no te quedarás mucho tiempo aquí?
— En la empresa que mi padre tenía, el edificio cuenta con un sitio de vivir en el último piso —se rascó el brazo—. Laisha no se lleva bien con su hermano Kaleb, es celosa hasta con el aire, y él solo la lastima sabiendo que ella lo ama desde siempre.
— Tienes un punto, pero, de todos modos, es bueno que ella se mude a la ciudad, vivir en el mismo sitio que él no es bueno…
— Se puede quedar aquí o mudarse al edificio que el abuelo Damon compró —se encogió de hombros—. Mis padres no quieren ir nunca a Rusia o venir.
— Con lo que le pasó a tu madre en ambos lados, es entendible, me alegro por ellos, porque son reconocidos en Europa y sus hijos son los mejores —Nicole le apuntó—. Solo hay que mirarte y darnos cuenta de que eres una excelente arquitecta.
— Me costó mucho lograrlo, pero ahora tengo las dos carreras universitarias que hicieron mis padres —sacó unas jarras—. Abuela, quiero saber si crees que es malo de mi parte intentar comprarme un esposo si él no lo quiere hacer por las buenas.
— No te diré que no te compres al dichoso esposo, porque viniste decidida a hacerlo, pero tienes que tener cuidado —le recordó su abuela—. Los tiempos cambian, ya no eres una niña de cinco años, eres una adulta.
— Lo sé.
Su abuela se marchó luego de ayudarla con un poco de comida. Se quedó sola en la casa, tratando de poder controlar los latidos de su corazón que estaban a mil por hora. Iría a trabajar, conocería todo lo relacionado con su primer amor, esperando también que fuera el último.
Fue hacia su habitación para terminar de arreglar su ropa, y se dijo que debía contratar personal para mantener todo en orden, porque no iba a depender de sus abuelos maternos y paternos para toda la vida. Su bisabuela Karla era la que más extrañaba, sus historias, aunque parecían ser mentira, eran muy reales. Su abuelo Christopher solo se reía recordando esos años en los cuales ella estuvo detrás de él para casarse y lo logró.
— Quiero molestar a mi papá —gimoteó luego de darse cuenta de que tuvo que hacer todo sola—. Si él está enojado conmigo era más divertido —hizo un puchero—. Al menos se podía decir que quiero que se muera para quedarme con su estúpido dinero.
Rio sin darse cuenta de sus propias palabras. Siempre lo molestaba con que su vida era miseria por no poner nada a su nombre, pero en su cumpleaños veintiocho, su abuelo, Volkan y él, le heredaron todas las empresas en el continente americano. Dejándola entre las personas más influyentes del momento y tenía que lograr que el apellido de su familia siguiera en la cima a pesar de los escándalos que tenían corriéndoles detrás.
A la mañana siguiente, se levantó más decidida que nunca a ir a la empresa como si nada. Era su primer día ahí, por lo que nada podía arruinar su glorioso momento como la dueña y señora de todo eso. Al menos, podía darse el lujo de decir que sería la jefa de su querido amor y futuro esposo.
En cuanto salió de su hogar, estaba un chofer esperando por ella. Supuso que era la persona que su tío Kiral contrató especialmente para ella.
— Buenos días, señorita —la saludó el hombre abriéndole la puerta—. ¿Iremos directamente a la empresa?
— Sí, iremos allá —se puso unos lentes de sol—. Pensé que iría sola a la empresa sin la ayuda de alguien.
— El señor Kiral ordenó que siempre la lleve a la empresa, la traiga y la lleve a cualquier lado que quiera —el chofer cerró la puerta luego de decir esas palabras.
— Supongo que tienes toda la relación en eso, de querer llevarme a todos lados, pero es obvio que buscaré la manera de escaparme de vez en cuando —miró el paisaje—. Ni la mafia familiar se me queda atrás.